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Inmigrantes

Enciclopedia del desarraigo

Paloma Fernández Sobrino, directora artística del proyecto, y su hijo, Otto.

Qué singular idea, la Enciclopedia de los Migrantes, tan extraña como incierta, tan llena de posibilidades –y ansiedades– como empezar una conversación con un desconocido. Hay aquí un proyecto atípico que busca lo que nos es común a todos enseñando la vida de los extraños. ¿Y cómo lo hace exactamente? ¿De qué hablamos entonces? De una enciclopedia sui generis compuesta por cartas manuscritas de hasta 400 migrantes, hombres y mujeres que han terminado lejos de su hogar y dan testimonio de vida y de recuerdo, de nostalgia y de esperanza, dirigiéndose por escrito a aquéllos que dejaron atrás en sus países de origen: sus madres, sus padres, sus hermanos...

En eso consiste la atípica aventura de la Enciclopedia de los Migrantes: dar lápiz, papel y un motivo para escribir a cuatro centenares de extranjeros. Y pedirles que se vacíen en cada letra, que se olviden de los clásicos formulismos sentimentaloides y den fe de sí mismos. El experimento da como resultado piezas que emocionan y golpean, que inspiran y desgarran. "Te quiero, mamá, y te doy las gracias, porque me has educado y me has permitido ser la antítesis de lo que eres tú", le escribe como despedida una mujer desde Francia a su madre en Egipto. Hay que leer la carta completa para entender que una despedida tan brutal puede contener todo el cariño y el respeto del mundo. Y el lector se queda sin aliento.

¿Una forma de dar voz a los inmigrantes en un contexto de auge del nacionalismo? ¿Un contraplano de la Europa homogénea y reaccionaria que proponen los Farage y Le Pen? No, no es eso. "No es un proyecto oportunista que nace con la crisis migratoria. O, mejor dicho, con la crisis de los refugiados. Es un trabajo de diez años. Crisis migratorias ha habido y habrá muchas. Es la historia de la humanidad", puntualiza Paloma Fernández Sobrino, directora artística y alma máter del proyecto, aunque ella reivindique su carácter coral. Fernández Sobrino añade: "No hemos querido hacer un retrato miserabilista de la inmigración. Es un proyecto artístico en cuyo interior hay un proyecto social".

Como artefacto artístico, le subyacen una idea y una ambición. "Es un giro del concepto de L'Encyclopédie francesa, que supuso la gran empresa de recoger el saber dentro de unos libros. Todo ese saber está legitimado, aprobado por la academia como verdad absoluta. Nuestra enciclopedia aparece en la forma como la de Diderot y D'Alembert, encuadernada a mano, en cuero, con dorados, en un formato pesado", explica Fernández Sobrino. Pero el contenido, añade, "está todavía por legitimar". "Son cartas íntimas, personales, dirigidas a alguien que se quedó en el país de origen. Y a partir de ellas vemos lo que la distancia ha provocado", explica la directora artística del proyecto.

De Gibraltar al Finisterre bretón

La Enciclopedia de los Migrantes se compone de un saber construido de forma solidaria y heterodoxa a partir del impulso de L'âge de la tortue –La edad de la tortuga–, un colectivo artístico con sede en Rennes (Francia), donde se enciende la bombilla de la idea. Es la siguiente: escoger ocho ciudades, elegir en cada una a 50 migrantes –inmigrantes o emigrantes retornados–, pedirle a cada uno de ellos que escriba una carta en su lengua materna, editar las cartas junto con los retratos de sus autores y las traducciones a la lengua del país de acogida... Las ciudades son Gibraltar, Cádiz, Lisboa, Oporto, Gijón, Nantes, Rennes y Brest. Es decir, Francia, España, Portugal y un territorio británico de ultramar. Ocho ciudades del arco atlántico europeo entre Gibraltar y el Finisterre bretón. Una zona del mundo atravesada por migraciones y cambios de paradigma cultural. El espacio ideal para plantar esta idea.

En cada una de esas ciudades, colaboradores del proyecto se han encargado de la búsqueda y la persuasión. Sí, persuasión: no aparecen así como así inmigrantes con ganas de sumarse a un atípico proyecto que implica tanta introspección. ¿Por dónde se empieza? "Nosotros nos preguntamos lo mismo. Queríamos buscar perfiles variados. Empezamos por nuestro entorno, en el mundo de la cultura, y luego esa gente nos llevó a otra, y ésa a otra... Hemos encontrado gente que ha venido por motivos laborales, gente que vino en situación irregular, cuya situación aquí no es muy buena ni muy cómoda, españoles que se exiliaron y luego volvieron", explica la historiadora Tamara Ortega, que junto al restaurador Andrés Bolaños se ha encargado del trabajo en Gijón.

Amigos perdidos camino de Canarias

"Al principio nos encontramos que se extrañaban mucho. No entendían muy bien en qué consistía. Había desconfianza, cierto recelo. Hubo gente que prefería no participar. ¿Por qué voy a tener que contar mi vida y mis intimidades?, decían. Pero luego te van conociendo, aparece la confianza. Al final no sólo querían participar, sino colaborar, ayudar en el proyecto", cuenta Ortega, que habla de la experiencia con afecto y emoción.

Gracias a ella conoció a un chico de Senegal que en el trayecto a Canarias perdió a amigos de toda la vida embarcados en su misma aventura. "Empezó en la calle vendiendo cedés y dijo 'no quiero esto, no he venido a esto', y ahora tiene una empresa de costura en Gijón, donde trabaja con telas de su país", explica. La historiadora Tamara Ortega también conoció a una anciana española de 98 años, "republicana convencida", que vivió exiliada en Francia hasta que regresó a enterrar en Asturias las cenizas de su marido. "Es muy conocida en Gijón. Participa en manifestaciones por los derechos de los jóvenes, de los homosexuales", cuenta Ortega.

De "inmigrante" a "más inmigrantes todavía"

El proyecto está cogiendo cuerpo, pero no está terminado. Ya están recogidas y traducidas las 400 cartas. Autoridades locales o asociaciones culturales de cada una de las ciudades están involucradas en el proyecto. Deberán adquirir una enciclopedia y realizar actividades de difusión. Se trata precisamente de desbordar la noción academicista de la enciclopedia y que sirva como punto de partida para la apertura del debate y el intercambio. La idea es que haya exposiciones, encuentros, proyecciones... Aparte de una limitada edición en formato típicamente enciclopédico, se publicará una versión digital para garantizar mayor difusión. También habrá materiales educativos y un documental. Está previsto que la presentación oficial se realice en marzo de 2017.

Fernández Sobrino, la directora artística, ha escrito su carta como migrante que es. Nacida en Puertollano (Ciudad Real), el cierre de varias plantas de la petroquímica en que trabajaba su padre llevó a la familia a emigrar "al norte, donde las fábricas proliferaron, donde España se abría a Europa", explica. Y de corrido, siguiendo las pistas de su biografía, explica el porqué de la enciclopedia: "A nosotros nos tocó Tarragona. Mis padres o dejaban La Mancha o se quedaban sin trabajo. La Mancha y Cataluña son dos mundos. Adoro las dos regiones, pero en Cataluña siempre me sentí inmigrante. Hace doce años decidí emigrar a Francia y aquí aún me siento más inmigrante. Digamos que me siento bastante desarraigada y empatizo totalmente con la palabra migrante. Como artista, tenía la necesidad de abrir este tema a debate público, hablando de sentimientos, de intimidad".

"Tengo miedo, Nicasia"

La carta de Fernández Sobrino es sincera. Abrumadoramente sincera. Está dirigida a su abuela Nicasia, que falleció y a cuyo entierro no pudo acudir por un problema ferroviario en Austerlitz. "Te fuiste y no pude despedirme, tus últimas palabras no existieron", escribe la nieta con añoranza. "Sé que estarías orgullosa de mí porque hago lo que me gusta, aunque sé que no comprenderías mi trabajo, ni el arte contemporáneo, ni todas esas abstracciones que rodean mi vida. Aquí he estudiado en la universidad, eso te haría feliz [...]. Y sé que te hubiera hecho muy feliz conocer a Otto, a mi hijo. Ahora tiene cuatro años, habla castellano y francés perfectamente pero te reirías muchísimo con él porque cuando habla castellano tiene acento francés".

Paloma –hay que pasar al nombre de pila cuando alguien comparte su intimidad– expone sus tribulaciones: "Estar sola con un niño y sin familia, en un país que no es el tuyo, es muy duro. Seguramente es una de las pruebas más difíciles que la vida me ha puesto en el camino. Tengo miedo, Nicasia". Eso es lo que busca Paloma de las cartas: un reflejo de auténtica humanidad, una reflexión a la vez pública y solitaria en la frontera del desarraigo.

"Borges, Maradona, un ratero, Troilo, todos argentinos"

Hasta la fecha de la publicación de la enciclopedia, Paloma actúa como una especie de albacea de esa esfera de intimidad a la que los migrantes han renunciado por sus cartas. Por ello, pide que al repasar el puñado de cartas que muestra a infoLibre para la elaboración de este texto se guarde la cautela de la identidad y se eviten las reproducciones exhaustivas. No son necesarios los nombres. Un argentino, al que contemplan 40 años en Cádiz, escribe a su hermana. "No soy de ninguna parte". Es argentino, escribe, "sin orgullo ni vergüenza".

"Tomo mate (cuando la úlcera me deja), me gustan el fútbol y el tango, ¿es eso ser argentino? El Che era argentino, Videla era argentino. Borges, Maradona, un ratero, Troilo, un premio Nobel, todos argentinos", repasa, para concluir reivindicando su decisión de marcharse ante la hermana que se quedó en Argentina, un país al que guarda –se adivina– un persistente rencor. "No haré una fiesta para festejar estos 40 años. El exilio es una herida, sí, pero una herida que llevo con orgullo, el precio que pagué por decir NO".

Una vida mejor para las niñas

Las alusiones familiares, los recuerdos de infancia, se mezclan con las meditaciones sobre el hecho migratorio y sus implicaciones. Una egipcia, ocho años ya en Rennes, se lamenta de sus dificultades con el idioma, bosqueja su propia descripción del talante local –"aquí la gente es, en el fondo, muy buena, pero a veces se muestra fría, distante e insensible"– y acaba hundiendo las manos en profundos dolores: "Lamento haber nacido mujer en esa sociedad". Y luego se dirige directamente a la destinataria de su carta: "Y tú, mamá, ¿también quisiste castigarme al decidir mi ablación? ¿O es que querías protegerme? No quiero que me des una respuesta, ni tampoco que estés triste. Sé que lo único que hiciste fue reproducir lo que te habían infligido a ti misma, al igual que a todas las otras madres de tu época".

Su anhelo familiar es directamente proporcional a su certidumbre de permanecer en Francia: "Soy un árbol que han arrancado de raíz y han replantado en otro suelo, más propicio". Y más propicio para sus hijas: "Quiero verlas vivir y crecer en libertad, con sus pensamientos y con sus cuerpos, en una sociedad que no las castigará por ser mujeres".

"Ya no voy a Polonia, no me queda nadie allí"

En las cartas hay momentos también –los mejores– de escritura inspirada. El lector sabe que hay una historia real tras las letras, lo que multiplica el efecto poético. "He vivido momentos muy duros, pero he tenido la suerte de vivir", cierra una mujer polaca, tras 44 años en Francia, la carta a su madre.

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Lleva 44 años fuera de Polonia. Sus recuerdos de su país se vuelven vívidos cuando estalla la Segunda Guerra Mundial y un obús cae sobre casa. La carta evoca escenas de guerra, de humillación, de muerte... Pero vistas tantas décadas después, en la vejez francesa, con la seguridad de no pertenecer ya al lugar en el que nació. "Ya no voy a Polonia, porque no me queda nadie allí. Mi nieta encontró en Rennes una asociación llamada Polonia y estoy muy contenta porque puedo conocer a compatriotas y hay una biblioteca polaca. La mayoría de mis amigos franceses han fallecido y ahora hablo más en polaco que en francés".

Un familia reunida para conocer una enfermedad

Hay testimonios que escuecen. En Cádiz la colaboración con el proyecto ha corrido a cargo de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía. La principal responsable de recoger los testimonios, Cristina Serván, recuerda un caso: "Una chica latinoamericana le pide por carta a su familia que se reúna para leerla. Y les cuenta que tiene cáncer". Hay otro caso en que una mujer le escribe a su madre, que padece alzheimer. Le escribe sabiendo que no la conoce. "Ha sido impresionante", explica Cristina Serván, que quiere promover un encuentro de los 50 migrantes que han escrito sus cartas en Cádiz. Sería una cita interesante, sin duda. Esta enciclopedia de la distancia, singular idea, ni siquiera está publicada y ya tiene vida propia.

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