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Pros y contras para PP y Ciudadanos de una alianza electoral en las autonómicas

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Cuando hace diez días la portavoz de Ciudadanos en el Congresoconvocaba a los medios para anunciar que iba a pedir a la gestora de su formación una reunión extraordinaria para "debatir" y "decidir" sobre alianzas con fuerzas "constitucionalistas" de cara a las elecciones catalanas, gallegas y vascas, el PP acogió la noticia con alegría, pero también con prudencia y cautela. Alegría porque el anuncio supone que en el partido naranja ya ven como una opción seria la invitación a sumar fuerzas que Pablo Casado lleva meses poniendo sobre la mesa. Y prudencia y cautela porque, consideran, que es imposible desvincular la iniciativa de Inés Arrimadas de la situación interna que atraviesa Cs, a las puertas de un congreso en el que debe elegirse al sustituto de Albert Rivera.

Además, la dirección nacional de los conservadores no tiene a día de hoy ninguna oferta en firme por mucho que el tema haya sido objeto de conversaciones informales entre sus dirigentes.

En todo caso, los propósitos de prudencia y cautela han saltado por los aires con la complicidad de Génova. Destacados dirigentes del partido llevan días pronunciándose sobre las líneas rojas de esas posibles alianzas electorales, sobre qué candidatos tendrían garantizado el número uno de la lista y cuáles no. Y también sobre las ventajas e inconvenientes de una operación que para Casado tendría una última estación: la de la colaboración del PP con Cs para las próximas elecciones generales. O la absorción, incluso.

infoLibre analiza los diferentes escenarios que podrían darse, sus implicaciones y los riesgos que correría Casado para llegar a ese "España Suma", al que aspira desde que llegó al liderazgo del PP. En la campaña de las primarias convocadas para sustituir a Mariano Rajoy, el ahora jefe de los conservadores exhibió su compromiso de trabajar para que el espacio de la derecha, partido en tres –PP, Cs y Vox– volviese a unirse bajo las siglas del PP.

Ventajas: hacia una alianza nacional

En el contexto del objetivo de Casado de liderar todo el espacio político ubicado a la derecha del PSOE, la iniciativa de Arrimadas va en la buena dirección y así lo entienden todas las fuentes consultadas por este diario. Esta es la principal ventaja a la que apuntan. También se ubican en el lado del PP otras dos cuestiones a favor: la de que se vaya instalando en el electorado la idea de la debilidad del partido naranja y la de que el PP es una formación atractiva con la que se quiere pactar. No hace nada que el expresidente de Ciudadanos, Albert Rivera, estaba dando calabazas a Casado con la frase "España suma, pero la corrupción resta".

El problema es que estas ventajas vienen acompañadas para el PP de múltiples aristas.

"Si se quiere llegar a un pacto nacional en el futuro no es descabellado que como meta volante se piense en acuerdos para las autonómicas en Cataluña, País Vasco y Galicia", considera un diputado autonómico en conversación telefónica con infoLibre.

La misma fuente advierte de que si Casado llega a un pacto con el próximo líder de Ciudadanos tiene que estar preparado para enfrentarse a las consecuencias de esta decisión. "Pensar a largo plazo, no a corto. Porque los resultados de las autonómicas pueden mostrar que no ha merecido del todo la pena", considera. Además, defiende que los pactos, por mucho que Arrimadas haya querido presentarlos en bloque, deben territorializarse. Ni la situación del PP ni la de su electorado es la misma en Cataluña que en Galicia o el País Vasco.

Esta opinión la comparten el grueso de las fuentes consultadas. Coinciden en que es "complicado"que el PP vaya a ganar una presencia especial en los Parlamentos autonómicos. Pero este debe ser el "riesgo" que Casado debe asumir si pretende una colaboración más amplia de cara al futuro.

La operación, pues, iría encaminada a que Casado pudiese hacerse en el futuro con la Presidencia del Gobierno de España reduciendo la división del voto de la derecha, pero por el camino podría someterse al desgaste que supondría que "uno más uno no sumen dos", según resume una diputada. Un desgaste que tendría que asumir en primera persona por el entusiasmo con el que en la dirección nacional se han defendido estos acuerdos con Cs.

El falso espejo de UPN

Mucho se habla en los últimos días en el PP de lo exitoso de la operación Navarra Suma –coalición entre Unión del Pueblo Navarro, PP y Cs– y lo poco extrapolable que esto resulta a otros territorios, aunque esta alianza haya sido puesta como ejemplo de los buenos frutos de colaboración entre partidos. "En Navarra, UPN tiene consolidado el 90% del voto de la coalición. Eso no ocurre en ninguna otra comunidad, y desde luego no va a ocurrirnos ni en Cataluña ni en el País Vasco", vaticina un líder provincial.

Dejando a un lado Galicia, donde el PP no se plantea poner en riesgo sus siglas para incorporar a Ciudadanos, una de las sensaciones más extendidas en el partido es que ese Cataluña Suma al que aspiran puede acabar restando. Explican que los votantes de Cs en Cataluña son muy transversales. Y que su victoria en las últimas autonómicas se debió a que conquistó a mucho votante de la izquierda. La duda está ahora en cómo los electores acogerían esta alianza. En hasta qué punto penalizarían a la formación de Arrimadas por sumarse al PP, pero también en hasta qué punto penalizarían a un partido que no hizo nada por desbloquear la situación política nacional tras las generales del 28A y ahora sólo tiene diez escaños en el Congreso.

Cs, en caída libre

En las elecciones catalanas del 21 de diciembre de 2017, Cs fue la fuerza más votada con 36 escaños. El PSC, con 17, se ubicó como cuarta fuerza. Y el PP quedó a la cola con cuatro escaños.

A día de hoy, Cs tiene muy complicado que se repita un resultado similar. De acuerdo con la última encuesta del Centre d'Estudis d'Opinió (CEO) de la Generalitat –el CIS catalán–, presentada el 20 de diciembre, Ciudadanos caería a la cuarta posición con entre 14 y 16 diputados. Esquerra se impondría con entre 38 y 39 escaños, seguido por JxCat con entre 29 y 31 diputados, y el PSC con 24-25. La Cámara catalana se completaría con los Comuns (entre 11 y 13 escaños), la CUP (9-10), el PP (4-5) y quizá Vox (de 0 a 2).

La mayoría absoluta en el Parlament está en 68 diputados, justo la frontera en la que se situaría la suma de ERC y JxCat, con 67 escaños en su horquilla más baja y 70 en la más alta. Más alta sería la suma de un hipotético tripartito de ERC-PSC-Comúns, que lograría entre 73 y 77 diputados. 

Inconvenientes: las tensiones en los territorios y el regreso de "la derechita cobarde"

Hace diez que Inés Arrimadas lanzó la oferta que ya ha avalado la gestora de Cs, controlada por ella, y el PP, que decía haberse conjurado por esperar a que transcurriese el congreso del partido naranja, lleva todo este tiempo en ebullición a cuenta de cómo encajaría su asociación con los naranjas. El hecho de que Cs lo haya planteado como un acuerdo para las citas electorales que se celebrarán este 2020 ha sido muy bien acogido en la dirección nacional del PP que, en todo caso, pretende estudiar antes las necesidades de cada comunidad. Pero ha sido acogido con escepticismo en otros sectores del partido y sobre todo en las comunidades a las que puede afectar.

Dirigentes del PP consultados por este diario muestra su enfado por que se esté permitiendo que Arrimadas aparezca como la "salvadora" del segundo partido en votos del hemiciclo. "Tenemos 89 escaños frente a 10 y parece que Ciudadanos tiene derecho a poner y quitar candidatos", lamenta un veterano diputado.

Esta fuente es consciente de que cualquier pacto supone que ambas partes "cedan", pero considera que Casado comete un "error de principiante" permitiendo que Arrimadas plante cara a Feijóo o que dirigentes como Cayetana Álvarez de Toledo pongan en duda la continuidad de Alfonso Alonso a expensas de lo que puede exigir Ciudadanos en las negociaciones, cuando Cs en Euskadi fue votada por el 1,1% de los electores el 10N  frente al 8,8% de los conservadores.

La portavoz de Cs en el Congreso ha llegado a acusar al presidente de la Xunta de Galicia de no entender cuál es su propuesta y a advertir de que no desprecie a su formación porque puede ser clave para que el PSOE no sume con el BNG y le arrebaten el gobierno de la comunidad autónoma.

"Ciudadanos ha demostrado en muchas ocasiones no ser de fiar. No podemos trasladar a la opinión pública la idea de que ponen y quitan candidatos, de que nos marcan los tiempos y que nos marcan el programa cuando por momentos todo parece una operación de Arrimadas para salvar su cabeza y su carrera política", defiende un líder regional del PP. 

El peligro de la movilización de la extrema derecha

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De forma paralela a estas tensiones internas Pablo Casado tendrá que hacer frente a las tensiones que este acercamiento a Cs generen con la extrema derecha. Vox siempre se ha negado a entrar en los gobiernos autonómicos en los que se sientan PP y Cs con el objetivo de poder hacerles oposición sin ningún tipo de obstáculos. Y no desaprovecha la ocasión para acusar, sobre todo al PP, de tibieza frente a los socialistas y los nacionalistas. Una crítica que Santiago Abascal resumió bajo la expresión de "derechita cobarde". Entre las fuentes consultadas hay coincidencia en que, a corto plazo, el intento de una alianza entre PP y Cs servirá para que el votante de Vox se movilice por las apelaciones de sus líderes a los votantes a apostar por "la verdadera derecha".

De hecho, a día de hoy, Vox representa una mayor amenaza que Ciudadanos para los intereses electorales del Partido Popular tanto a nivel nacional –la extrema derecha se sienta con 52 escaños en el Congreso– como en dos de las comunidades en las que se celebran comicios este 2020. Así, mientras el 10N Vox se hizo con el 2,4% de los votos en Euskadi, Cs se quedó en el 1,1% mencionado anteriormente. Y en Galicia, el partido naranja cosechó el 4,3% de los apoyos frente al 7,8% de Vox.Vox

El PP también aspira a que los votantes de la extrema derecha, el grueso de ellos antiguos votantes suyos, vuelvan a sentirse representados por sus siglas. Esta será la segunda fase de ese proceso de "refundición" o reunificación de la derecha al que aspira Casado una vez que se hayan fijado las bases de colaboración con Ciudadanos.

Cuando hace diez días la portavoz de Ciudadanos en el Congresoconvocaba a los medios para anunciar que iba a pedir a la gestora de su formación una reunión extraordinaria para "debatir" y "decidir" sobre alianzas con fuerzas "constitucionalistas" de cara a las elecciones catalanas, gallegas y vascas, el PP acogió la noticia con alegría, pero también con prudencia y cautela. Alegría porque el anuncio supone que en el partido naranja ya ven como una opción seria la invitación a sumar fuerzas que Pablo Casado lleva meses poniendo sobre la mesa. Y prudencia y cautela porque, consideran, que es imposible desvincular la iniciativa de Inés Arrimadas de la situación interna que atraviesa Cs, a las puertas de un congreso en el que debe elegirse al sustituto de Albert Rivera.

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