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Las pequeñas librerías madrileñas acusan a la Comunidad de arrebatarles el salvavidas de los libros de texto

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Ser librero no es un oficio sencillo. En 2018 cerraron cinco librerías en Madrid, entre ellas la más antigua de la ciudad: Librería Moya, ubicada en el número 29 de la calle Carretas desde 1862. Y es que cada vez se venden menos libros. De hecho, hace ya tiempo que las cuentas de muchas pequeñas librerías madrileñas cuadran gracias a la venta de libros de texto. Por eso se conocen también como librerías de proximidad, aquellas que gestionan los bancos de libros en caso de que decidan no hacerlo los centros escolares. Pero ahora, según denuncian los propietarios, ni siquiera podrán mantener su negocio gracias a ello. El nuevo Acuerdo marco para el suministro de libros de texto a los centros docentes públicos de la Comunidad de Madrid [que se puede consultar en este enlace] es el responsable. 

El texto se publicó el pasado 26 de diciembre y encerraba una desagradable sorpresa para los dueños de las librerías de proximidad. Aunque no lo hace explícitamente, en la práctica las condiciones para optar a la licitación de los libros de texto dejará fuera a todas las pequeñas librerías, según denuncian. "Siempre hemos sido las librerías de proximidad las que hemos suministrado a los centros escolares, pero ahora no podemos acceder a la licitación por las condiciones que plantea", denuncia Marisa, propietaria de una de esas pequeñas librerías de la comunidad. En su lugar, critica, serán las grandes empresas las que saldrán beneficiadas. 

Para entender lo ocurrido hay que remontarse al mes de junio de 2017. En ese momento, el Pleno de la Comunidad daba luz verde a una propuesta previamente aprobada por la Comisión de Educación y Deporte, por la que se acordaba la gratuidad de los libros de texto. La medida se iba a implantar, por primera vez, en el curso 2018-2019. Pero un "problema legal" en los trámites establecidos, según explicó el Ejecutivo regional, lo pospuso. Finalmente, se implantará en el próximo curso, el 2019-2020. Serán los centros docentes los que compren el material. ¿A quién? A quien haya obtenido la licitación. Y las pequeñas librerías, denuncian, no van a poder hacerlo. Principalmente, porque las condiciones que se han impuesto para poder optar a la licitación son casi imposibles de cumplir por las pequeñas librerías. 

"En primer lugar, nos exigen especificar cómo se componen las unidades técnicas", explica Marisa. Pero, según critica, en la mayoría de las librerías de barrio trabajan una o, como mucho, dos personas. "Se están pidiendo una serie de requisitos que nos imposibilitan el acceso. No conocen las librerías si piden eso", denuncia. Y es que, según el texto del acuerdo, uno de los criterios para la adjudicación es la "declaración indicando el personal técnico o unidades técnicas, integradas o no en la empresa, de los que disponga para la ejecución del contrato, especialmente los encargados del control de calidad".

Pero eso no es todo. "Nos piden las cuentas de los últimos tres años presentadas en el Registro Mercantil. No lo tenemos porque no estamos obligadas a estar inscritas ahí", continúa Marisa. Y, también, que los comercios estén dados de alta en el Ministerio de Haciendo para poder obtener, de forma digital, la licitación. "Pero es que tampoco estamos dados de alta", continúa. Por otro lado, penalizan los retrasos en las entregas que, apunta Marisa, ni siquiera dependen de ellos. "No podemos incidir nada en esos aspectos", aclara. "Sea como sea, vamos a perder dinero", añade, antes de destacar que además tendrán que ofrecer un depósito para acceder a la licitación. 

Por eso, quieren que se cambien las condiciones para optar a la licitación. Para ello se han unido en un grupo al que ya se han sumado alrededor de 40 libreros y libreras de toda la Comunidad. Lo primero que harán, dicen, será enviar un escrito solicitando la anulación del Acuerdo marco. Lo mandarán a la Dirección General de Becas y Ayudas al Estudio de la Comunidad y lo registrarán, a su vez, en la Consejería de Educación. El texto, al que ha tenido acceso infoLibre, ruega "encarecidamente" que el acuerdo "sea anulado en su totalidad" por "estar fuera" de sus posibilidades. Pero tienen poco tiempo para que sus demandas sean escuchadas. Según la web del Ejecutivo regional, el plazo máximo de entrega de las solicitudes es el próximo 4 de febrero, plazo que piden ampliar. "No nos han dado ni tiempo para leernos el Acuerdo ni tenemos un equipo jurídico suficiente para que nos explique las casi 80 páginas que contiene", critica Marisa.

El único "balón de oxígeno" de la pequeña librería

Y esta situación, denuncian, les aboca a un posible cierre. La supuesta intención del Gobierno regional era favorecer a las pequeñas librerías de proximidad, no perjudicarlas. Pero han conseguido lo contrario, al menos tal y como lo entienden los propietarios de las pequeñas librerías. Han sido de los comercios más perjudicados por la crisis económica, a la que se sumó además el declive de los libros en papel. 

Según el Mapa de librerías en España 2016 [disponible aquí] —el último disponible— elaborado por el Observatorio de la Librería, durante esos 12 meses se constató el declive los comercios literarios pequeños en favor de los grandes. Se produjo un aumento de este tipo de establecimientos, que también registraron un mayor volumen de ventas. 

"Sufrimos mucha precariedad. Todos los días cierran librerías. Si ahora nos quitan el pequeño balón de oxígeno de los libros de texto, vamos a tener que cerrar", lamenta Marisa. Otra compañera suya denuncia la misma situación: "En mi tienda, el libro de texto es fundamental". Por eso, augura, "esto supondrá el cierre de muchas librerías". "Llevamos muchos años con una línea de negocio que se basa en vender libros de texto. Es una parte importante de nuestras ventas, sobre todo los meses de verano. Si la licitación se la dan a los tres o cuatro grandes que puedan acceder, vamos a tener que cerrar o cambiar de negocio", continúa. 

"Los últimos estudios que hay muestran que las librerías más grandes de ciudades más grandes son las que están mejor y las más pequeñas de ciudades pequeñas, las que lo pasan peor", aseguró el presidente de la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL), Juancho Pons.

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Pablo Bonet es secretario del Gremio de Libreros de Madrid y, como tal, no es ajeno al nuevo problema al que se enfrentan las pequeñas librerías madrileñas. "Las condiciones que se presentan en el Acuerdo marco son muy complicadas", admite. "Para acceder a la licitación, tienen que tener una facturación en los últimos tres años de al menos 23.000 euros" y eso, si se trata de un comercio pequeño, es complicado, admite. Por eso, se han puesto manos a la obra. 

En estos momentos, según explica en conversación telefónica con este diario, se encuentran en periodo de negociaciones con la Comunidad de Madrid que, explica, continúa afirmando que el texto no está hecho para dejar fuera a las librerías de proximidad. infoLibre ha tratado de conocer la versión del Ejecutivo regional, pero no ha obtenido respuesta. De momento, asegura Bonet, han conseguido que el plazo para optar a la licitación se amplíe hasta el 11 de febrero y, además, han invitado a todos los libreros agremiados a una reunión que tendrá lugar la próxima semana para poder explicarles, de forma detallada, el contenido del documento. Pero según él, el objetivo está claro. "Es un Acuerdo que está hecho para las empresas más grandes, a las que beneficia", asegura. 

Todo apunta a que las pequeñas librerías de barrio se enfrentan a una nueva crisis. Lo que los propietarios esperan, por ahora, es que la imposibilidad de continuar en el mercado de los libros de texto no acabe con un comercio que, desde hace años, se encuentra en declive. "Vamos a morir matando. No entendemos que se haya dado un giro de 180 grados a algo que lleva décadas funcionando a la perfección y que ahora implica complicar la vida a los centros escolares y pegarnos el cerrojazo a la mayoría de librerías de proximidad", sentencia Marisa.

Ser librero no es un oficio sencillo. En 2018 cerraron cinco librerías en Madrid, entre ellas la más antigua de la ciudad: Librería Moya, ubicada en el número 29 de la calle Carretas desde 1862. Y es que cada vez se venden menos libros. De hecho, hace ya tiempo que las cuentas de muchas pequeñas librerías madrileñas cuadran gracias a la venta de libros de texto. Por eso se conocen también como librerías de proximidad, aquellas que gestionan los bancos de libros en caso de que decidan no hacerlo los centros escolares. Pero ahora, según denuncian los propietarios, ni siquiera podrán mantener su negocio gracias a ello. El nuevo Acuerdo marco para el suministro de libros de texto a los centros docentes públicos de la Comunidad de Madrid [que se puede consultar en este enlace] es el responsable. 

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