Pildorazos sonoros para que no duela (tanto) la vuelta al cole

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Tantas ganas de que llegue el verano y ya casi ha pasado. Es suficiente un abrir y cerrar de ojos para pasar de la alegría al llanto, igual que de junio a septiembre. Y eso que los días se van acortando progresivamente para aminorarnos el golpe, pero cuando estamos de asueto prolongado y nos mueve la fiesta ignoramos las más evidentes señales de alerta. 

Es hora de hablar de la operación retorno, con su banda sonora de despertadores, atascos, claxons y no precisamente idílicos viajes en vagones de trenes. Es durillo, así es, pero impostergable, por lo que, como tabla de salvación, conviene tener siempre presente que cinco días después de cada lunes siempre llega otro viernes. Eso es así también. Pero no nos andemos con rodeos innecesarios. ¿Te duele la vuelta al cole? Aquí te recetamos unos cuantos pildorazos (que no se venden en farmacia legal) para que duela un poquito menos. 

The Hives: Come on

La mejor bando de rock sueco del mondo!", como brama en sus frenéticos conciertos con un peculiar castellano el vocalista Pelle Almqvist, lo sabe todo sobre la administración de medicamentos por vía auditiva. No en vano, este Come on contiene en 68 segundos gloriosamente comprimidos todo lo necesario para resucitar a un muerto. Nadie podrá nosotros, la rutina tampoco. ¡No olviden supervitaminarse y mineralizarse!

Ramones: I wanna be sedated

El brío y el ímpetu son características inherentes al mítico cuarteto neoyorquino, al que de los 149 segundos que dura esta súplica le sobran 140 para insuflar al oyente todo el vigor necesario para afrontar el lunes con otro ánimo. La sedación no es la solución, pero con su grito de guerra "Gabba Gabba Hey!", aún hoy, cuando ya hace tiempo que dejaron de existir, son un chute infalible que transforma cualquier lunes lluvioso en un mágico sábado en la noche. "Bam-bam-baba, babam-ba-baba, I wanna be sedated, hey, oh, let's go!"

R.E.M.: Shinny happy people

Una especie de adorable anomalía en la discografía de R.E.M. por su carácter descaradamente saltarín e intrascendente (y por la colaboración de Kate Pierson de The B-52's). Pero aunque la propia banda renegara de su poder balsámico y la olvidara intencionadamente en sus conciertos, la gente radiante y feliz supone un certero golpe de buen rollo. Y sin duda de eso se trata, después de todo, pues su radiación lumínica resulta contagiosamente curativa.

The Boo Radleys: Wake up Boo!

Hasta ocho veces te cantan que te levantes porque hace una bonita mañana The Boo Radleys en su gran oda al siempre complicado positivismo matutino. "Wake up, it's a beautiful morning" en bucle no es una mala idea como despertador. No en vano, la banda declaró en su momento que esta canción pretende "aferrarse a lo que queda del verano mientras puedas". Pues ya casi no queda pero, eh, tienes que levantarte aunque no quieras.

Biznaga: Una ciudad cualquiera

Diametralmente opuesta es la visión de los madrileños Biznaga, invariablemente iracundos contra la forma de vida capitalista imperante. La rabia como opción si no eres capaz de encontrar el buen humor al levantarte: "La chusma enlatada en vagones arrastra su cruz al amanecer. Borrachos llorando entre coches empuñan armas al revés. Predadores de noche, ejecutivos de día y la policía perdonándote la vida. Una ciudad tan buena... para morir como otra cualquiera".

Leño: Este Madrid

Más leña al mono del enojo. Han pasado cuarenta años pero la queja de Rosendo Mercado sigue estando de preocupante actualidad. "En Atocha encontrarás aire limpio sin igual. Es una mierda este Madrid, que ni las ratas, pueden vivir. Queremos una central que nos suministre energía, para destruir la mucha vegetación, que nos estorba (...) Lo que falta es un buen bidón de aire puro y natural. Y de cerveza, de tocino y de salchichón". Rock duro como coraza.

Foo Fighters: Walk

Canta Dave Grohl en esta canción al renacimiento personal y aprender a caminar de nuevo. Pero, más que por ese significado, Walk nos viene estupendamente por su videoclip inspirado en la película Un día de furia. Aquí, el líder de Foo Fighters es un Michael Douglas colérico que se harta de los atascos, de su trabajo, de su teléfono móvil y de todo el mundo en general y en particular. El desenlace no es que sea muy alentador, pero todos nos merecemos un día así de liberador.

Elvis Costello: Welcome to the working week

Bienvenido a la semana laboral. Sucinto pelotazo new wave de 82 segundos sobre odiar un trabajo que tienes que hacer de todos modos para ganarte la vida. "Sé que no te emociona, espero que no te mate", apostilla el inglés, quien escribió sus primeras canciones mientras trabajaba como operador informático. Un himno para la clase trabajadora británica que vio la luz en 1977, poco antes de la llegada de la Thatcher y los beligerantes años ochenta.

Dolly Parton: 9 to 5

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Qué tonadilla más alegre para afrontar con ilusión cada día si no fuera por lo que dice la letra: "Me caigo de la cama y tropiezo hasta la cocina, me sirvo una taza de ambición, y bostezo y me estiro, e intento despertar a la vida. Salto a la ducha, y la sangre empieza a circular, fuera en la calle, el tráfico empieza a saltar, con gente como yo, en el trabajo, de nueve a cinco. Trabajando de nueve a cinco, qué manera de ganarse la vida sobreviviendo justo justo. Toman todo y no dan nada. Usan tu mente y nunca se fían de ti. Suficiente para volverse loco, si se lo permites". Pasan las décadas, parece que cambian muchas cosas, pero otras permanecen desconcertantemente inalterables.

Luis Aguilé: Es una lata el trabajar

Empezamos a golpetazos con el punk y terminamos en otro lugar, muy lejos, sintiéndonos mucho más ligeros. Porque consigue Luis Aguilé con su característico y desenfadado humor regalarnos algo de paz con nosotros mismos en este mundo en guerra perpetua. "Es una lata el trabajar, todos los días te tenés que levantar. Aparte de esto, ¡gracias a Dios! la vida pasa felizmente si hay amor". Quedémonos con eso. No hay mejor mensaje como banda sonora para la vuelta al cole. 

Tantas ganas de que llegue el verano y ya casi ha pasado. Es suficiente un abrir y cerrar de ojos para pasar de la alegría al llanto, igual que de junio a septiembre. Y eso que los días se van acortando progresivamente para aminorarnos el golpe, pero cuando estamos de asueto prolongado y nos mueve la fiesta ignoramos las más evidentes señales de alerta. 

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