El talentoso equipo detrás de 'Ripley', un homenaje al cine negro clásico

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De la mente de Patricia Highsmith surgió un personaje turbio, desagradable a la vez que atrayente, Tom Ripley. Ella misma quedó seducida por este intrigante falsificador con rasgos de psicópata. Comenzó a escribirlo en 1955 –El talento de Mr. Ripley– y en 1990 entregó la quinta novela del personaje, Ripley en peligro, cinco años de morir ella misma.

Tras varias adaptaciones al cine de esta inusual estrella del género negro llega a Netflix la versión en serie firmada por Steven Zaillian, menos conocido por su nombre que por sus obras.

Escrita por el autor de La lista de Schindler

El guionista, que en esta ocasión también dirige los ocho episodios, tiene a sus espaldas algunos grandes títulos. Conquistó todos los premios con el texto de La lista de Schindler, y también ha escrito Gangs of New York y El irlandés, dirigidas por Scorsese, entre otras muchas películas.

Esta es su segunda serie, tras el tensísimo drama judicial The night of, donde ejerció de director además de firmar el guion. Versionaba una serie previa, la británica Juicio a un inocente. Era un ejemplo más del largo historial de adaptaciones de Zaillian.

La elección del blanco y negro

En el caso de Ripley, el autor ha declarado volver al libro de Highsmith y guiarse por lo que cree que ella hubiera hecho. En una entrevista a en ComingSoon, afirma que “lo escribió en 1955. Quizá ella lo imaginó en blanco y negro” refiriéndose a que la escritora solo había visto cine filmado así y probablemente ese sería su imaginario.

Para Zaillian el color nunca fue una opción. Cuando fue a localizar no tomó una sola fotografía que no fuera en blanco y negro. “Parte de ello es porqué pensé que el tono emocional de la serie nunca era brillante, colorido, una postal de Italia” señala. “Quería que fuera oscura y peligrosa. Incluso en una preciosa villa no quiero el océano azul” concluye.

Un enorme salto en la carrera de Andrew Scott

El reparto de su serie resulta coherente con esta visión. El talentoso irlandés Andrew Scott da vida a un inquietante Ripley Scott tiene una apreciada carrera ante las cámaras y una muy sólida en el teatro. Los papeles que le hicieron más famoso, su Moriarty en la serie Sherlock y el cura en la segunda temporada de Fleabag destacaban por su carisma arrollador.

En los primeros episodios de Ripley sorprende verle apagado, con poca chispa, un timador del tres al cuarto sin especiales habilidades, plano. Esa personalidad gris y un ritmo lento hacen que los primeros minutos de la serie no tengan la temperatura que luego se va alcanzando.

Un comienzo lento

Al leer una novela puede que las primeras páginas no nos digan nada y el libro se acabe convirtiendo en uno de nuestros favoritos cuando en determinado momento entramos en la clave que se está proponiendo. Así puede pasar en esta serie.

Scott compone su personaje con tiempo, con la mirada a veces vacía de inteligencia, a veces encontrando soluciones mediocres, sobreviviendo de milagro a sus propias torpezas.

Desconfianza y esfuerzo

Zaillian refuerza esta torpe andadura del personaje con constantes miradas de desconfianza ante él y sus mentiras, eternas escaleras por subir y fatigosos esfuerzos para borrar las huellas de sus delitos.

Acompañan a Scott en estos episodios estupendos actores, un elegante Johnny Flynn como Dickie y Dakota Fanning como una Marge poco complaciente. A ellos se suman Maurizio Lombardi o Eliot Paulina Sumner, fascinante hije del músico Sting que se define como persona no binaria e interpreta a Freddie, pijo, insolente y delicado en esta versión.

Vuelta al mundo Ripley de John Malkovich

Se une al reparto John Malkovich, como Reeves, socio del protagonista de la saga en libros posteriores y quien prestó su turbia mirada a Tom Ripley en la adaptación cinematográfica El juego de Ripley, de 2002.

El episodio tres

Si la primera entrega tarda en arrancar y la segunda nos sitúa en Italia, en el tercer episodio la serie se consagra. Lo que sucede y cómo sucede va a quedar en la retina de todos los espectadores y va a pasar a comentarse durante años en multitud de conversaciones sobre series, sobre crímenes, sobre momentos de tensión.

Ahí está el evento canónico, el punto de inflexión del personaje, la línea roja que ya no puede descruzarse. Y se cuenta con tiempo, con detalle, con suciedad, dificultad, con sonidos agobiantes, con retrocesos y avances.

Intensas música y fotografía

Tan importantes como el guión y las interpretaciones son aquí la fotografía, la impecable composición de los planos, el tempo mórbido o la banda sonora llena de sonidos inquietantes. Todos estos elementos se encargan de atornillar las sensaciones de desasosiego e inquietud que derivan de la personalidad de los protagonistas.

Sensaciones crecientes que hacen que la serie mejore según avanza y que la inquietud persista como un retrogusto incluso cuando ya se ha dejado de ver. Ayuda la precisa banda sonora a cargo de Jeff Russo, que además de música con sus bandas de rock, crea partituras para series y películas. Ha colaborado antes con Zaillian y ha firmado las músicas de la serie Fargo o de varias series del universo Star Trek.

La fotografía está firmada por el ganador de un Óscar por Pozos de ambición, Robert Elswit, colaborador habitual del director Paul Thomas Anderson o de George Clooney, también había trabajado con Zaillian en The night of.

Americanos en la bella Italia

Este Ripley tiene en común con la reciente temporada de White Lotus la mirada fascinada de los americanos hacia la belleza italiana. Si allí se contaba con colores saturados aquí con su ausencia. 

Lo que entonces eran planos abarrotados de información ahora son composiciones arquitectónicas, lineales, con una sobriedad que resalta las geometrías de unas escaleras, un arco, una plaza…

Odio y admiración al ocio de los ricos

En ambas producciones el paraíso mediterráneo y el ocio que disfrutan los ricos en él despierta la repugnancia y la fascinación, alimenta el monstruo de la envidia. No es extraño encontrar referencias al personaje creado por Patricia Highsmith en White Lotus y en otros lugares. 

Muchas películas baratas hechas para acompañar siestas se basan en una supuesta amiga que se obsesiona con arrebatar la vida perfecta de la protagonista. El arquetipo de la escritora funciona con cualquier género y en cualquier contexto. 

La gracia extra de esta serie reside en ese mal sabor de boca. Parte de él se logra contando los hechos desde el punto de vista de Ripley. “No es fácil para él sostener esa cantidad de mentiras porque no es un criminal profesional. No es mejor en ello de lo que lo seríamos nosotros” explica Zaillian.

La confusa sexualidad de Ripley

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Patricia Highsmith fue una escritora homosexual que escribió sobre el amor entre mujeres y en su vida personal mantuvo relaciones complicadas. Su personaje más conocido, el protagonista de esta serie, fue visto como gay por muchos lectores, aunque la autora negó que lo fuera.

Highsmith apostaba más bien por una sexualidad de su personaje al servicio de otros fines. Ripley se acostaría con cualquiera si le servía para determinado objetivo. En esta serie el tema se presenta como algo más que ambiguo. Queda abierto a la especulación si lo que le gusta de Dickie a Tom se debe al erotismo o a la codicia o a una combinación de ambos.

No está confirmada la continuación de la serie. Habrá que ver la recepción de una propuesta que está teniendo las mejores críticas pero que, entre su comienzo lento y el blanco y negro, no es la más fácil para lograr audiencias enormes.

De la mente de Patricia Highsmith surgió un personaje turbio, desagradable a la vez que atrayente, Tom Ripley. Ella misma quedó seducida por este intrigante falsificador con rasgos de psicópata. Comenzó a escribirlo en 1955 –El talento de Mr. Ripley– y en 1990 entregó la quinta novela del personaje, Ripley en peligro, cinco años de morir ella misma.

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