La historia real de horror y redención tras ‘Mi reno de peluche’

Imagen promocional de 'Mi reno de peluche'.

De forma casi instantánea la serie de siete episodios, Mi reno de peluche, se ha convertido en lo más visto de Netflix. Lo hace con argumento perturbador, que se adentra en rincones muy oscuros de la mente y que cuenta los hechos reales que le ocurrieron a su creador y actor protagonista.

Puede verse perfectamente sin saberse que lo ocurrido es verdadero y que contarlo ha sido una catarsis casi necesaria para la supervivencia de su autor, Richard Gadd. Según sus propias palabras, cuenta su verdadera historia de “acoso con un giro”. 

La serie muestra un asfixiante hostigamiento físico y por correo electrónico al protagonista, Donny, ante el que él comete errores que empeoran la situación y a quien nos creemos, aunque no llegamos a entender del todo. 

Un abuso peor que el anterior

Hasta el episodio cuatro, en el que se produce la revelación que aclara su actitud, no para mejorar las cosas, sino para llevarlas a un infierno aún más profundo. Un abuso previo que lleva a desarrollar tolerancia ante situaciones insanas.

Las reflexiones acogidas por esta pequeña serie tienen raíces sólidas, quizá de ahí una parte de su excelente acogida. Richard Gadd lleva años explorando en los escenarios estos dos traumas que ha vivido.

Una historia contada de diferentes maneras

En 2016 ganó el premio de comedia del Festival Fringe de Edimburgo con su espectáculo en solitario Monkey see monkey do, donde, a pesar de los momentos cómicos, exponía las violaciones de las que había sido víctima y cómo habían quebrado su sexualidad y su masculinidad.

Por entonces, el cómico ya estaba siendo acosado por quien en ficción llama Martha, para proteger su identidad real, puesto que Gadd considera que también es una víctima y una persona con un trastorno mental.

Gadd escribió después y volvió a interpretar en salas y teatros Mi reno de peluche. En esa obra Martha estaba representada por una silla vacía y el propio Gadd interpretaba a los seis protagonistas de la historia. Los mensajes de la acosadora aparecían proyectados sobre la cabeza del intérprete.

Del escenario a la pantalla

Cuando la obra saltó de Edimburgo a Londres se convirtió en un éxito y responsables de Netflix le preguntaron si había pensado en convertirla en serie. Y sí, lo había hecho. A pesar de la magnitud del cambio en el guion para un cómico y autor teatral el resultado es una mano entrando en el estómago y retorciéndolo sin compasión.

Lo es porque explora delitos terribles que para prolongarse en el tiempo requieren de la colaboración enfermiza de la víctima, en la que una autoestima deshecha se convierte en una grieta por la que penetra el abuso hasta anular la capacidad de defensa.

Algo pasa en Edimburgo

La comedia negra Fleabag también había nacido como un monólogo de Phoebe Waller-Bridge, que había ganado el premio del Festival Fringe de Edimburgo y que iba desvelando un trauma, aunque en su caso no estaba basado en una experiencia real. 

En 2018, dos años después de la actuación de Richard Gadd en Edimburgo, Michaela Coel expuso en el mismo festival el monólogo en el que desvelaba la violación que había sufrido y como afectó a su vida. Se convirtió dos años después en la magnífica serie Podría destruirte, que incide en las diferentes formas de forzar el consentimiento sexual.

La tradición británica del humor descarnado e incomodísimo se ha unido a la caída de tabúes y la exposición de los autores como sus propios héroes imperfectos capaces de salir del agujero del dolor con artefactos artísticos.

En una entrevista a London Live en 2019, antes de hacer esta serie, pero cuando ya había presentado el espectáculo en el que se basa, Gadd reflexionaba sobre porqué muchos cómicos y autores teatrales utilizan material autobiográfico: “Te ayuda a entender más, aunque exponga partes vergonzantes, aspectos de los que te arrepientes. Pero cuando se los explicas a la audiencia todas las noches, lo valoran y entienden, aprendes a apreciar que todos somos humanos y te relajas respecto a ti mismo” apuntaba.

Curarse contándolo

En una entrevista reciente en ITV1  Gadd explica que cree que “estamos en una época en la que se puede escribir teniendo en cuenta las complicaciones de la mente humana. A veces veo obras en las que se tiende a simplificarlo. Quería exponerlo en su complejidad sin un propósito moral, para ver qué pensaba la gente”.

El autor explica que la reacción ante la serie, tal como le llega en persona y en redes le está proporcionando mucho confort. No solo eso, siente que si en los momentos mas bajos, en los que vivía en soledad y aislamiento, hubiera habido algo como Mi reno de peluche “quizás no me hubiera sentido tan solo”.

En las declaraciones de Gadd para Still watching Netflix remata: “Espero que cuando la gente que ha pasado por cosas similares lo vea, gente que se siente avergonzada, se sientan alentados a abordarlo en sus vidas. Espero que traiga paz”.

Un guion redondo

La transformación de monólogo a guion de siete episodios, el primero del autor con estas características, escrito además en solitario, es de una sorprendente redondez. Para empezar por su estructura circular, pero sobre todo por la eficacia con la que se dosifica la información, la intensidad creciente de la tensión o la forma de ir enriqueciendo la personalidad del protagonista y de Martha.

Los cuatro primeros episodios están dirigidos por la polaca Weronika Tofilska, que acaba de estrenar también película, Sangre en los labios, protagonizada por Kristen Stewart y ha participado en series como La materia oscura o Hanna

Las tres últimas entregas corren a cargo de la actriz y guionista sueca, además de directora, Josephine Bornebusch, que ha participado en la dirección de episodios de la serie británica Hermanas hasta la muerte. Ambas son fieles a una misma visión oscura, prácticamente sin alivios. 

El guion no ha querido forzar la comedia, que deriva de lo grotesco de la situación, de lo apabullante. A pesar de la profesión de su autor, consideraba ajeno a la historia tratar de meter humor por meterlo.

Ha lucido una estrella

Richard Gadd siempre tuvo claro quien sería su Martha, Jessica Gunning, a quien dice considerar “la mejor actriz británica actual, capaz de interpretar aportando innumerables matices”.

Gunning ha desarrollado su carrera en el teatro y en la televisión británica especialmente. A pesar de sus numerosos papeles, hasta hoy nunca había interpretado a una protagonista.

Su retrato de una acosadora inestable, para el que no ha querido documentarse sobre la mujer en la que se basa, ha logrado ser frondoso, ofreciendo nuevos y sorprendentes registros a cada paso. Gadd ha confesado olvidar su texto a veces cuando tenía que darle la réplica, admirado de su forma de canalizar a la persona real tras el personaje. 

También intervienen

En su explicación de la serie en Still watching Netflix, que han visto casi medio millón de personas en unos días, Richard Gadd, aclara también la realidad tras el personaje Teri, interpretado por la cineasta y activista transexual estadounidense nacida en México, Nava Mau.

El creador de la serie señala que quiso trasladar a pantalla lo que supuso en su vida real, la voz de la razón, a pesar de que no fue en aquel momento una voz escuchada suficientemente por él.

Los ojos de Gadd se empañan únicamente al recordar a sus padres, que también sufrieron acoso por parte de la mujer que inspira a Martha. Les ha pedido que no vean la serie y se arrepiente de haberles puesto en situación de riesgo y causarles preocupación. 

El anti humor

Por si no hubiera angustia suficiente en los hechos principales de la serie, el trasfondo es el de un payaso tristísimo, un cómico fallido de fracaso en fracaso. En este aspecto, el alter ego del autor no es completamente fiel a la verdad. 

Gadd ha tenido más éxito y reconocimiento que su personaje, Donny, a pesar de explorar una veta complicada de la comedia, el anti humor. Una provocación al público que juega con sus expectativas. Donde se espera una historia corta, esta se alarga exasperantemente, o cuando parece que llega el remate, el chiste se deja sin final. 

El cómico idolatrado por otros colegas, Andy Kaufman, fue una figura destacada en esta rama, al igual que Steve Martin en sus inicios. Se supone que el público entenderá que se hace humor sobre lo previsible del humor, pero no siempre pasa.

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De hecho, Gadd dejó pronto esta línea que consideró pretenciosa, pero conservó el deseo de innovar en comedia, utilizando siempre material autobiográfico a modo casi confesional. 

El monólogo que dio origen a esta serie en primer lugar, Monkey see monkey do, le pareció el mejor test para probarse a si mismo. Una actuación de humor sin humor, donde perdía la risa como respuesta automática a si estaba funcionando o no el material.

El carácter confesional de su humor y de esta serie ha sido su salvavidas. Como él mismo dice: “Cuando no eres honesto con nadie ni contigo mismo no te espera nada más que la destrucción”.

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