Feijóo se olvida en Cataluña de su veto a Bildu en Euskadi y no impedirá con sus votos un president independentista

El candidato del PP, Alejandro Fernández, se hace un autorretrato en compañía de Alberto Núñez Feijóo y otros dirigentes del partido en una calle de Barcelona.

Sin autocrítica. Y sacando pecho por haber pasado de 6 a 7 diputados en un Parlamento de 75 escaños. El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, reapareció este martes en Barcelona, dos días después de la jornada electoral en Euskadi, para pasar página del fiasco en Euskadi y centrarse en la campaña catalana, que empieza oficialmente el próximo viernes. Lo hizo, en plena celebración del San Jordi, aprovechando para pasear en compañía del candidato del PP, Alejandro Fernández por las calles de la capital catalana. 

En apenas unos días, Feijóo cambia de guion. En Euskadi el PP comprometió el apoyo de sus diputados para impedir la investidura del candidato de EH Bildu, lo que acabó no siendo necesario porque la izquierda abertzale, a pesar de sus buenos resultados, carece de aliados para acceder por primera vez al Gobierno vasco. Pero ahora, en Cataluña, Feijóo no está dispuesto a hacer lo mismo si en la noche electoral del 12M queda en sus manos la posibilidad de impedir que un candidato independentista, sea Pere Aragonès o Carles Puigdemont, se convierta en president. 

Y no lo hará, aseguran en el PP, porque apoyar a Salvador Illa, el aspirante del PSC, sería lo mismo que respaldar a Esquerra o a Junts. Así que su candidato, Alejandro Fernández, ha prometido no repetir lo ocurrido en el Ayuntamiento de Barcelona el pasado verano, cuando el PP respaldó la elección del socialista Jaume Collboni como alcalde para impedir el acceso al cargo de Xavier Trías, el aspirante de Junts. 

De Andrés versus Fernández

No es la única diferencia estratégica entre las dos elecciones. Feijóo presentaba en el País Vasco a su candidato, Javier de Andrés, un político cuidadosamente seleccionado por su equipo para intentar pilotar la renovación del partido en esa comunidad. En Cataluña, en cambio, no ha tenido más remedio que aceptar a Fernández, mucho más afín al sector radical del partido y uno de los poquísimos dirigentes que se atreve a discrepar de él en público. Feijóo hubiese preferido sustituirle por un perfil más afín, como el alcalde de Castelldefels, Manuel Reyes, pero el anticipo electoral frustró sus planes.

La comparación entre el rendimiento en las urnas de uno y otro, de Javier de Andrés y de Alejandro Fernández, será inevitable cuando pasen las elecciones catalanas, que los más duros del PP esperan con preocupación. Si el resultado no está a la altura de lo esperado, temen que acabe afectando a las europeas del 9 de junio.

La de este martes era la primera intervención de Feijóo entre las dos campañas, la vasca y la catalana. Así que había cierta expectativa por conocer qué tono elegía. Acabó siendo llamativamente conciliador e hizo gala de su cara más amable. Ni una mención al proyecto de ley de amnistía, que ha sido el eje de su estrategia desde hace nueve meses. Ni siquiera una referencia, siquiera indirecta, al caso Koldo, con el que el PP quiere desbaratar la campaña del candidato socialista, Salvador Illa. En vez de eso, el líder del PP prefirió acogerse a los mensajes positivos, con encendidos elogios a la “unidad, la concordia y la pluralidad del pueblo catalán”.

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La elección catalana se dirime, a juzgar por sus palabras, en términos similares a los del Euskadi: “Hay muchos partidos políticos, pero solo hay dos modelos”. El del PP y el de los demás. “El modelo constitucional, el modelo autonomista, es el modelo de la pluralidad dentro de la unidad, el modelo de la concordia y el modelo de todos los pueblos de España que con sus especificidades conviven armoniosamente como llevamos conviviendo en los últimos 45 años”. El otro, el “rupturista” y “secesionista”, en el que incluyó expresamente al PSC, “hace pequeño a los pueblos, hace pequeño a Cataluña y tensiona y fractura la sociedad”.

En vez de la “España que se rompe”, Feijóo prefirió hablar de que hay “poca inversión en educación, dificultades en el ámbito sanitario”, de deuda, de déficit, público y de ocupaciones ilegales de viviendas, una de las banderas que el PP tratará de arrebatarse a Vox durante la campaña.

El líder del PP no habló en ningún momento de llevar ante los tribunales a los independentistas, sino de “intentar reconducir la convivencia”. “Nosotros venimos a hablar aquí de Cataluña, porque entiendo que Cataluña necesita cambiar el procés por la convivencia y la división por la unidad y la pluralidad”.

Puigdemont

E incluso se permitió decir que no tiene “ningún interés en que la gente esté en prisión”, en referencia a Puigdemont, en contra de los que pedían muchos de los manifestantes que el PP ha movilizado desde que empezó a sacar a la gente a la calle en contra de la amnistía. “Lo que sí tenemos interés es en que las leyes sean iguales para todos los ciudadanos”, prefirió argumentar. “Interés para que un ciudadano esté con problemas con la justicia, ninguno. Pero interés en que la justicia sea igual para todos, sin ninguna duda”. Y, en respuesta a la pregunta de una periodista, recomendó a Puigdemont la lectura de la Constitución: en ella “cabemos todos” dijo en actitud amigable.

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Sin posibilidades de decidir nada en las elecciones catalanas, Feijóo no se ha marcado esta vez, como hizo en Euskadi, el objetivo de salir de la irrelevancia. Génova calcula que los comicios son un problema para Pedro Sánchez, bien porque acaben gobernando los independentistas con mayoría absoluta, quizá con Puigdemont al frente, bien porque se vea obligado a ceder a sus demandas para hacer president a Salvador Illa. Dos escenarios que, esperan en el PP, pueden hacer tambalear la legislatura nacional.

Así que el objetivo del PP es mucho más pragmático: recuperar el liderazgo del unionista catalán absorbiendo a los antiguos votantes de Ciudadanos y achicando todo lo posible el espacio a Vox, que en 2020 consiguió aglutinar el voto más anticatalanista. Ese ha sido siempre el plan de Feijóo: reagrupar el centroderecha bajo el paraguas del PP y acabar con Vox en las urnas.

Pero la extrema derecha se resiste. Lo hizo en Euskadi, donde el PP fracasó en el intento de atraer a sus votantes. Y los de Santiago Abascal se disponen a resistir en Cataluña con una campaña en la que uno de los ingredientes será precisamente denunciar que Feijóo quiere deshacerse de ellos para llegar a acuerdos con el PNV e incluso con el PSC. “Al Partido Popular le incomoda a Vox porque visibiliza la verdadera cara del PP”, acusó este lunes el candidato ultra, Ignacio Garriga.

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