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¿Quién teme a Izquierda Unida?

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Es "un lobby", se palpa "una presión muy fuerte", un "movimiento del capital", una decidida "ofensiva bipartidista". Izquierda Unida siente una presión ambiental de la que no es ajena el PSOE. Pero la federación la siente como una amenaza de la que cree que los socialistas no sabrán o podrán escapar, mientras que en el PSOE dicen ser conscientes de que una gran coalición con el PP es “inviable” y les conduciría al “suicidio”. IU, sin embargo, juzga que la pulsión para consolidar “una segunda Transición” es demasiado poderosa, por lo que “el Poder” –con mayúsculas–, los poderes financieros, la derecha mediática, la banca, remarán contra un eventual acuerdo entre las dos formaciones de la izquierda. Al menos, en el Gobierno central, que son palabras mayores, y que nunca en la reciente historia democrática se ha producido. Otra cosa son las comunidades autónomas. 

IU lleva tiempo advirtiendo de cómo se intentan poner palos en la rueda de la federación, para que no se consolide y para que no cale la idea de que una alternativa es posible. “Se va a agudizar la confrontación ideológica. Hay mucho poder preocupado en bombardear la alternativa. Prefiere la alternancia”, aseguró Cayo Lara hace casi un año. Un “poder” que encarnan “la derecha económica y política y sus aliados”. Hay “movimientos” para “mantener los chiringuitos del bipartidismo”, alertó también entonces. No hace ni un mes, el pasado 29 de marzo, el coordinador federal avisó de la existencia de una corriente dentro del PSOE, de la que formaría parte “activa” José Luis Rodríguez Zapatero, que estaría abogando a favor de una gran coalición con el PP. El expresidente tardó muy pocas horas en negarlo “categóricamente”. “Ha habido fuerzas económicas a las que no les apetece el acuerdo con IU”, deslizó hace apenas una semana en rueda de prensa, justo después de la superación de la crisis de gobierno en Andalucía. Y, este mismo lunes, la federación denunció que PP y PSOE ya funcionan como una gran coalición en el Parlamento europeo, donde votan juntos en el 73% de las ocasiones

La denuncia ha sido, por tanto, repetida en el tiempo. La amenaza, para IU, es real. No un fantasma. “Existe una fuerte presión para consolidar esa segunda Transición y apuntalar la estabilidad de la monarquía, y para eso los poderes necesitan un gran consenso –opina José Luis Centella, coordinador de la Presidencia Federal de IU, portavoz de Izquierda Plural en el Congreso y secretario general del PCE–. Es una de las imposiciones de la troika, un acuerdo de los dos grandes partidos. Ya ocurrió con la posición que los dos partidos llevaron en el Consejo Europeo de junio de 2013”.

"Ojo con la puerta giratoria"

Pero, ¿quién teme a IU? ¿Presión… de quién? “De los poderes económicos y de la troika. Y de un sector que creo muy minoritario pero muy influyente en el PSOE. Y de los medios del establishment que han actuado como una sola voz con la crisis en Andalucía, el último libro de Pilar Urbano [La gran desmemoria] o el elogio a la cultura del consenso de la Transición”, responde Centella, un dirigente de muchísimo peso dentro de la federación y no conocido por su talante duro, sino por todo lo contrario, por su cintura y por su habilidad para tender puentes con los suyos y para entenderse con el PSOE. No en vano se ha destacado mucho en los últimos días su relación directa y cordial con la hoy presidenta de la Junta, Susana Díaz, con quien negoció hace dos años el acuerdo de gobierno.

La cúpula federal comenzó a percibir esa “inquietud” por el ascenso de IU y por la eventualidad de que pudiera llegar al Gobierno en la próxima legislatura, en un escenario fragmentado donde ni PSOE ni PP tendrían mayoría suficiente y sólida, hace un año, cuando las encuestas confirmaban su tendencia al alza. Más en concreto: “Cuando comenzamos a crecer por encima del 10%”, relata Ramón Luque, secretario de Acción Electoral. “Los poderes vieron venir una coyuntura para la que habría que tomar decisiones. ¿Quiénes? La banca, las multinacionales, las eléctricas, la monarquía y… la puerta giratoria. Ojo con esa puerta giratoria que es la expresión de una sintonía de los poderes fácticos y los poderes políticos. Hablamos de los Felipe [González], los [José] Bono, los [Javier] Solana…”. O sea, también la vieja guardia, una sensación que corre igualmente en el PSOE. IU dice no tener datos directos, no tiene cómo detallar esa presión. “Nuestra gente no se mueve en esos círculos. Pero lo lee o lo deduce en El País, o lo intuye por declaraciones públicas de Bono o González, o por conversaciones con dirigentes del PSOE. Este tipo de operaciones se cocinan en restaurantes y en campos de golf”, remata Luque.

En realidad, en IU ocurre algo semejante a lo que se discute en los mentideros socialistas. Se sabe que algo se mueve entre bambalinas, es una comidilla continua en la que circulan siempre las mismas entidades –las grandes empresas, el Ibex 35, el grupo Prisa– y los mismos personajes –González, Bono, Solana, Juan Luis Cebrián–, a los que uniría el deseo de ahormar una Große Koalition a la alemana. La federación añade otro propósito, ya enunciado: la necesidad de preservar la estabilidad de la Corona frente a las turbulencias externas y, sobre todo, internas –léase caso Urdangarin, léase cacería de lujo en Botsuana– de los últimos años. “Una parte del PSOE y el PP están trabajando en esa restauración, donde se dé un lavado de cara al régimen y se pueda coronar al príncipe Felipe, pero eso sí, manteniendo las exiguas condiciones de vida de la gente”, tercia Manuel González Orviz, coordinador de IU en Asturias.

El "discurso del miedo" del PP

¿De qué otra forma se traduce esa querencia hacia los grandes pactos PSOE-PP? “Por el miedo. Es lo que le queda a la derecha. El discurso del miedo”, replica Eddy Sánchez, líder de IU en Madrid. Una contestación que ofrece, de forma análoga, una máxima responsable de Esquerra Unida del País Valencià (EUPV): “Ya hacen campaña con la idea de la inestabilidad, más aún a raíz de lo que ha ocurrido en Andalucía. Antes, tanto los socialistas como Compromís como nosotros éramos malos. Ahora seremos más malos aún para ellos”. Son las dos comunidades, Madrid y Valencia, donde más pende de un hilo el dominio incontestable de más de dos décadas del PP, y donde se podrían alumbrar, tras las próximas elecciones autonómicas de mayo de 2015, Gobiernos de izquierdas.

En resumidas cuentas, como glosa Miguel Reneses, secretario federal de Organización, la posibilidad de esa gran alianza “es cierta, aunque la niegue todo el mundo”, porque “el bipartidismo está reaccionando a su declive”.

La percepción, por cierto, está asentada en todas las familias de IU, si bien Izquierda Abierta introduce algún matiz, si cabe más descreído respecto a los socialistas: “El PSOE en el Congreso traba una oposición izquierdista, pero luego se va al centro y ahí se le ve de buen interlocutor con la derecha catalana, con [Josep Antoni] Duran i Lleida –reflexionan desde la dirección del partido coliderado por Gaspar Llamazares y Montse Muñoz–. Pone sordina a François Hollande y al SPD en Alemania, pero no los critica. Ni está a la izquierda de la socialdemocracia europea. No sé si el PSOE llegaría a una gran coalición, pero previendo que va a haber una ruptura del bipartidismo, está valorando todas las posibilidades. En los ayuntamientos nunca hubo problema en pactar con IU, en las comunidades no les hizo demasiado tilín… y menos aún para el Gobierno central. En el cuaderno de bitácora del PSOE no está el acuerdo con IU, sino la geometría variable y el giro al centro. Si otra generación del PSOE gana las primarias y cambian las cosas, veremos. Pero [Alfredo Pérez] Rubalcaba no ha tirado la toalla, ni desde el punto de vista personal ni desde el punto de vista político. Su núcleo de confianza es la socialdemocracia liberal, que va a intentar seguir controlando”.

Escasas experiencias anteriores

El combate a ese pretendido anhelo de una fuerte entente de PSOE y PP explica en parte –pero sólo en parte– la voluntad férrea de IU de poner toda la carne en el asador en Andalucía. De esquivar la ruptura sin dejarse demasiados pelos en la gatera, de mantenerse en el bipartito, aunque “no a cualquier precio”, como dice Reneses. Es consciente de que muchos ojos, dentro y fuera de la comunidad, la miran, y por eso no puede permitirse pasos en falso. Es el Ejecutivo que gobierna a un mayor volumen de población, la comunidad más grande que ha caído en sus manos. Nada comparable a experiencias anteriores como los gobiernos con el PSOE en Asturias (2003-2007 y 2008-2011), los dos tripartitos en Cataluña (PSC, ERC e ICV-EUiA, entre 2003 y 2010) o el tripartito vasco con PNV y EA (2001-2009) que, a la postre, condujo a su formación en Euskadi al estallido interno y la escisión. Y nada que ver con su presencia en grandes ayuntamientos como Sevilla o Córdoba.

El próximo año, a Andalucía podrían sumarse Gobiernos tan potentes como los de Madrid y Comunitat Valenciana, hasta ahora feudos inexpugnables de la derecha, más otras tantas localidades, empezando por la capital de España. IU ya huele una ampliación decisiva de su poder. La más grande desde su creación, en 1986. Puede soñar incluso con poner un pie en el Ejecutivo central, terreno hasta ahora vedado para ella.

La federación se situó en una clave muy distinta tras las generales de noviembre de 2011. Por primera vez, tras años de declive, experimentó una histórica subida electoral que Cayo Lara y sus compañeros atribuyeron a la cohesión interna, la fortaleza del discurso durante la crisis y la presencia en las movilizaciones. En aquella noche de gloria del 20-N, ya el coordinador advirtió de que esa doble pata, instituciones y calle, seguirían presentes. IU se aprestó a ratificarlo en todos sus documentos. Todos hacen referencia a cómo IU debe ser ambiciosa y conquistar una “mayoría social”, cómo no debe temer estar en el Gobierno, cómo debe proyectar una imagen de fuerza solvente, “seria”, rigurosa, “responsable”. No frívola ni utópica. Esa impronta es innegable. Está reiterada hasta la extenuación. “Es que la seriedad es nuestro gran eje”, comparte Sánchez, quien recuerda cómo, por ejemplo, su dirección fue capaz de presentar unos presupuestos alternativos a los del PP en la Asamblea de Madrid. Para demostrar así que IU está madura, que tiene “capacidad técnica” para llegar al poder.

Antonio Maíllo, líder de IU Andalucía, con Cayo Lara, el pasado 12 de abril en Málaga | EFE

Andalucía se ha convertido en un importante banco de pruebas para toda IU. Su presencia en la Junta, como convienen distintos dirigentes de mucho peso, está sirviendo para hacer “pedagogía”. “Al PSOE porque le obliga a cambiar su cultura y a nosotros porque nos da cultura de gobierno, una madurez colectiva. Hemos aprendido que desde el Gobierno se pueden hacer muchas más cosas, que es más eficiente que un apoyo de legislatura –apunta un alto responsable de la federación andaluza–. Tenemos una aspiración de mayoría y desde el Gobierno llegas a más gente”. Del éxito (o fracaso) del experimento andaluz dependerán muchos pasos de futuro, de que los ciudadanos “vean a IU como alternativa de gobierno”.

La responsabilidad nos trasciende”, culmina este alto cargo que ha vivido la crisis con los socialistas en primera línea y siente que, tras ella, “incluso el respaldo a la presencia en la Junta es mayor”. “La gente sabe que es útil estar al mando”. Los socialistas son plenamente conscientes, asimismo, del deseo de IU de parecer una formación “fiable”, pero también tuvieron claro desde las últimas elecciones autonómicas, y así lo expresó José Antonio Griñán, que IU debía entrar en el Ejecutivo para corresponsabilizarse de la gestión. "Y fue mucho más fácil de lo que pueda pensarse, porque es más lo que nos une", apunta un dirigente de la máxima confianza de Susana Díaz. 

Estar en el Gobierno o fuera de él

En IU Andalucía el desapego al Ejecutivo de coalición es minoritario –hace dos años, el 84,93% de los militantes apoyó la entrada en el Gobierno–, básicamente residenciado en la Candidatura Unitaria de Trabajadores (CUT) y, de forma más matizada, en Izquierda Abierta. En la dirección federal, también el aval al bipartito es mayoritario. IU se dice “orgullosa” de sus logros, especialmente en las tres consejerías bajo su mando –con la política de vivienda como bandera– y no rematar la legislatura, como asegura Centella, le impediría “proyectar lo positivo del pacto, lo más importante” tras cruzar dos años duros, con recursos menguantes. “Es fundamental que salgan bien experiencias que ayuden a solucionar los problemas sociales, con políticas dirigidas a los sectores que han perdido la crisis. Y es importante tener tiempo. Una experiencia de gobierno corta o no cumplir lo que prometiste te puede llevar a un repliegue”, coincide Eddy Sánchez.

Desde Valencia, Andalucía es el espejo, la referencia “de lo que se puede hacer en tiempos difíciles”, “una esperanza, aunque haya errores”. “Demuestra que somos una fuerza capaz de estar en la calle con los ciudadanos y, al tiempo, saber gestionar y gobernar con solvencia. Y demuestra que podemos cohabitar con el PSOE, que somos leales y a la vez los más exigentes”, completa Reneses.

En Asturias, en cambio, IU pasó de estar en el Gobierno a prestar apoyo al PSOE desde el Parlamento y ahora, a estar bastante más apartada. González Orviz desacraliza estar en el Ejecutivo. “Estando en el Gobierno o fuera de él debemos mejorar la vida de la gente y hacer propuestas útiles, tener claro que el voto sirve para cambiar las cosas”. De cara al futuro, añade, habrá que ver.

"No somos Extremadura"

Otros dirigentes, como creen en Izquierda Abierta, estiman que la experiencia andaluza “no está sirviendo de faro ni de guía para casi nada”, porque los ejemplos no son trasplantables. “Si acaso –concede un gasparista– para quitar al PCE la prevención hacia el Gobierno. En IU adolecemos de falta de táctica, aunque seamos buenos en estrategia y programa; al PSOE le ocurre lo contrario”. Luque niega que con Andalucía IU esté adquiriendo “cultura de gobierno”, porque “siempre la tuvo”, “y ahí está el ejemplo de Cataluña, lo que pasa es que la memoria de los dirigentes es muy corta”. La diferencia sustancial es que ahora la federación está mentalizada de que las instituciones “son sólo una palanca, pero hace falta el poder de la calle”. La movilización. Y, como convergen varios cuadros, nada sería igual si IU siguiera en un discreto 5%, pues en ese caso su potencial de influencia sería infinitamente menor.

Las federaciones madrileña y valenciana están dispuestas a seguir el ejemplo de Andalucía. Sánchez observa cómo su dirección tiene “muy buena relación” y acceso a los sectores productivos más modernos, con más futuro, los pequeños comerciantes, las capas medias, mientras detecta “resistencias” en la patronal, en el empresariado tradicional, que ha vivido al resguardo incluso durante la crisis. El coordinador cree que ya no vale la argucia de la derecha de agitar el discurso del miedo, porque “vence el cansancio” con los gobiernos del PP.

Concentración del 22-M en Madrid, movilización en la que IU participó activamente | MARÍA D. VALDERRAMA

“La sociedad pide seguridad y estabilidad, y eso ya no viene de la mano de mayorías absolutas tradicionales, sino de gobiernos que hagan políticas que permitan que el paro y los problemas de las familias sean menores. Y eso pasa por gasto público e inversión, que hoy por hoy sólo lo garantiza una IU en el Gobierno”. La federación está dispuesta a entrar en el Ejecutivo, igual que pudo haber ocurrido en 2003 de no haberse cruzado el tamayazo, o incluso a liderarlo, ya que las encuestas la sitúan muy cerca del PSOE.

EUPV se sabe igualmente en el centro de atención. Su coordinadora, Marga Sanz, protagonizó a finales de marzo una concurrida conferencia que sorprendió por la “expectación creada”. “La mayor preocupación es si la pasada tensión con Compromís podía condicionar un futuro Gobierno”, recuerda una máxima dirigente. La respuesta es “no”. Porque la federación “jamás servirá para cerrar las puertas” a un “camino de progreso”. “No somos Extremadura”, advierte esta responsable. Así también se repite en Madrid, en Asturias, en la dirección federal. Facilitar el acceso al Gobierno del PP es una actitud proscrita, tabú, porque IU es consciente del castigo que provocó la célebre pinza –que Julio Anguita siempre niega– de los noventa. De hecho, la federación extremeña es hoy tratada casi como una apestada dentro de IU.

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En la cúpula federal y en los territorios se anticipa que si en las municipales y autonómicas de 2015 se abre la posibilidad de más gobiernos de progreso, el PSOE accederá, porque lo contrario supondría su “suicidio para varias generaciones”. Pero se alberga más dudas de lo que pueda pasar en las generales, puesto que la “presión de los poderes” –“y de la Unión Europea”, añade Sánchez– será “mucho más intensa” y “no permitirán” una entente con IU. Una dirigente incluso suscita la crisis en Navarra de este año, donde Ferraz prohibió la moción de censura contra la presidenta, Yolanda Barcina (UPN), por temor a las consecuencias de un apoyo de Bildu. “El aparato, la vieja guardia hará lo posible para reproducir el bipartidismo bajo unos esquemas nuevos”, expresan fuentes de EUPV.

De cualquier modo, IU rehúye de hablar ya de alianzas futuras. Prefiere centrarse “en el debate de las políticas y en combatir el bipartidismo”, en palabras de Reneses. Luego ya se verá, es el PSOE "quien debe resolver sus contradicciones". Pero sí cree que para minimizar el riesgo de un pacto PSOE-PP debe gozar de fuerza, de mayoría social, y cruzar los dedos para que la luminaria de la experiencia en la Junta no se tuerza. Lo dice alto y claro un máximo cargo de la federación: “Andalucía es la garantía para evitar una gran coalición”.

Es "un lobby", se palpa "una presión muy fuerte", un "movimiento del capital", una decidida "ofensiva bipartidista". Izquierda Unida siente una presión ambiental de la que no es ajena el PSOE. Pero la federación la siente como una amenaza de la que cree que los socialistas no sabrán o podrán escapar, mientras que en el PSOE dicen ser conscientes de que una gran coalición con el PP es “inviable” y les conduciría al “suicidio”. IU, sin embargo, juzga que la pulsión para consolidar “una segunda Transición” es demasiado poderosa, por lo que “el Poder” –con mayúsculas–, los poderes financieros, la derecha mediática, la banca, remarán contra un eventual acuerdo entre las dos formaciones de la izquierda. Al menos, en el Gobierno central, que son palabras mayores, y que nunca en la reciente historia democrática se ha producido. Otra cosa son las comunidades autónomas. 

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