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Socialdemocracia

Por qué ganan las primarias de la socialdemocracia los candidatos más a la izquierda

Benoît Hamon, exministro de Educación y candidato en las primarias del PS, el pasado domingo en París.

Ibon Uría

Los viejos partidos socialdemócratas están en apuros en Europa. En Francia, próximo país donde se celebrarán elecciones presidenciales –la primera ronda será el 23 de abril y la segunda el 7 de mayo–, un Partido Socialista (PS) en horas bajas lucha por no ser quinto en las encuestas eligió definitivamente a su cabeza de cartel este domingo en la segunda vuelta de sus primarias: se impuso con claridad Benoît Hamon, exministro de Educación y representante del ala crítica.

El programa de Hamon, a la izquierda de la ortodoxia del PS, incluye medidas como reducir la jornada laboral por debajo de las 35 horas semanales, subir el salario mínimo un 10%, derogar la última –y muy contestada– reforma laboral del Gobierno de Hollande, legalizar el cannabis, regular la muerte asistida o suspender la reglas europeas sobre el déficit de los Estados. La medida estrella del exministro, que se define como "ecosocialista", es una renta universal de al menos 600 euros para los mayores de 25 años.

Su rival en la segunda vuelta de las primarias del PS fue el ex primer ministro Manuel Valls. Probablemente no había dos candidatos más diferentes. Mientras Hamon llamaba en sus mítines a "reconstruir la izquierda" francesa, muy fragmentada, Valls apostaba por una "izquierda creíble" y "promesas financiables". En la primera ronda los separaron cinco puntos: 36,2% contra 31,1%. El tercero en liza, Arnaud Montebourg (17,6%), apoya a Hamon de cara a la votación decisiva.

No es la primera ocasión en la que un candidato no alineado con el aparato del partido –Hamon firmó dos mociones de censura contra Valls y fue muy crítico con las políticas de austeridad de los gabinetes de Hollande– y con propuestas a la izquierda de la ortodoxia socialdemócrata triunfa en unas primarias. El inesperado éxito de Jeremy Corbyn en Reino Unido es el precedente más inmediato. El ahora número uno de los laboristas ganó en 2015 con un 59,5% de los votos y revalidó su liderazgo un año después con el 61,8%.

Muy contestado por otros cargos de su partido y con malos pronósticos en los sondeos –dos de los últimos estudios demoscópicos, uno del Guardian y otro del Times, ambos publicados en la primera quincena de enero, dan a los conservadores entre 11 y 17 puntos de ventaja sobre los laboristas–, Corbyn convenció con promesas como la eliminación de las tasas universitarias, un plan para construir un millón de viviendas en cinco años o la supresión de los contrarios de "cero horas" –que obligan al empleado a estar disponible para trabajar pero sin un horario fijo ni un sueldo mínimo–.

¿Por qué las bases de los partidos socialdemócratas apuestan en los últimos tiempos por candidatos que prometen un giro a la izquierda? ¿Ser elegido en primarias es garantía de éxito después en una elecciones? ¿Y en España, cómo puede afectar esta tendencia a las primarias del PSOE, que se celebrarán en mayo? infoLibre busca respuestas con la ayuda de tres doctores en Ciencia Política –Máriam Martínez-Bascuñán, Juan Rodríguez Teruel y Berta Barbet– y de Pau Marí-Klose, doctor en Sociología.

Unas bases escoradas

Todos los expertos consultados señalan que existe una explicación general que sirve para conectar lo ocurrido en Francia y Reino Unido: "Las bases del PS y los laboristas están escoradas a la izquierda", resume Martínez-Bascuñán. Uno de los motivos que explica ese desajuste entre los militantes y los dirigentes, prosigue Barbet, es que los primeros "suelen estar más motivados y tener ideas más fuertes, así que se van a los extremos", mientras que los segundos se guían más por otro tipo de factores, como "la responsabilidad de ganar elecciones".

  "Las primarias tienden a beneficiar a candidatos radicales", señala Teruel

"Si contemplamos la estructura de los partidos, donde hay dirigentes, votantes y activistas, podríamos decir que la estructura es circulineal –ahonda Teruel–. Los votantes son los más próximos al centro ideológicamente, las bases las que están más alejadas de ese punto y los dirigentes los que están a medio camino entre unos y otros, aunque normalmente acaban tendiendo al centro". Así pues, añade el experto, las primarias tienden a beneficiar a "candidatos radicales" especialmente, agrega Barbet, cuando en el debate entre los diferentes candidatos ganan peso cuestiones "ideológicas".

El hecho de que los militantes premien a los dirigentes menos moderados, razona Marí-Klose, explica por qué en países como EEUU –con una larga tradición de primarias– los precandidatos demócratas dan discursos "más de izquierdas" cuando compiten contra otros cargos de su partido por convertirse en candidatos, y "suavizan" su discurso cuando terminan las primarias y tienen que enfrentarse a su oponente republicano en las elecciones.

Después están los factores propios de cada caso particular. En Francia, por ejemplo, Teruel apunta al "hundimiento del PS" por su "incapacidad de distanciarse del quinquenio de Hollande", que dejará el Gobierno como el presidente más impopular de la quinta República y el primero que renuncia a la reelección. En ese contexto, dice Martínez-Bascuñán, Valls "representaba la herencia de Hollande", lo que lastró sus posibilidades en las primarias, mientras que Hamon ganó enteros porque encarna una "enmienda a la totalidad" del Ejecutivo, cuyas decisiones criticó duramente en numerosas ocasiones.

En Reino Unido, mientras tanto, la "polarización" de la situación política explica que se eligiera a un candidato "escorado", prosigue la experta, que no obstante apunta algunas diferencias: Corbyn logró multiplicar la militancia laborista, mientras que en las primarias francesas votaron menos personas que en ocasiones anteriores. En todo caso, concluye, sí hay patrones comunes que se repiten incluso fuera de Europa: "En Estados Unidos, por ejemplo, Sanders habría tenido opciones de no haber intervenido el aparato del Partido Demócrata. Su discurso también era de corte populista y enmienda al establishment".

Sin garantía de éxito

En resumen: los militantes de formaciones socialdemócratas arrastran a la izquierda a sus partidos eligiendo en primarias a candidatos más alejados del centro. La teoría no es nueva. Como recuerdan Teruel y el politólogo Óscar Barberá en un estudio recién publicado por la Fundación Alternativas –Modelos, alternativas y consecuencias de la participación directa de las bases en los partidos [ver en PDF]–, las formaciones políticas se alejaron progresivamente de sus bases precisamente porque estas representaban "el segmento más polarizado" y dificultaban a los líderes acercarse al votante medio

Sin embargo, las primarias se han popularizado enormemente en los últimos años: en la Europa occidental hay al menos 21 partidos cuyos estatutos establecen la elección de su líder nacional mediante alguna modalidad de primarias, según una investigación de 2014 que cita este mismo documento. "Aunque España había quedado al margen de esta evolución hasta bien entrada la década pasada –añade el análisis– en los últimos años el recurso a las primarias se ha generalizado". De hecho, tres de los cuatro grandes partidos –PSOE, Podemos y Ciudadanos– las emplean para elegir a su secretario general o presidente.

  "El éxito en unas primarias no implica ganar elecciones", explica Martínez-Bascuñán

¿Y qué pasa cuando al líder lo eligen unos militantes que no se parecen a los potenciales votantes? "Que el éxito en unas primarias no implica ganar elecciones", responde Martínez-Bascuñán. "El desajuste entre bases y votantes hace que el candidato elegido en primarias se parezca menos al votante", dice Barbet. Marí-Klose dice que, en el caso español, si un candidato en las primarias del PSOE se escorase mucho a la izquierda para capturar a los afiliados más radicales, tendría después "complicaciones" para mantener un discurso coherente en unas elecciones, porque ahí "competiría por los votos no sólo con Podemos, sino también con Ciudadanos, por ejemplo", toda vez que el "votante mediano socialista" está "ideológicamente en el 4 o 5 en una escala de 1 a 10".

El distanciamiento entre bases, votantes y dirigentes, añade Teruel, se agrava en situaciones de volatilidad: "Con electorados estables los militantes están calmados y se centran. Cuando la izquierda entra en crisis, sus bases se vuelven más exigentes". "Exacto, los militantes optan por candidatos más radicales en situaciones de crisis de sus partidos", dice Marí-Klose. Paradójicamente, los partidos suelen cambiar "sus reglas de selección de líderes cuando han sufrido derrotas y cuando están en la oposición", recuerda el citado estudio de la Fundación Alternativas. Es entonces cuando "la interacción de las élites y las luchas internas por el liderazgo pueden abrir la puerta a las primarias".

¿Y si el PSOE tuviera su propio Corbyn?

La imagen de unas bases alejadas de sus dirigentes recuerda inevitablemente al PSOE. "Se ha visualizado una desconexión muy clara entre los militantes y la abstención del partido en la investidura", dice Barbet. "Hay muchos paralelismos entre los casos de Francia y Reino Unido, y la situación del PSOE a raíz de la división interna en torno al Comité Federal del 1 de octubre [en el que dimitió Pedro Sánchez]", añade Teruel. ¿Puede, por tanto, suceder también en España la elección de un líder a la izquierda de la línea oficial del partido? ¿Cuál podría ser el papel de Sánchez, quien este sábado anunció que concurriría a las primarias para ser de nuevo el líder socialista?

Los analistas coinciden en que las bases del PSOE también están escoradas a la izquierda y en señalar una curiosidad: Sánchez, que en unas primarias contra Susana Díaz y Patxi López se presentará como el candidato de la oposición al aparato y el giro a la izquierda, era en 2014 "el más centrado: Pérez Tapias era el Corbyn ideológicamente hablando, y Madina estaba también más a la izquierda", recuerda Martínez-Bascuñán. En aquellas primarias a la Secretaría General, en las que se impuso gracias al masivo apoyo del PSOE andaluz, "Sánchez era ni más ni menos que el candidato del establishment"establishment, indica Teruel.

"Ahora, en cambio, parece que Sánchez es más de izquierdas porque hay un aparato que lo descabeza. Es ese enfrentamiento el que lo vuelve de izquierdas, y su pequeño triunfo es instalar el relato de que él era quien representaba el no en la investidurano . Frente a eso la gestora ha intentado explicar que él quería conservar su poder convocando un Congreso sin tiempo a que aparecieran rivales [Sánchez llevó al Comité Federal una propuesta para celebrar primarias en octubre de 2016], pero ni lo ha explicado bien ni ha calado ese relato", dice Martínez-Bascuñán. "Sánchez se podemizó cuando lo echaron", resume Marí-Klose.

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Teruel añade que "las bases parecen estar divididas" y que "las contrarias al aparato del partido, con el que identifican a Susana Díaz, parecen ser más del 50%". Eso, en todo caso, no significa que Sánchez lo tenga fácil porque, como dice Martínez-Bascuñán, "no tiene apoyos en el aparato, lo que hace su victoria casi imposible". "En unas primarias también importan mucho los recursos y la influencia orgánica en el partido, y Sánchez no lo tiene: es una debilidad clara", subraya Barbet.

"En unas primarias abiertas [en las que votasen también los simpatizantes] Sánchez podría generar más expectativas, pero la falta de apoyos orgánicos va a ser una traba clara para Sánchez –dice Marí-Klose–. Corbyn ganó movilizando a los militantes más ideologizados, y está por ver que Sánchez lo logre. Además, en las comunidades autónomas donde el PSOE tiene poder, como Andalucía o Extremadura, los cuadros medios movilizarán a los militantes a favor de Susana Díaz, porque su cargo depende de la confianza de los líderes".

Lo que sí cree Barbet es que para los actuales dirigentes del PSOE "sería un riesgo" que las primarias se plantearan como un "conflicto ideológico" y que hubiera un candidato que "claramente pidiera un giro a la izquierda", pues "tendría capacidad real de competir". "En cualquier caso –zanja Teruel– los socialistas están en una mala situación para afrontar unas primarias. No porque vayan a tener efectos negativos o positivos, sino porque hay un riesgo de división permanente, especialmente si pierden los militantes más enfadados con las élites del partido".

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