Muchos espectadores parecidos a los personajes de la miniserie Fleishman está en apuros han sabido encontrar gracias al boca a boca esta pequeña pieza en ocho partes recogida en Disney+. Probablemente se ven aquejados de los mismos males. Cercanos a sus cuarenta cumpleaños, con sus necesidades básicas cubiertas, habitantes de ciudades o sus suburbios, no consiguen sentirse satisfechos.
En el caso de la serie, el personaje interpretado por Jesse Eisenberg, Toby Fleishman, ve su mundo más alterado si cabe cuando su exmujer, de la que acaba de divorciarse, no recoge a los niños al llegar su turno y no puede localizarla.
Altibajos del divorcio
Este médico neoyorkino redescubre las citas y encuentros sexuales, aspira a mayor reconocimiento en su trabajo como médico, se reencuentra con sus amigos de juventud, lidia con las inquietudes de sus hijos y se consume en el rencor contra su expareja.
Los demás participantes del drama llevan sus propias mochilas. Su exesposa está interpretada por la impresionante, la enorme Claire Danes, cuyo punto de vista permanece oculto en los primeros episodios para caer como una bomba y mostrar de la manera más visceral que las historias tienen más de una versión.
Frustración a los cuarenta
Otro personaje va creciendo poco a poco durante la filmación, el de la amiga felizmente casada, infelizmente aburrida y que narra con su voz la historia. Elizabeth Anne Caplan encarna a Libby, cuya insatisfacción vital, pese a tenerlo todo, se convierte en frustración galopante cuando envidia la supuesta nueva libertad de su amigo divorciado.
Admito que cuando empecé a verla pensé que la historia de otro judío neurótico neoyorkino de clase alta no era precisamente la novedad que necesitaba. Fleishman no me caía muy bien y Jesse Eisenberg me parecía que se había quedado un poco aniñado para su personaje y para su contraparte, Claire Danes.
Una serie que mejora en cada episodio
Pero quizá las reflexiones y el tono de la voz narradora hacían intuir que las desventuras de Fleishman se dirigían a algún punto interesante. Y, efectivamente, el relato no para de mejorar a medida que profundiza, gracias a que su análisis es preciso, minucioso.
Se aproxima a su tema una y otra vez tratando de emitir un mejor diagnóstico de lo que hace infelices a tantas personas cuando cumplen cuarenta. A pesar de que la clase social, cultural y económica marcan mucho a sus personajes, subyace algo universal bajo sus conflictos.
Su tesis es que la juventud es la infinita potencia. A esa edad las personas que te conocen no saben en quien te vas a convertir, hasta donde llegarás, donde vivirás, en que trabajarás y que tal te irá.
A los cuarenta en cambio ya no puedes engañar a nadie, y menos que nadie a ti misma. Han quedado claras tus limitaciones y tus techos, pero aún no te resignas, todavía eres joven para aceptar sin más ese lugar en el que el mundo te ha colocado.
Guion adaptado muy literario
La dimensión literaria de la serie supone uno de sus mayores atractivos. Basada en una novela del mismo nombre, el guion adaptado corre a cargo de la autora original, Taffy Brodesser-Akner, empeñada en entender por qué los buenos trabajos y los buenos matrimonios pueden no proporcionar la suficiente felicidad.
Lo hace con un desorden más característico de una novela que de una obra escrita desde el principio para la televisión. Salta en sus puntos de vista, divaga, se permite cierta dosis de confusión a cambio de llegar a rincones de difícil acceso. Y tiene un buen puñado de frases redondas.
Brodesser-Akner ha ejercido la mayor parte de su carrera como periodista y ha conseguido su mayor reconocimiento como tal escribiendo perfiles sobre diferentes personajes, tanto para la revista GQ como para The New York Times.
Los momentos que lo cambian todo
Esta escritora judía consigue aportar claves que ayudan a entender los momentos críticos, los estímulos concretos que nos llevan a la desesperación, a la ira, o a la esperanza y que a veces nosotros mismos no conseguimos identificar.
Es en esos ejemplos, un parto, un posparto, una barbacoa o una contestación de la pareja, que se dan en un contexto determinado, en los que se abren los ojos a quien los vive y le hacen entender situaciones que permanecían latentes.
La serie consigue trasladar a imagen ese recorrido psicológico y el ambiente en el que se produce. Muchas veces tiene que hacerlo desde la incomodidad y sin apostar por grandes respuestas. Todos sufrimos problemas de crecimiento pero para cada persona son tan distintos que cada cual tendrá que encontrar sus soluciones.
El más absoluto vacío
La serie aprovecha la fascinante historia del Vantablack para abordar la angustia. Vantablack es el nombre comercial de la sustancia más oscura jamás fabricada. Una alineación de nanotubos específica ha conseguido un material que absorbe un 99,9% de la radiación de luz visible.
Nueva York acoge durante el verano en el que se producen los hechos contados en la serie una exposición sobre el extraordinario pigmento. Toby y sus hijos no son capaces de adentrarse en la sala cubierta de Vantablack en un primer momento. Cruzar el umbral del vacío requiere ciertas condiciones.
Vantablack es un ejemplo más de como la autora y productora ejecutiva de la serie aprovecha cualquier anécdota para tratar de asir unas sensaciones escurridizas. Ella misma ha confesado que escribió su novela para tratar de entender los problemas de las parejas y los de la mediana edad y que aún no ha conseguido desentrañarlos del todo. Tampoco se resuelve el misterio viendo su serie, pero reconforta reconocer la parte de verdad que se cuenta en ella.
Muchos espectadores parecidos a los personajes de la miniserie Fleishman está en apuros han sabido encontrar gracias al boca a boca esta pequeña pieza en ocho partes recogida en Disney+. Probablemente se ven aquejados de los mismos males. Cercanos a sus cuarenta cumpleaños, con sus necesidades básicas cubiertas, habitantes de ciudades o sus suburbios, no consiguen sentirse satisfechos.