Arte
Bienvenidos a la república independiente de Hautôvia
Recalifica, construye, especula. Y vuelve a empezar. No pares nunca. El límite es el cielo. Nunca el suelo.
No resultaría extraño si algún político o funcionario confesara –viérase en el caso de tener que hacerlo- que eso era lo que le dictaban las voces en su cabeza. Ejemplo y muestra de esas prácticas son los PAUs madrileños, los programas de actuación urbanística que han redefinido y conformado la actual silueta de la ciudad, sin contar con la opinión ni la actuación de sus habitantes. Hace solo unos meses, el Supremo declaró 22 de estos nuevos barrios ilegales. De manera casi paralela en el tiempo, un buen número de autopistas se declaraban en quiebra. Ante ese panorama, al colectivo Truth behind 404 solo le quedaba sumar dos más dos: las cosas, concluyeron, se han hecho fatal en este país.
Así que se echaron a las calles. O a las carreteras. Marcharon en busca de un exponente de la desvergüenza en forma de terreno despilfarrado. Lo encontraron en el PAU de Valdebebas, entre la autopista radial 2 y la M-40, al norte de la capital. Lo que César Pérez, responsable del colectivo, define como “una escombrera descomunal”, es nada menos que 80.000 metros cuadrados de descampado con vistas a los rascacielos madrileños, una tierra surcada de flores silvestres rodeada de carreteras y aledaña a un barrio donde la población se acumula. “Una locura”. La propuesta: reconvertir ese espacio en una república independiente, de nombre HautôviaHautôvia. Con su gobierno, sus pasaportes, su bandera, su propia moneda y demás complementos. Una isla de libertad en el interior de un estado “en el que el mercado tiene un peso decisional a la hora de diseñar la ciudad”.
“Con motivo de la ilegalización de los PAU y la quiebra de las radiales, fruto de una inversión descomunal en suelo, pensábamos que era posible encontrar un lugar de confluencia de estos dos problemas”, explica Pérez. Tras años removiendo tierras para construir las autopistas que hienden la zona, que “se han ido creando con el propósito de recalificar los terrenos que quedan dentro”, se ha conformado este descampado, elevado varios metros sobre el nivel del suelo. “Se ha formado por el movimiento descomunal de capital investido en suelo”, apuntilla Pérez. “Es el dinero el que ha movido la tierra”.
Sin uso alguno, casi inaccesible, ese terreno podría aportar valor de mil maneras diferentes a la ciudad. Truth behind 404 ya ha encontrado un modo: a partir de una campaña de crowdfunding, están recaudando fondos para organizar una performance para finales de octubre en la que nombrarán a un presidente de la república de Hautôvia. Todos los ciudadanos –que son todos aquellos que colaboran el proyecto- son susceptibles de ser elegidos por sorteo. Y no solo se participa con dinero. “También hay gente que está haciendo mapeos que ponen el lugar en relación con las empresas que han financiado los PAUs y las autovías, botánicos que están elaborando un catálogo de la flora de la zona, o entomólogos viendo qué especies de insectos existen”.
Una vez conformado el gobierno, realizada la performance de investidura, documentado el proceso en un cortometraje y expuestos los materiales (esta fase para principios de 2014), el proyecto no quedará ahí, no crean. El objetivo final, si así lo permite la recaudación, es contratar a un abogado que litigue por la independización de Hautôvia. De verdad. “Somos conscientes de que el horizonte de posibilidades es mínimo”, dice Pérez, “pero sabemos de otros casos de micronaciones, como Sealand, que han llegado a los tribunales y han ganado algunas cosas”.
En Hautôvia, si llegara a ser, habría espacio para todos. Para todos, menos para los mercados. “La penetración es cada vez más bestia en los comunes públicos”, dice Pérez, que pone como ejemplo la comercialización de la estación de metro madrileña de Sol, que ahora lleva de prefijo el nombre de una marca de telefonía. “El mercado busca nichos donde se alimente la acumulación, y como ahora la especulación del terreno es un nicho medio muerto, se deja que penetre en comunes como la sanidad o la educación”.
Sin lugar para la usura, la funcionalidad de los terrenos de Hautôvia se decidiría de manera colaborativa y abierta. Por el momento, y en previsión de los acontecimientos, el colectivo Truth behind 404 ya está en contacto virtual con la Federación de Micronaciones, que ejercen la diplomacia a través de foros. "Sería el primer país de la Unión Europea construido a partir de las decisiones de sus ciudadanos", apunta Pérez. "¿No te parece emocionante?".
La verdad tras el 404
Truth behind 404, con un número de colaboradores variable según la actividad, lleva ya tres años levantando proyectos performativos y acciones relacionados, principalmente, con las ciudades y el urbanismo. El último, The only flower, les llevó a Pekín, donde realizaron un documental en los barrios tradicionales de la ciudad, que están siendo derribados y remodelados a modo de parque de atracciones, con edificios aparentemente históricos pero de construcción moderna. “Hacen réplicas con arquitectura tematizada, que es lo que esperan los turistas”. La próxima aventura les trasladará a la India, donde realizarán un corto sobre la ciudad de Auroville, una ciudad utópica fallida.