La inminente visita de Sánchez a Rabat prevé compromisos concretos sobre migración, Sáhara, Ceuta y Melilla

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La llamada del rey de Marruecos se produjo este jueves. El día antes, el presidente del Gobierno había comparecido en el Congreso para dar cuenta de las conclusiones del Consejo Europeo en torno a la invasión rusa de Ucrania pero también del trascendental cambio en la política exterior española respecto al conflicto del Sáhara. Un asunto en el que Pedro Sánchez se quedó absolutamente solo. La totalidad de socios parlamentarios del Ejecutivo afeó en bloque “el abandono” al pueblo saharaui y se unieron así a las críticas de los grupos de la oposición. 

El régimen marroquí, informado al detalle de todos los pormenores de la política española, decidió entonces entrar en acción. A pocas horas de que el ministro de Exteriores viajase a Rabat de visita oficial para reunirse con el gobierno alauí, con una treintena de empresarios y para participar en una recepción en casa del embajador español para 1.700 personas, Mohamed VI descolgó el teléfono para invitar a que esa visita la hiciese personalmente Pedro Sánchez. La conversación acabó con el compromiso de que el viaje tendrá lugar “en los muy próximos días”, según la literalidad de la comunicación oficial de Marruecos. En la Moncloa confirman que será en todo caso durante la próxima semana, en pleno Ramadán.  

El Gobierno español interpreta esa llamada como la respuesta de Mohamed VI a la carta enviada por Pedro Sánchez y fuentes consultadas por infoLibre admiten que, al igual que ocurriera con la publicación por parte de Marruecos de esa carta en la que España reconocía los planes marroquíes de autonomía del Sáhara como la propuesta “más seria, realista y creíble”, también ha cogido por sorpresa el planteamiento de un viaje oficial inminente del presidente del Gobierno. Algo que, en todo caso, valoran positivamente por lo que supone de escenificación y aceleración al máximo nivel de la vuelta al mejor punto de las relaciones diplomáticas entre ambos países. Lo previsto era que estos días el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, fuera recibido por su homólogo marroquí y que Sánchez viajara a Rabat no antes de un mes. Todo se ha precipitado.

Cerrar la hoja de ruta

De ese viaje el Ejecutivo pretende volver con algunas concreciones importantes sobre la hoja de ruta de los próximos meses que le permitan explicar mejor un viraje en política exterior que despierta un sentir mayoritario de rechazo en la opinión pública por los históricos vínculos con la causa saharaui. Se esperan, por ejemplo, pasos firmes en materia migratoria, uno de los asuntos más sensibles para el conjunto de la Unión Europea y que ha protagonizado las últimas crisis con Marruecos. 

Fuentes del equipo que ha participado en las reuniones preparatorias del viaje explican que las conversaciones a nivel diplomático llevan meses en marcha y que el resultado de ellas ya se está pudiendo sentir en las fronteras españolas de Ceuta y Melilla, con una presión migratoria muy alejada de los momentos más críticos. El control de los flujos migratorios es uno de los temas que mayor preocupación suscitaba en Moncloa tras el episodio del paso masivo de jóvenes marroquíes por la frontera de Ceuta hace casi un año. Y lo que se espera es que la rehabilitación de las relaciones políticas sellen una solución a largo plazo con el compromiso marroquí de actuar contra las mafias y contra el paso ilegal de personas migrantes. 

No tienen ninguna expectativa en el Gobierno sobre un posible pronunciamiento público del régimen marroquí al respecto del reconocimiento de la españolidad de Ceuta y Melilla, un asunto en disputa para el imaginario político del país vecino. Sin embargo, fuentes del Ejecutivo confían en que ese reconocimiento se produzca de facto por la vía de la normalización fronteriza en ambas ciudades autónomas

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Los pasos fronterizos de Ceuta y Melilla llevan cerrados oficialmente desde el 13 de marzo de 2020, cuando Marruecos ordenó la paralización del libre movimiento a causa de la pandemia. Miles de personas con permisos comerciales y de trabajo se quedaron entonces sin posibilidad de desarrollar sus actividades profesionales, en una situación que se ha mantenido en el tiempo por motivos de la evolución de la propia pandemia y también por razones de seguridad en el caso español. En los equipos de trabajo que ya están en marcha para poder llevar a la práctica el normal funcionamiento de las fronteras está implicado el propio gobierno autónomo de la ciudad de Ceuta con su presidente, Juan Jesús Vivas, a la cabeza. Algo que ponen en valor desde el Ejecutivo como señal de que, de facto, Marruecos ya está asumiendo esa condición de país vecino a los territorios de Ceuta y Melilla. 

Tranquilidad con Argelia

También trasladan desde la Moncloa un mensaje de total tranquilidad respecto a las relaciones con Argelia. Las fuentes consultadas consideran garantizado que no se producirá ningún tipo de problemática respecto al suministro de gas y dan esas relaciones comerciales por blindadas. En el plano diplomático, el Gobierno español se muestra cauto y respetuoso con la reacción de Argelia, e incluso entiende que tenga que desplegar un catálogo de reacciones como la llamada a consultas del embajador, y señalan el hecho de que la apuesta por la vía de la autonomía marroquí del Sáhara no suscitó reacciones trascendentes cuando fue adoptada por otros países como Alemania, Francia o Estados Unidos.

Lo que defiende el Gobierno español es que una solución pactada en el Sáhara resultaría positiva para todas las partes, incluyendo al propio pueblo saharaui pero también a Argelia. Se esfuerzan desde el Ejecutivo por desterrar la imagen de una rendición ante los intereses marroquíes. Lo que se pretende trasladar es el mensaje de que la apuesta de España solo tiene que ver con la solución más realista para desencallar un conflicto prolongado ya durante 47 años. Y ponen el foco desde el Gobierno en que la postura defendida antepone un acuerdo entre todas las partes que cuente en todo caso con el respaldo de la ONU, lo cual incluye contar con el Frente Polisario. Con toda la cautela que requieren unas relaciones diplomáticas tan complejas con un vecino tan particular, las fuentes gubernamentales subrayan que el viaje de esta próxima semana tiene como objetivo prioritario poder comunicar una hoja de ruta con hitos concretos que permitan hacer más "comprensible" la nueva posición sobre el Sáhara que en las últimas dos semanas viene desgastando al socio socialista del Gobierno. 

La llamada del rey de Marruecos se produjo este jueves. El día antes, el presidente del Gobierno había comparecido en el Congreso para dar cuenta de las conclusiones del Consejo Europeo en torno a la invasión rusa de Ucrania pero también del trascendental cambio en la política exterior española respecto al conflicto del Sáhara. Un asunto en el que Pedro Sánchez se quedó absolutamente solo. La totalidad de socios parlamentarios del Ejecutivo afeó en bloque “el abandono” al pueblo saharaui y se unieron así a las críticas de los grupos de la oposición. 

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