Como los vinos tienen aromas afrutados, recuerdos de roble y ecos de tierra recién mojada, la serie Separación, distopía que ofrece Apple TV, evoca momentos de Black mirror, tiene retrogusto a la película Brazil o al Planeta de los simios y reminiscencias de El show de Truman y Matrix o Westworld, entre muchos matices más.
La acción se sitúa en un mundo idéntico al de nuestro presente. Una empresa americana ofrece a sus empleados una tecnología que les permite olvidar el trabajo cuando salen de él y su vida personal cuando están en la oficina.
Se acogen al programa voluntariamente, pero no llegan a comprender el alcance de su decisión. Se sienten atrapados en un trabajo sin sentido lleno de palabrería vacía, como muchos trabajadores en el mundo real.
Adam Scott, Britt Lower, John Turturro, Zach Cherry y Christopher Walken interpretan a los empleados captados por el programa de la empresa Lumon. Patricia Arquette y Tramell Tillman encarnan a los capataces del sistema. Un reparto que funciona al completo y en el que todos encuentran espacio para destacar.
La serie ha renovado gracias a su éxito y prestigio
Nueve episodios de unos cincuenta minutos componen la primera temporada de la serie, que ya ha sido renovada ante su fulgurante éxito entre fans y crítica. Por su excelente dirección, su potente propuesta visual, su mezcla entre comedia y thriller y, sin duda, por los inquietantes parecidos con la vida bajo organizaciones supuestamente excelentes.
La idea parte de un debutante en televisión, Dan Erickson. Él mismo se vio envuelto en un empleo en una compañía desagradable que le sumía en un cierto estado depresivo, como explica en declaraciones a Emma Stefansky, de Thrillist. Enumera también las influencias que le acompañaron al escribir el guion.
Un guion no destinado a producirse
Su escrito original no estaba dedicado a ser producido, sino a mostrar sus habilidades como guionista para ser contratado en alguna serie. Sus folios terminaron en la blood list, una lista de los mejores guiones no producidos de ciencia ficción y horror que circula entre la profesión para detectar nuevos talentos.
Entre quienes se hicieron con él se encontraba el actor Ben Stiller, quien se sintió tan claramente atraído por la idea como para apostar por desarrollarla en una serie con su productora, Red Hour Productions ya en 2016.
Ben Stiller no es solo un actor cómico
Ben Stiller parece un compañero inesperado en este proyecto. Es mucho más conocido como actor de comedia. Pero desde el inicio de su carrera ha buscado la dirección y encabezar proyectos propios. Recientemente, ya fue productor ejecutivo y director en la miniserie Fuga en Dannemora, la oscura historia de una evasión carcelaria en la que también sobresalió la interpretación de Patricia Arquette.
Stiller encabeza el proyecto como productor ejecutivo, ha liderado la escritura final de la serie y ha dirigido seis de los nueve episodios. Según sus compañeros, con un temperamento obsesivo y un horario de trabajo interminable.
Parte de su aportación fue liberarse de algunos elementos surrealistas y de ciencia ficción. Según señala Erickson, el mayor cambio que se produjo fue para profundizar en la tristeza del concepto, el que estas personas eligieran este sistema, que nadie les forzara.
Una cárcel sin barrotes
A partir de ahí, trabajaron en la idea de unos personajes atrapados en una cárcel sin barrotes pero paralizante, una rueda de hámster. En su viaje, los personajes pasan por la aceptación y la toma de conciencia de su situación para avanzar hacia la lucha por cambiar las circunstancias.
A lo largo de los episodios presenciamos varias ideas corporativas que pretenden subir la moral de los trabajadores y resultan alienantes y deprimentes, como fiestas a tiempo tasado en horario de trabajo, con condiciones puestas por la dirección, regalitos con la imagen corporativa o premios infantiles a la productividad.
Basado en comportamientos de empresas reales
Nada de esto es imaginario, Erickson se desquita en su guion de prácticas que ha sufrido de primera mano en su vida laboral. La serie funciona en varios planos, pero uno es evidente, la denuncia de una cultura corporativa tóxica.
Ciertas compañías, especialmente estadounidenses, actúan con una especie de manual de principios rígidos que recuerdan a una religión vacía. Palabras huecas que pretenden dar una filosofía profunda al trabajo que involucre a los trabajadores.
La idea de que desde tal o cual compañía no solo se comercializa un producto, sino que se trabaja por un mundo mejor aparece en varias series recientes. Entre ellas, la de los perversos dueños de la farmacéutica Purdue en Dopesick o, especialmente, las que recrean el auge y caída de los fundadores de Uber (Superpamped) y Wework (We crashed).
Corporaciones como sectas
Estas empresas cultivan el culto a la personalidad de sus fundadores y acaban teniendo comportamientos cercanos a los de las sectas. Hacen creer a los trabajadores que son parte de la familia de los dueños. Como hijos que forman un rebaño querido por los padres protectores.
Esta filosofía barata contrasta con la labor de ciertos empleados. En la serie, sus protagonistas realizan tareas incomprensibles para ellos mismos y para los espectadores.
Podría ser un reflejo de la desconexión que muchos trabajadores tienen que hacer para suspender su personalidad en horas de oficina o fábrica, y realizar acciones mecánicas que no pueden satisfacer el legítimo orgullo por un trabajo útil para la sociedad.
Los vientres de alquiler como distopía real
De manera secundaria en la temporada, el concepto de la separación, de utilizar a las personas exactamente igual que a cualquier otra materia prima, se utiliza en el caso del embarazo y la maternidad.
Recuerda inevitablemente a la maternidad mediante vientres de alquiler, llamada por sus partidarios gestación subrogada. ¿Qué se pide a las mujeres que participan, voluntariamente, en estos programas? Una compartimentación absoluta de sus cuerpos.
Extrañamiento estético
Un acierto de la serie es su propuesta visual, a cargo de Jeremy Hindle. Especialmente el diseño del interior de las oficinas de Lumon Industries, el centro de la acción. Paredes blancas desnudas de adornos, luces de neón, total ausencia de ventanas y sobre todo pasillos laberínticos infinitos componen este mundo de pesadilla.
Todo contribuye a la sensación de extrañamiento estético. Por un lado, los elementos por separado, tabiques, paneles o sillas con ruedas, son conocidos por todos. Por otro, la tecnología es anacrónica, se mezclan el futuro y ordenadores con aspecto de varias décadas de antigüedad. La sensación resulta en un desquiciante infierno.
Sobre el anacronismo de algunas tecnologías, Ben Stiller ha explicado algo que aún no ha salido en pantalla durante esta primera temporada. Los creadores de la serie trabajan con más información de la que han dado ya a los espectadores, claro. Entre ella se encuentra el origen de la empresa, que puede remontarse a los años cincuenta.
Y afirman tener respuesta también para cierta escena surrealista e impactante de la que de momento no se ha dado ninguna explicación. Quienes hayan visto la temporada saben de qué escena se trata.
El mapa del laberinto que compone la planta en la que se emplean estos trabajadores es algo que ha desquiciado a los fans más implicados en los misterios de la serie. Entre los guionistas también supone un elemento crucial.
Hindle, el diseñador de los decorados, recomendó al creador de la propuesta, Erickson, que se bebiera un vino y se pusiera a diseñar el espacio de la empresa. Así lo hizo y terminó con un extenso mapa que ni siquiera los guionistas saben aún a qué objetivos responde en su totalidad.
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¿Responderá la serie los enigmas que ha creado?
“Hay muchas cosas que sabemos y luego hay un laberinto en blanco en el que estamos deseando poner cosas extrañas mientras avanzamos” ha confesado Erickson a Thrillist. Esta declaración resulta algo inquietante para los amantes de la coherencia.
Queda por saber si en su desarrollo Separación acabará siendo como Twin Peaks o Lost, capaces de abrir intrigantes interrogantes, pero también de luego decepcionar en las respuestas a varios de ellos. Quizá en lugar de ver estas series como puzles perfectos se puede disfrutar con las sensaciones y las reflexiones que provocan sin pedirles más.
Como los vinos tienen aromas afrutados, recuerdos de roble y ecos de tierra recién mojada, la serie Separación, distopía que ofrece Apple TV, evoca momentos de Black mirror, tiene retrogusto a la película Brazil o al Planeta de los simios y reminiscencias de El show de Truman y Matrix o Westworld, entre muchos matices más.