Se van a cumplir cincuenta años desde que los comunistas del norte ganaran la devastadora guerra de Vietnam y, posteriormente, reunificaran el país tras haber derrotado a las tropas de refuerzo estadounidenses del bando rival. Su régimen de partido único se extiende hasta hoy en día. A pesar de su apertura económica y al turismo, el gobierno comunista del país asiático practica un estricto control político. No solo ha prohibido la difusión de la serie El simpatizante, sino que además ha censurado en internet búsquedas relativas a ella, aunque sea periféricamente.
En el otro extremo geográfico y político, también algunos vietnamitas mayores que se hicieron estadounidenses tras la contienda han mostrado objeciones a la caracterización que hace esta ficción de su bando.
Otro ángulo de la guerra del Vietnam
Para el resto de espectadores, ajenos al trauma de aquel conflicto bélico, esta serie de siete episodios disponible en Max (hasta recientemente HBO Max) ofrece una excelente oportunidad de acercarse a una guerra que ha dado mucho juego en el cine desde una perspectiva original.
Conocemos la historia a través del Capitán, un comunista con mezcla de sangre vietnamita y francesa, que ha ejercido como espía infiltrado entre los enemigos del sur y ahora, no sabemos porqué al principio, es obligado a confesar por sus propios colegas en un campo de reeducación.
Posguerra en Estados Unidos
De ahí retrocedemos a los días de la caída de Saigón y vemos que el Capitán es el subalterno de total confianza de un General a quien saca información. Los jefes del Capitán le obligan a seguir a un grupo de perdedores en su exilio a Estados Unidos y a alertar de una posible contraofensiva.
La historia que comienza así mezcla la acción y el drama con una comedia peculiar, satírica, que descoloca un poco al principio a la vez que despierta la curiosidad por las posibles nuevas ocurrencias.
Cuatro personajes para Robert Downey Jr.
Por ejemplo, el actor Robert Downey Jr. interpreta cuatro personajes que representan las clases dirigentes en Estados Unidos, al estilo de lo que hacía Peter Sellers en ¿Teléfono Rojo? Volamos hacia Moscú, según una idea de uno de los dos creadores de la serie, Park Chan-wook.
Una de las ventajas de esta propuesta es la confianza en la solidez de la historia, basada en la novela del mismo nombre ganadora del premio Pulitzer entre otros galardones. Con ella debutó el escritor Viet Thanh Nguyen en 2015 (Booket).
Algunos hechos reales
El autor recogió para ese primer libro muchas de sus propias vivencias familiares. Su madre era una norvietnamita que tuvo que viajar al sur y que tras la caída de Saigón también se exilió, ya con él, a Estados Unidos, donde pasaron por uno de los cuatro campos de refugiados que se establecieron para ellos, como les ocurre a los personajes.
Nguyeb se interesó desde niño por la literatura sobre la guerra de Vietnam contada desde los nacionales del país. Mientras, su patria de adopción se veía sacudida por una enorme ola de narrativa, sobre todo en el cine, sobre la guerra desde la perspectiva estadounidense.
La identidad facturada de los espías
La quiebra de la identidad que él mismo vivió como inmigrante se convierte en el eje de El simpatizante. El protagonista de la historia no solo es francés y vietnamita, ahora es estadounidense y vietnamita, comunista y capitalista, leal y traidor. La contradicción inherente al espía se combina en su caso con la del mestizaje.
El autor de la novela ha sido muy específico respecto a la adaptación a la pantalla de su material. Ha querido preservar la mirada vietnamita y, aunque la responsabilidad ha recaído en un surcoreano y un canadiense, la mayoría de los intérpretes son de su país de origen y más de la mitad del metraje se ha filmado en la lengua asiática.
Del director de ‘Old boy’
De esos autores de la versión audiovisual, el canadiense es el actor, guionista, dramaturgo y director, Don McKellar, que vuelve a colaborar con el autor de Old boy, el imponente director coreano Park Chan-wook, que dirigió la también recomendable serie de espionaje La chica del tambor (Max).
Juntos han acometido la coordinación del guion, que ha pasado de la primera persona en la que se cuenta la novela a una serie de recursos que mantienen un relato de los hechos siempre desde la perspectiva del protagonista.
Estética setentera
Chan-wook ha dirigido además los tres primeros episodios asentando la cinematografía, intensa, saturada, con un estilo que evoca el de las películas americanas de los años setenta.
Fernando Meirelles, el codirector de Ciudad de Dios, se ha encargado de otra de las entregas. Recientemente ha dirigido también Sugar, la serie de Apple tv+ con una estética que rinde homenaje a las viejas películas clásicas de detectives. Ambos directores son relevados por el británico Marc Munden para los episodios finales.
Vietnamita de ojos claros
Al otro lado de la cámara, el protagonista está encarnado por el actor Hoa Xuande, australiano descendiente de vietnamitas. El intérprete luce unas lentillas que hacen sus ojos claros recordándonos en todo momento sus dos orígenes étnicos.
El proceso de búsqueda de este personaje fue largo y Xuande tuvo que hacer varias audiciones antes de convencer a los productores ejecutivos de que era el indicado para el papel. Se esperaba de él que fuera capaz de esconder los sentimientos a los demás, como buen espía, pero al tiempo dejárselos ver a la audiencia.
Sobrevivir con estilo
Los productores querían que tuviera también una capacidad de supervivencia ante circunstancias adversas manteniendo el tipo con estilo, una especie de “Steve McQueen asiático”, según McKellar. Xuande tuvo que perfeccionar sus rudimentarios conocimientos del vietnamita para dar vida al Capitán.
Además del mencionado Robert Downey Jr., destaca la participación en la serie de Sandra Oh. Amiga desde hace años del productor ejecutivo McKellar, su nombre fue sugerido para el papel, sin embargo, por el propio autor de la novela y una vez más le imprime su desparpajo y naturalidad característicos.
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Entre los intérpretes vietnamitas se puede destacar a Kieu Chinh, que tuvo a su propio padre en un campo de reeducación durante más de seis años. La actriz apoyaba al sur en la guerra y tras el conflicto huyó a Canadá antes de recalar en Estados Unidos, donde se ha convertido en una activista de la cultura vietnamita.
Mentir para seguir siendo amigos
Entre las tramas principales destaca la relación entre el Capitán, Bon y Man, estos últimos interpretados por Fred Nguyen Khan y por Duy Nguyen, “la historia de tres amigos que para preservar su vínculo tienen que esconder quienes son porque los estragos de la guerra les han dividido como le ha ocurrido a tanta gente”, en palabras del protagonista, Xuande.
Y entre esta línea argumental y las que completan la historia, El simpatizante merece con creces el tiempo invertido en conocer los estragos de la guerra. O la vida en la posguerra y la fractura total a la que llevan tantas veces los conflictos entre compatriotas que empiezan con crispación, polarización y deshumanización de los contrarios. Algo que resuena hoy.
Se van a cumplir cincuenta años desde que los comunistas del norte ganaran la devastadora guerra de Vietnam y, posteriormente, reunificaran el país tras haber derrotado a las tropas de refuerzo estadounidenses del bando rival. Su régimen de partido único se extiende hasta hoy en día. A pesar de su apertura económica y al turismo, el gobierno comunista del país asiático practica un estricto control político. No solo ha prohibido la difusión de la serie El simpatizante, sino que además ha censurado en internet búsquedas relativas a ella, aunque sea periféricamente.