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Begoña Gómez cambia de estrategia en un caso con mil frentes abiertos que se van desinflando

Sánchez se estrena con ataques a Rajoy por la reforma laboral, el aborto y la venta de cajas a precio de saldo

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Se acabaron los discursos centrados en clave interna. Pedro Sánchez ya ha pasado todos los trámites para hacerse líder del PSOE, y este domingo quiso ponerse otro traje: el de jefe de la oposición. Por eso tejió su primer discurso de arranque de mandato con las piezas con las que quiere componer su proyecto político, de ataque sin contemplaciones al PP por su gestión de la crisis y dejar un país "castigado" y condenado al sufrimiento.

El nuevo secretario general prometió derogar la reforma laboral y, si se aprueba, la Ley del Aborto en cuanto llegue al Gobierno, proponer una alternativa económica "en defensa de las clases medias y trabajadoras", exigir que no se vendan bancos nacionalizados a precio de saldo, decir no a la elección directa de los alcaldes que quiere Mariano Rajoy, defender el camino hacia una España federal, salir "al encuentro de los indignados" y de aquellos que abandonaron a los socialistas. Hoy, proclamó, es un "pésimo día" para los que desean un PSOE hundido, porque con la renovación de su liderazgo y la configuración de una nueva ejecutiva sale "más fuerte y unido". "Aquí estamos, en pie, en marcha para cambiar España una vez más. Lo hemos hecho dos veces, vamos a hacerlo una tercera", arengó.

Sánchez articuló una intervención de 55 minutos para la clausura del congreso federal extraordinario que le ha coronado como nuevo líder, y con la que procuraba tocar todos los palos. Más que anunciar medidas estrella se preocupó por empaquetar todas las propuestas que había ido enunciando durante su campaña para la Secretaría General, por unirlas bajo un hilo conductor. Todo ello en coherencia con una máxima que también verbalizó hoy: tratar de recuperar la confianza de los ciudadanos con una "fórmula sencilla": "Cumplir lo que prometemos, ni más ni menos". Un objetivo que la grada, los más de mil delegados y más de 1.500 invitados, agradeció con una intensa ovación. El PSOE es consciente de que su quiebra está en la falta de credibilidad, horadada en los últimos Gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero. 

El discurso del nuevo secretario general evolucionó de menos a más. Empezó algo más nervioso, trastabillándose en ocasiones –no iba provisto de papeles, leía desde dos pantallas de teleprompter–, para luego ir tomando cuerpo. La platea lo notó y se fue encendiendo según avanzaba y perfilaba su hoja de ruta. Tanto que al final se sucedían los aplausos más prolongados y los gritos de "¡Presidente, presidente!". Sánchez arrancó dirigiéndose al plenario del congreso con "responsabilidad" por los retos que asume y con "humildad", siendo "plenamente consciente" de la herencia socialista" que recibe, la de luchar "con la misma energía, pasión y determinación por la justicia social, la libertad y la igualdad" que empleó "un buen hombre" como Pablo Iglesias, el fundador del partido. No fue su única referencia al pasado. Sánchez trufó su alocución de constantes alusiones a Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero o Alfredo Pérez Rubalcaba, sus predecesores en el cargo que, como Joaquín Almunia, estaban sentados en primera fila y con los que se subió al escenario antes de la proclamación de los resultados de la votación de la ejecutiva. Zapatero no acudió ayer sábado al discurso de despedida de Rubalcaba.

País "hastiado, indignado y herido"

Las referencias a los patriarcas del PSOE le servían para proclamar el "orgullo" de los socialistas, que tienen que abandonar "complejos" y reivindicar que "todo lo bueno de este país" se construyó con ellos en el Gobierno. "Pero me mueve más la pasión por el futuro que el pasado". Y en ello se afanó en el resto de su discurso, en dibujar el PSOE y la España que quiere, bajo una rúbrica: afrontar la tarea de "modernizar la izquierda y modernizar una España en la encrucijada". Acabar, al fin, con un país "hastiado, indignado y herido".

El PSOE, dijo, debe "reinventar muchas cosas" que antes se daban por buenas, necesita políticos que "hablen claro y den la cara, no que hablen a través de una pantalla de plasma" –en referencia a Rajoy–, precisa una izquierda "que gobierna el presente para transformar el futuro". Una España mejor en lo individual –donde los parados tengan garantizadas sus prestaciones sociales, las mujeres cobren igual que los hombres, se erradique el "terrorismo machista", los jóvenes no se vean abocados al exilio, los jubilados perciban una pensión digna...– y en lo colectivo, relevando la indignación por la "confianza". "Desterremos palabras que nos afectan e indignan a todos como crisis, paro, pobreza, desigualdad, corrupción, violencia de género, decadencia institucional, independentismo". En la enumeración, chocó que pusiera en el mismo plano la violencia machista con el secesionismo.

Tras ese prólogo, Sánchez llevó al plenario una de sus propuestas más hilvanadas durante su campaña: la transición económica, con la que se dé una salida social a la crisis y se acabe con el "sufrimiento" que impone la derecha. "No hay nada más ideológico que la economía", advirtió, por lo que hay que "recuperar el espacio perdido por la política". "Nunca fue la economía, siempre fue la política", redondeó, intentando tirar abajo aquella frase de Bill Clinton de "es la economía, estúpido". 

Alternativa económica "en defensa de la clase media y trabajadora"

A la política del PP opuso un ramillete de medidas contempladas en la Conferencia Política del pasado noviembre: una reforma fiscal en profundidad, lucha contra el fraude, reestructuración de la deuda de las familias, fin al desmantelamiento de los derechos sociales, acabar con la "injusta fiscalidad de las sicav", defensa de las energías renovables... Como prioridad para cuando los socialistas vuelvan a la Moncloa, derogar la refoma laboral y recuperar derechos perdidos como la negociación colectiva, un guiño a los líderes de CCOO y UGT, Ignacio Fernández Toxo y Cándido Méndez, presentes en la sala.

Entonces introdujo un rejonazo al Gobierno por la mala venta de las cajas de ahorros: "Con el dinero de todos debemos ayudar a todos. Los bancos nacionalizados deben dar créditos, y tener muy claro que cuando se vendan debe ser al mismo precio por el que fueron rescatados. Lo que no entiende la ciudadanía es que no hay dinero mientras se tiran 11.500 millones de euros". Sánchez se refería a casos como el de Catalunya Caixa de la pasada semana: el Estado se deshizo de ella para dársela al BBVA y perdió 11.500 millones con la operación. El nuevo secretario general aseguró que el PSOE exigiría en el Congreso al Gobierno que compareciera para explicar este "sinsentido" y "garantizar que no se vuelva a hacer". 

En definitiva, la alternativa económica socialista se asienta en un "objetivo muy claro y contundente", la "defensa de la clase media y trabajadora" que se está viendo "hundida" por la gestión del PP. 

Si la primera medida del futuro Gobierno socialista, dijo Sánchez, es la derogación de la reforma laboral, la segunda será la de la Ley del Aborto, si el Rajoy sigue adelante con sus planes de dar vía libre a una legislación "retrógrada e integrista". Con ello introdujo las medidas de acento más social, como una ley de igualdad salarial de hombres y mujeres, una ley de igualdad de trato o la promesa de que el PSOE integrará a inmigrantes en sus listas municipales y autonómicas

Críticas a Jordi Pujol

Sánchez siguió con las propuestas para romper con el "descrédito institucional" y la "decadencia de la democracia": aforamiento cero de argos públicos, limitación del mandato de los presidentes a dos legislaturas, reordenar la financiación de los partidos "para que no ocurra con el PP" y su Gürtel, garantizar la independencia de instituciones como el Tribunal de Cuentas, endurecer el Código Penal en lo que atañe a los delitos de corrupción, reformar la Ley Electoral, echar a los corruptos del PSOE –"No me va a temblar la mano", reiteró, en medio de un gran aplauso–...

El presidente del Gobierno ha puesto sobre la mesa una medida que vende como "regeneración democrática", la elección directa de los alcaldes, que quiere pactar con el PSOE. No podrá ser. Porque lo que Sánchez le dirá mañana lunes en su primera entrevista en la Moncloa será un "claro y rotundo no"no. La grada se puso inmediatamente en pie y le dedicó un aplauso total. "Si Rajoy quiere limpiar la democracia, lo tiene sencillo, que coja la escoba y empiece a limpiar su casa, asumiendo responsabilidades por el caso Gürtel... aunque sea en diferido". El publicó le volvió a jalear. 

Pero con lo que el auditorio le ovacionó a rabiar fue con sus críticas a Jordi Pujol, que reconoció esta semana que mantuvo oculta y en el exterior una fortuna sin tributar a Hacienda durante tres décadas. No lo citó expresamente y no hizo falta. Tachó de "hipócritas" a quienes, cuando hay que elegir entre patria o patrimonio, optan por el segundo y "se lo llevan a un paraíso fiscal". La platea coreó ya, eufórica, el "¡presidente, presidente!". El líder utilizó el episodio de percha para defender de nuevo la reforma federal como la única vía para resolver el choque de trenes y para agradecer el trabajo hecho por Rubalcaba y por el primer secretario dimisionario del PSC, Pere Navarro. 

Que se frene la "barbarie" en Palestina

Para la parte final dejó los puntos que más revuelven las tripas al militante socialita: las grandes coaliciones, la Iglesia. Defendió la orden de votar no a la investidura de Jean-Claude Juncker como jefe de la Comisión Europea –una decisión contestada por algunos de los eurodiputados socialistas y por la derecha–, porque "no fue un error, fue coherencia". "Y si dijimos que no habrá grandes coaliciones no las habrá ni en Madrid ni en Bruselas". Respecto a su política exterior, recalcó que viajará mucho por Europa y también se desplazará a Latinoamérica. Antes de todo ello, al comienzo de su discurso, se acordó de la masacre en Gaza. Pidió que "se detenga de una vez toda la barbarie en Palestina" y se encare un proceso "de negociación y de paz". "La paz y la defensa de los más débiles", dijo, es "la razón de ser" del socialismo. Por ello exigió al Gobierno, a la UE y a la comunidad internacional que trabajen por un alto el fuego en la zona". "Basta ya", clamó.

Pedro Sánchez y Alfredo Pérez Rubalcaba se abrazan delante de Zapatero, Almunia y González en la clausura del congreso extraordinario del PSOE, este domingo en Madrid | INMA MESA

Subrayó que aunque el PSOE no es un partido "anticlerical", sí reivindica la laicidad, hacer de España "un país libre de tutelas". Receta: denuncia de los acuerdos con la Santa Sede, ya aprobada en la Conferencia Política y trasladada al Congreso. Nuevos gritos de "¡presidente, presidente!". 

Guiño al 15-M y a los votantes de IU y Podemos

Para su "proyecto de mayorías", Sánchez propuso atraer al 15-M, "salir al encuentro de los indignados y de todos los votantes que se alejaron" del PSOE y prefirieron votar a otros partidos". Espera poder "seducir" a los "abstencionistas hastiados de la política", a los que se sienten "engañados" por el PP, "a todos los españoles que quieren cambiar las cosas, sin populismos ni demagogias". Un mensaje claro a aquellos que el 25-M votaron a Podemos o a IU, o a los que confiaron en su día a los conservadores y ya están distanciados. 

Sánchez también lanzó algunas ideas de compromiso con la "transparencia" interna: anunció que el PSOE publicará trimestralmente en internet las cuentas del partido y que todos sus cargos públicos mostrarán sus bienes e intereses. "Nadie debe avergonzarse de su patrimonio, ni por grande ni por pequeño, pero nadie podrá tener responsabilidad orgánica sin hacer público su patrimonio, porque el único patrimonio que exigimos los socialistas es el de la honradez y la transparencia, el patrimonio de la ejemplaridad", proclamó.

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Al final, tras casi una hora, con un calor agotador en el auditorio –"voy terminando, veo muchos abanicos", bromeó–, calzó su mensaje de ánimo a las filas socialistas, atacar al PP, a IU y a Podemos. "Hoy es un mal día para la derecha española, para los que quieren imponernos su moral y erosionar el Estado del bienestar, para los de los sobres llenos y las conciencias vacías, para los tramposos que se envuelven en banderas de España pero se llevan el dinero a paraísos fiscales, para los que necesitan decir que todos somos iguales para sentirse diferentes. Hoy es un pésimo día para los que quieren un PSOE débil, porque salimos más fuertes y unidos", gritó. El público le dedicó otra ovación larguísima. "Estoy por acabar aquí", dijo sonriente. Pero continuó unos segundos más, para proclamar que los socialistas están de nuevo "en pie", "en marcha para cambiar España una vez más"

Más ovación y, de postre, La InternacionalLa Internacional. Algunos de la ejecutiva –no todos, y no Sánchez–, con el puño izquierda en alto. A la salida, contento general con la intervención de Sánchez. "Potente", "buen discurso", dijeron varios barones y miembros de su ejecutiva, dirigentes y hasta rebeldes como José Antonio Pérez Tapias, el candidato de Izquierda Socialista, que consideró "pasadas" las cuitas por la confección de la cúpula. En el convencimiento de todos está la esperanza de que se abra una nueva etapa y que el PSOE salga de su actual postración. Porque esta puede ser ya la última bala. 

Se acabaron los discursos centrados en clave interna. Pedro Sánchez ya ha pasado todos los trámites para hacerse líder del PSOE, y este domingo quiso ponerse otro traje: el de jefe de la oposición. Por eso tejió su primer discurso de arranque de mandato con las piezas con las que quiere componer su proyecto político, de ataque sin contemplaciones al PP por su gestión de la crisis y dejar un país "castigado" y condenado al sufrimiento.

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