El PP teme a Vox y endurece su discurso para atraer el voto ultra con vistas al 9J

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Alberto Núñez Feijóo mira al domingo, al resultado de las elecciones catalanas. Pero sobre todo a las europeas del 9 de junio. El líder del PP necesita alcanzar ese día una victoria incontestable, por amplia diferencia con el PSOE, para demostrar que su estrategia de guerra total contra el Gobierno, en la que no ha dudado en poner en cuestión instituciones como el Congreso y el Tribunal Constitucional, da resultado.

Para conseguirlo, sin embargo, va a necesitar algo más que atraer a votantes socialistas que según él están desencantados con el sanchismo, como intentó en Euskadi, sin éxito. Y como trata de hacer en Cataluña, donde las encuestas predicen que no va a conseguir debilitar al PSC en absoluto. 

Completada la absorción de Ciudadanos, la hoja de ruta que Génova trazó tras su victoria pírrica del 23J tiene un objetivo central: neutralizar a Vox y quedarse con sus votos para consumar la reunificación del centroderecha, roto desde hace una década, y mejorar sustancialmente sus posibilidades de desafiar con éxito al PSOE en las próximas elecciones.

La dirección de Feijóo siente la presión del ala radical del partido, que se mantiene expectante a la espera de que algún error del sucesor de Pablo Casado les sirva para espolear a Isabel Díaz Ayuso. La presidenta de la Comunidad de Madrid triunfó allí donde el líder del PP fracasó: en las autonómicas de 2023 consiguió mayoría absoluta.

En las elecciones vascas, el PP apenas mejoró. Seguirá siendo irrelevante cuatro años más y, lo que es peor desde el punto de vista de la estrategia de Génova, no logró pescar en el caladero de votantes de Vox, que renovaron su apoyo a los de Santiago Abascal y le permitieron conservar su único escaño en el Parlamento de Vitoria.

Las expectativas en Cataluña

En Cataluña el PP espera salir mejor parado, sobre todo porque parte de una posición peor. Las encuestas predicen que van a absorber todo el voto que le quedaba a Ciudadanos y que, casi con seguridad, sumará más diputados que Vox. 

Los ultras, sin embargo, aunque previsiblemente retrocedan y queden por detrás del PP, van a mantener posiciones. Los sondeos sugieren que sus votantes siguen sin fiarse de Feijóo, y eso es una muy mala noticia para alguien que, privado de la posibilidad de llegar a acuerdos con la inmensa mayoría de los partidos representados en el Congreso, ha hecho de la reunificación del espacio de centroderecha su única vía para alcanzar la Moncloa.

En conjunto, las fuerzas de la derecha unionista catalana se moverán el domingo entre los 20 y los 25 escaños, según las encuestas. Una cifra que previsiblemente estará por encima de la de 2021, cuando entre Vox, Cs y el PP sumaron 20 escaños. Pero que se va a quedar muy por detrás de su mejor momento: los 36 diputados de 2015 y, sobre todo, los 40 de 2017, con la autonomía catalana intervenida en aplicación del artículo 155 y con los independentistas sometidos a persecución judicial.

La necesidad de crecer a costa de Vox explica los últimos movimientos de Feijóo. En primer lugar, la decisión de aplazar los cambios legislativos con los que su partido, empujado por los ultras, quiere desarmar la recuperación de la memoria democrática en Aragón, la Comunitat Valenciana y Castilla y León. Y, en segundo lugar, la agitación de dos de las banderas que más identifican al partido de Santiago Abascal: la supuesta inseguridad ciudadana en Cataluña (en realidad está por debajo de las cifras de Andalucía y de Castilla-La Mancha) y el crecimiento de la ocupación de viviendas.

Este martes, Feijóo asumió en persona ese discurso en un acto organizado por el diario La Vanguardia en el contexto de la campaña electoral. Describió Cataluña como “un territorio marcado por los peores datos de delincuencia” en el que “no se respeta la propiedad privada”. 

“Un concejal antiocupación”

“El sábado”, contó a los presentes, “visitaba un barrio de Badalona y entramos en una casa donde nos relataban cómo se ocupaban las viviendas en ese barrio y cómo el valor de las viviendas de todo el barrio había bajado, según los vecinos, un 60%”.

El Govern que salga de las elecciones, sugirió, debería hacer como el Ayuntamiento de Badalona, gobernado por el PP, que tiene “un concejal de la desocupación”. “Que un concejal con la Policía Municipal se persone ante cualquier denuncia de una ocupación ilegal en una vivienda, en mi opinión, debería tener [sic] el gobierno de la Generalitat que surja de las elecciones”.

Hace falta, explicó, “endurecer las penas de los multirreincidentes”en robos y en hurtos, además de reforzar a las fuerzas y cuerpos de seguridad “en zonas especialmente conflictivas”. Y no solamente eso. “Deberíamos de crear un cuerpo de élite entre los Mossos y la Guardia Civil para garantizar los derechos constitucionales”. así como aprobar normas que permitan “el desalojo exprés de las viviendas ocupadas” para que Cataluña vuelva “a ser una tierra segura, acogedora”.

De la estrategia diseñada por Génova para ir haciendo suyas algunas de las señas de identidad de Vox forma parte de la decisión de situar en primer lugar de su programa para las europeas las reivindicaciones de agricultores y ganaderos, un sector que la ultraderecha cultiva desde hace años agitando el miedo a las medidas que tratan de proteger el medio ambiente, a las normas de la Unión Europea y a la Agenda 2030.

Lo que Feijóo no ha abrazado es el discurso xenófobo y antiinmigración de sus socios de Vox. De hecho, y aunque con algunos matices, el PP apoyó la toma en consideración de la iniciativa legislativa popular aprobada por el Congreso el mes pasado para llevar a cabo una regulación de inmigrantes.

Temor a la movilización ultra

En Génova son ya conscientes de lo difícil que resulta atraer a los votantes de Vox, que en su mayor parte siguen desconfiando de la voluntad del PP de llevar a cabo el programa de máximos de la derecha. Y temen una gran movilización ultra de cara a las europeas en la que los de Abascal se pueden beneficiar del eco que van a conseguir sus socios en otros países. 

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Vox empieza esa batalla la semana que viene con un acto multitudinario en el que la principal estrella invitada será el presidente argentino, Javier Milei. El PP contraatacará el fin de semana siguiente, ya en plena campaña electoral europea, con una gran concentración en Madrid en contra de la ley de amnistía, que según los cálculos de Génova se aprobará en esos días. 

Las elecciones europeas del 9 de junio están marcadas en rojo en la calle Génova. El objetivo es una victoria incontestable que marque definitivamente una sólida distancia con el PSOE, muy por encima de la que consiguieron el 23J (apenas 1,3 puntos). Pero hacerla realidad pasa por comerse a los votantes de Vox. 

La pugna electoral ha deteriorado las relaciones entre el PP y Vox, pero solamente en apariencia. Los de Feijóo ningunean a sus socios en comunidades y ayuntamientos. E ignoran por completo sus críticas. Los ultras, entre tanto, sacan pecho de sus supuestos desavenencias con Feijóo y amagan con rupturas que nunca llegan. Pero ni unos ni otros cuestionan la continuidad de los acuerdos políticos que les han dado el control de varios gobiernos autonómicos y de numerosas alcaldías.

Alberto Núñez Feijóo mira al domingo, al resultado de las elecciones catalanas. Pero sobre todo a las europeas del 9 de junio. El líder del PP necesita alcanzar ese día una victoria incontestable, por amplia diferencia con el PSOE, para demostrar que su estrategia de guerra total contra el Gobierno, en la que no ha dudado en poner en cuestión instituciones como el Congreso y el Tribunal Constitucional, da resultado.

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