Un año después de que el covid-19 irrumpiera en nuestras vidas como una pandemia global, empiezan a medirse y conocerse las consecuencias no solo a través del informe diario de muertos y contagiados, de vacunados y hospitalizados, sino también a través de quienes padecen los trastornos provocados por un largo confinamiento y un abrupto cambio en el modelo de vida y subsistencia. Los números que se manejan en cuanto a trastornos psíquicos, producto de la soledad, la incomunicación y la incertidumbre laboral, vaticinan una “segunda epidemia” mucho más invisible que la primera, pero no menos importante.
Este mes de mayo la revista tintaLibre se sumerge en esa parte que, demasiado a menudo, ocupa un lugar secundario en las urgencias de nuestro Sistema Nacional de Salud. Muchos especialistas en psicología y psiquiatría la consideran abiertamente la hermana pobre de la atención pública. España tiene muchos menos especialistas y camas por 100.000 habitantes en esa área que la mayoría de los países de la Unión Europea. Una rémora del pasado que en estas circunstancias se acrecienta en un país que, como afirma la doctora Iria Grande, sigue confundiendo al psiquiatra con el loquero.
La locura española, que en nuestro fecundo Siglo de Oro se hermanaba a los humores melancólicos y la bilis, produjo personajes universales como Cervantes –como afirma en su ensayo Roger Bartra– y llega a los tiempos modernos con la fuerza del electrochoque que, en el franquismo y hasta la abolición de los manicomios en los años ochenta, era la receta común contra cualquier conducta desviada. De manicomios y electrochoques sabía mucho Leopoldo María Panero, el desaparecido poeta maldito que transitó la mayor parte de su vida en esos pabellones desangelados y al que encuentra, en sus Conversaciones en el Más Acá, el escritor José Ángel Mañas. Desprecio parecido sufrió el psiquiatra Carlos Castilla del Pino, al que tanto sus ideas políticas como las referidas a su dedicación clínica no le ayudaron precisamente a burlar el confinamiento académico.
Ver más¿Es realmente posible un capitalismo verde?
La ansiedad, de la que escribe la investigadora Remedios Zafra, forma parte del paisaje íntimo y cotidiano de gran parte de la población. Un trastorno que se acentúa en tiempos de teletrabajo, de incomunicación, de adicciones a los ansiolíticos y analgésicos. Casi el mismo escenario de fragilidad que el antropólogo y naturalista Jordi Serrallonga atribuye a una especie humana que ha olvidado que es un “primate social” que necesita del contacto, del lenguaje corporal y de la comunicación para sentirse realizada en plenitud.
En la larga lista de espera que nos toca antes que alguien nos reciba y nos conforte, celebramos también en este número el centenario de Luis García Berlanga que, siguiendo la tradición de la picaresca, halló en el disparate nacional y el humor una forma de reírse y huir de la España grisácea del franquismo. Hay locuras creativas que no pueden esconder sin embargo el urgente cambio que necesita la maltratada psique española.
- tintaLibre mayo está a la venta a partir del viernes 30 de abril en quioscos y librerías de toda España
- Si eres socio o socia de infoLibre, ya puedes leer tintaLibre mayo y todos los números anteriores haciendo clic aquí
- Puedes suscribirte a través de nuestra tarifa exclusiva a tintaLibre y recibir un ejemplar cada mes en tu domicilio; el precio incluye un número gratis. Más información aquí
- También está disponible a través de App para su descarga en teléfonos y tabletas de Apple y Android
Un año después de que el covid-19 irrumpiera en nuestras vidas como una pandemia global, empiezan a medirse y conocerse las consecuencias no solo a través del informe diario de muertos y contagiados, de vacunados y hospitalizados, sino también a través de quienes padecen los trastornos provocados por un largo confinamiento y un abrupto cambio en el modelo de vida y subsistencia. Los números que se manejan en cuanto a trastornos psíquicos, producto de la soledad, la incomunicación y la incertidumbre laboral, vaticinan una “segunda epidemia” mucho más invisible que la primera, pero no menos importante.