Siempre pensé que estaría un tiempo, corto, y que luego me iría a otro proyecto. Y ese tiempo “corto” se ha prolongado, mucho más de lo que me imaginé cuando en 2006 dije sí a un proyecto bastante loco, muy arriesgado y muy ilusionante: arrancar un nuevo canal.

LaSexta cumple 18 años. Y yo con ella desde aquel febrero de 2006 en el que dejé TVE y decidí tomar una de las decisiones más arriesgadas de mi carrera: irme de un transatlántico informativo, la redacción de los Telediarios, y empezar en un canal en el que estaba todo por hacer.

Los primeros meses fueron de explorar. Empezamos con un programa de debate en un plató sin acondicionar, en el que no había aire acondicionado y en el que había que ir haciendo parones porque los invitados tenían lipotimias. Esto es real.

Luego llegó el proyecto profesional en el que más fuera de lugar me he sentido: estar 30 días seguidos hablando de fútbol, el Mundial de Alemania, sin tener ni la menor idea de fútbol. Me tocó estudiar y me tocó verme todos los partidos. En casa me sufrieron: con mi libreta azul lo apuntaba todo, lo que entendía y lo que no. Y aunque sufrí mucho, la angustia de ponerte delante de la cámara sin controlar bien lo que va a pasar (a día de hoy sigo sin entender eso del “achique de espacios”), admito que disfruté como una enana, conocí a gente maravillosa y aprendí “algo” de la pasión del fútbol.

Aquel verano no hubo vacaciones. Nada más terminar el Mundial había que ponerse con los ceros de los infos que arrancaban en enero. Una redacción nueva, que no se conocía de nada, muchos de ellos recién licenciados, sin ninguna experiencia previa pero con todas las ganas del mundo por aprender. Hicimos muchos infos entre andamios, mientras se construía el plató. Hubo muchos nervios, muchas dudas, pero allí estábamos: un equipo de personas intentando sacar adelante, en un tiempo récord, una nueva tele, una nueva forma de contar las cosas.

Muchos de los que arrancaron entonces ya no están: crecieron, se fueron a otros proyectos, cambiaron de país, de profesión incluso…

18 años en teoría es la edad de la madurez. Y aquí estamos. Buscando que cada día ustedes nos sigan eligiendo para informarse. Sigan decidiendo que encender el televisor a eso de las 3 menos “algo” sea la mejor forma de entender el mundo extraño en el que vivimos ahora

Y echando la vista atrás, ves que muchas de las cosas que soñaste que pasarían no ocurrieron. Los proyectos que iban a cuajarse se quedaron por el camino. Y llegaron otros, diferentes, no planeados, que te hicieron crecer.

Lo peor en este tipo de aniversarios es la nostalgia. Pensar que aquel tiempo pasado fue mejor. No lo sé. Echo de menos a muchos de los que estaban entonces y que se fueron. Echo de menos la ilusión de aquellos inicios. Echo de menos la inocencia que teníamos entonces. Echo de menos el tener todo por hacer. Sin presión, sin mirar las audiencias. Pudiendo arriesgar sin temor a que te machaquen al día siguiente.

18 años en teoría es la edad de la madurez. Y aquí estamos. Buscando que cada día ustedes nos sigan eligiendo para informarse. Sigan decidiendo que encender el televisor a eso de las 3 menos “algo” sea la mejor forma de entender el mundo extraño en el que vivimos ahora.

Yo sólo quiero darles las GRACIAS, en mayúsculas, por elegirnos cada día. Por confiar en nosotros. Sepan que sabemos la enorme responsabilidad que eso supone. Ah, y a los odiadores profesionales que, sin haberse leído ni una línea de este artículo, van a empezar a escupir su odio en redes, ánimo. Esto también se pasa. Sólo hace falta tiempo.

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