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Francia

Cisma familiar en el Frente Nacional

La presidenta del Frente Nacional, Marine Le Pen, el pasado 23 de marzo, tras el recuento de la primera vuelta de las municipales francesas.

En el teatro del Frente Nacional, 15 años después, vuelve a representarse la misma función: las desavenencias públicas de los Le Pen (padre e hija), casi siempre después de que Jean-Marie Le Pen lleve a cabo uno de sus análisis sobre la Segunda Guerra Mundial, el régimen de Vichy o el Holocausto. Exactamente eso es lo que ha vuelto a suceder esta semana. Sin embargo, en esta ocasión, Marine Le Pen no descarta sanciones y ha anunciado que se opondrá a la candidatura de su padre en la región de Provenza-Alpes-Costa Azul [sureste de Francia]. ¿Se trata de una estrategia o de un verdadero riesgo político?

Una semana después, el fuego sigue vivo. El pasado 2 de abril, Jean-Marie Le Pen reiteró en los micrófonos de RMC una argumentación que viene repitiendo desde 1987, palabras por las que fue condenado en 1991. Para él, las cámaras de gas son un “detalle de la historia de la Segunda Guerra Mundial”. La Fiscalía de París ha abierto una investigación preliminar por negación de un delito contra la humanidad. Durante toda la semana, la tensión fue en aumento en el FN y los micrófonos volvieron a abrirse para el presidente de honor, que no oculta su satisfacción. “Las elecciones han pasado, por lo que digo lo que pienso, no he cambiado”, declaró a Le Point

El fundador del FN remató la jugada en una extensa entrevista concedida al semanario de extrema derecha Rivarol. La elección del medio no es baladí. Rivarol, que libra una guerra abierta con Marine Le Pen, ha atacado reiteradamente a la presidenta del FN y además apoyó a Bruno Gollnisch en la guerra de sucesión al frente del partido. En esta entrevista, el presidente de honor del FN vuelve a las andadas con sentencias de esas que no dejan indiferente. “Nunca he considerado al mariscal Pétain un traidor”, aseguró. “Se fue muy duro con él tras la Liberación. Y nunca he considerado franceses malos o indeseables a aquellos que siguen estimando al mariscal. En mi opinión, en el Frente Nacional tienen un sitio, lo mismo que los defensores de la Argelia francesa, así como los gaullistas, los excomunistas y los patriotas que llevan a Francia en el corazón”.

El fundador del FN lo que quiere es seguir vivo mediáticamente, ahora que no participa en la toma de decisiones y que está confinado en la residencia familiar de Montretout. Se trata de la estrategia de la que ha echado mano durante toda su carrera: “Antes de entrar en detalles, dos millones de votos para el FN. Después de entrar en detalles, cuatro millones”, como repite a menudo. En Rivarol, esta semana lo dice todavía más claro: “Lo de menos es que se hable bien o mal de nosotros. Lo importante es que se hable! Hay que existir políticamente”.

También es una forma de recordarle a su hija su capacidad para interferir, algo que ha hecho en los últimos años.

En enero de 2005, declaró a Rivarol que “la ocupación alemana no fue especialmente inhumana” en Francia y que la población estaba bien protegida por la Gestapo. Tras un rifirrafe con hija, por aquel entonces vicepresidenta del partido, Marine Le Pen dio un portazo y se apartó del partido. También dejó, acompañada por sus hijos, durante algunos días, la casa familiar de Saint Cloud. Ella misma llegó a escribir incluso al semanario para informarles de que no renovaría la suscripción. En su libro À contre-flots [A contracorriente], publicado un año después, se esforzaba por desmarcarse de la interpretación de la Segunda Guerra Mundial que realiza su padre.

En abril de 2008, se produjeron nuevas desavenencias. Jean-Marie Le Pen insistió, en el bimensual Bretons, que las cámaras de gas fueron un “detalle” de la historia. Su hija anuló su intervención ante las cámaras de RTL y trató de corregir el tiro en el plató de BFM-TV. “No comparto el mismo punto de vista sobre los hechos”, explicó, tratando de minimizar el daño. Dijo que su padre “no quería crear polémica”, de hecho, “prohibió al periódico la publicación de esta entrevista”.

Pero en mayo de 2009, Jean-Marie Le Pen volvió a la carga: “Me limité a decir que las cámaras de gas eran un detalle de la historia de la [Segunda] Guerra Mundial y es un hecho”, espetó en el Parlamento Europeo, lo que obligó a Marine Le Pen a iniciar una gira por los medios de comunicación para apagar el fuego. “No creo que sea un detalle de la historia”, dijo en France 5. Argumentó que su padre “nunca negó ningún hecho de la Segunda Guerra Mundial”, tratando así de justificar lo injustificable. “Es un niño de la guerra, que perdió a su padre, y que en realidad trata de ampliar de algún modo la memoria colectiva al conjunto de las víctimas y seguro que lo hace de una forma torpe”, dijo.

Desde su elección al frente del partido, en 2011, Marine Le Pen quiso poner las cosas claras en el semanarioLe Point. ¿Qué “sucedió” en los campos nazis? “El sumun de la barbarie”. ¿La ocupación alemana? Marine aseguró no tener “ninguna simpatía por el ejército alemán”. “Asesinó a nuestros padres y a nuestros hermanos”. “Y los que se muestran ambiguos con la shoah [el Holocausto] también me irritan”. Pero al mismo tiempo contentaba a su padre al negar el “deber de recordar” y al criticar la “culpabilización” de los franceses en nombre de la historia: “Se les ha dicho que eran unos sinvergüenzas, colonizadores, esclavistas...”.

Ha habido más episodios, entre ellos, las declaraciones de Jean-Marie Le Pen culpando a los inmigrantes de la matanza de Oslo de 2011. Hasta el punto de que Marine Le Pen llegó a impedir que la página web del FN albergase los vídeos del Diario de abordo de su padre. Aunque nunca apartó, ni siquiera suspendió, al que presentaba como su “primer asesor”. Con ocasión de las elecciones de 2011, ¿acaso no señaló que “asumía toda la herencia” del FN?

política de tierra quemada

En esta ocasión, la estrategia puede ser más complicada. Nunca antes el enfrentamiento había adquirido un cariz semejante. “Jean-Marie Le Pen parece haber entrado en una verdadera espiral entre la estrategia de tierra quemada y de suicidio político”, argumentaba Marine Le Pen en un comunicado hecho público el pasado miércoles. “Su estatus de presidente de honor no le autoriza a tomar como rehén al Frente Nacional. Sus provocaciones parecen tener como único objetivo hacerme daño”, prosigue el comunido, que precisaba también su posible oposición a la candidatura de Jean-Marie Le Pen en la región de Provenza-Alpes-Costa Azul. Marine Le Pen anunció su intención de reunir “de forma inmediata un consejo ejecutivo” para “proteger del mejor modo posible los intereses políticos del Frente Nacional”.

Su padre no tardó en reaccionar en RTL llamándola “señora”. “Si el Frente Nacional ya no defiende [la libertad de pensamiento y la libertad de expresión], la señora Le Pen tiene que plantearse si lo que hace es útil para la causa a la que pretende servir”.

El fundador del FN ¿puede ser excluido del partido o perder su estatuto de presidente de honor? “Todas las opciones están encima de la mesa [...]. Él mismo se ha excluido del movimiento”, declaró el vicepresidente del FN a la cadena iTélé.

¿Qué trama Marine Le Pen? ¿Se trata de la última fase de la estrategia de “desdemonización”? Hasta la fecha y paradójicamente, las polémicas palabras de Jean-Marie Le Pen le han ayudado. Porque, al poner de manifiesto que desautoriza a su padre en algunos aspectos, la presidenta del FN acredita que estamos ante un “nuevo” FN muy diferente del que fundó su padre en 1972. Este peculiar reparto de papeles entre los Le Pen también ha permitido a Marine Le Pen conservar al sector más duro de su electorado, aspirando a conseguir electorado de derechas y de izquierda, a través de la “agrupación azul marine [marino]”. En resumen, le permite hacer olvidar lo fundamental: más allá de cambios en las formas, el programa del partido no ha variado y conserva sus principios fundamentales (inmigración cero, preferencia nacional, salida del euro).

Al subir el tono que mantiene frente a su padre, Marine Le Pen también puede querer suavizar la línea que impulsa su sobrina Marion Maréchal-Le Pen. Estos dos últimos años, varios episodios han puesto de manifiesto profundos desacuerdos internos, como las manifestaciones contra el matrimonio para todos, en las que Marine Le Pen no ha participado, el reclutamiento del cofundador de Gaylib y exUMP Sébastien Chenu –por lo que la presidenta del FN ha sido acusada de “estar manipulada por el lobby gay”–, la salida de su asesor de asuntos exteriores Aymeric Chauprade por un vídeo en el que decía que “Francia estaba en guerra contra los musulmanes”.

A raíz de estas polémicas, el ala más conservadora y radical del partido se ha manifestado por boca de Marion Maréchal –respaldada por su abuelo–, Aymeric Chauprade y Bruno Gollnisch. “Hay una guerra abierta, hay dos Le Pen contra uno”, resumía en enero en Mediapart un miembro de la ejecutiva del partido.

Al oponerse frontalmente a su padre, Marine Le Pen ¿quiere acabar con esta alianza? En cualquier caso, el episodio ha obligado a Marion Maréchal-Le Pen a desautorizar a su abuelo: “Es una provocación inútil”. “Estoy en desacuerdo en el fondo”, ha llegado a decir. Si Jean-Marie Le Pen finalmente no es candidato del FN en la región de Provenza, será Marion la candidata... Razones para crear tensión no faltan.

Este enfrentamiento también permite recordar a la dirigente del FN que solo hay una línea, la suya. El pasado miércoles, dirigentes y alcaldes del Frente Nacional respaldaron públicamente a su presidenta, condenando con una firmeza atípica la actitud de Jean-Marie Le Pen, que calificaron de “dañina”.

Pero esta estrategia podría volverse en contra de Marine Le Pen. El riesgo es, sobre todo, político. Jean-Marie Le Pen todavía mantiene unidos a los históricos del partido, neofascistas, antiguos colaboracionistas, nostálgicos de la Argelia francesa y exmiembros de la OAS, nacionalistas revolucionarios, pujadistas. Esta corriente del partido tiene todavía peso en Provenza donde el presidente de honor hace años que viene siendo reelegido y región por la que confía presentarse en las elecciones regionales de diciembre. El Frente Nacional ¿puede permitirse exponerse a una candidatura disidente que resultaría fatal en este bastión?

Dado que sancionar al patriarca puede tener un efecto movilizador entre los históricos del partido, no hay “ninguna razón” para “sacrificar” a Jean Marie Le Pen “por una demonización artificial”. “Sancionarlo es ridículo, es olvidar lo que le debe el movimiento”, justifica Bruno Gollnisch.

Marine Le Pen también asume un riesgo financiero dado que su padre se ha cuidado mucho de conservar, a través del micropartido Cotelec, su influencia sobre los dineros del partido. A finales de 2010, en un correo dirigido a sus donantes, el fundador del FN anunció que “por supuesto” seguiría estando presente en Cotelec. En 2012, esta asociación de financiación creada en 1988 recaudó 256.000 euros en donaciones, transfirió 77.000 euros al FN y concedió préstamos por valor de casi tres millones de euros al partido. En 2013, prestó cuatro millones de euros al Frente Nacional. En 2014, el préstamo de dos millones de euros que Rusia concedió a Jean-Marie Le Pen permitió a Cotelec adelantar los fondos necesarios a los candidatos del FN a las europeas. 

En cualquier caso, este enfrentamiento familiar permite a Marine Le Pen tomar distancia de otro frente, el judicial. El FN tiene abiertas dos investigaciones judiciales; una data de abril de 2014 y está relacionada con la financiación de la campaña del partido y, la otra, abierta el 24 de marzo, investiga un supuesto fraude en el Parlamento Europeo.

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Traducción: Mariola Moreno

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