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Provocaciones (penales y civiles)

El PP ha decidido este miércoles 21 de enero aprobar en la soledad de su mayoría absoluta un nuevo Código Penal para España. Nunca en democracia se había empleado el rodillo de tal forma para cambiar una de las columnas vertebrales del sistema de justicia. En el arranque de un año electoral, hay decisiones y mensajes que cuesta no interpretar como pura provocación.

   - Es una provocación introducir en el Código Penal (y contra lo establecido en la Constitución) la cadena perpetua bajo el eufemismo de “prisión permanente revisable”, puesto que las condiciones de revisión son tan duras que anulan de facto esa posibilidad.

   - Es una provocación olvidar que ya en la reforma de 2010 (por cierto aprobada con el voto favorable de todos los grupos y con la abstención del PP) se estableció el cumplimiento efectivo de hasta 40 años de condena sin revisión posible para delitos muy graves (terrorismo o asesinatos cometidos en el seno de de una organización criminal, por ejemplo).

   - Es una provocación vender la supuesta necesidad de endurecimiento de penas cuando el sistema español es uno de los más duros de Europa en el castigo establecido para la mayoría de los delitos. Sin la menor demostración, por cierto, de que a mayores penas  disminuya la delincuencia, y menos en determinados tipos de delitos.

   - Es una provocación pasarse por el arco del triunfo el principio constitucional (democrático, simplemente) de la reinserción como objetivo del sistema penitenciario.

   - Es una provocación que la financiación ilegal de un partido sólo conlleve penas de cárcel si la donación recibida supera los 500.000 euros. Para entendernos: ninguno de los donantes aparecidos en la lista de Bárcenas llegó a dar jamás 500.000 euros. Del mismo modo que en la comunidad de Madrid (y en otras) se troceaban los contratos para no tener que publicitar y hacer transparentes las adjudicaciones, todo corruptor sabe también trocear las entregas de dinero.

   - Es una provocación que el PP se haya negado a aceptar la reducción del mínimo de 120.000 euros para que exista delito fiscal, cuando precisamente el fraude fiscal es uno de los ejes de la corrupción política y económica y causa primera de que España siga a bastante distancia de la media europea en recaudación.

   - Es una provocación que se endurezcan los tipos penales y las multas contra las acciones de protesta o manifestación (vía Código o vía Ley de Seguridad Ciudadana) precisamente cuando más gente tiene más motivos y necesidad de expresar sus discrepancias, por ejemplo, contra los recortes del Estado del Bienestar. Se observa más ímpetu en desincentivar una sentada pacífica que un asiento bancario en Suiza.

   - Es una provocación (como denuncian en un manifiesto 63 catedráticos de Derecho Penal de distintas universidades) equiparar a guardias de seguridad privada con funcionarios públicos “a efectos penales”. Los expertos reprochan además la “pobreza técnica” o chapuza jurídica del texto aprobado.

Juristas desmontan la falsa idea de que el actual Código Penal es blando

Por supuesto que hay elementos positivos en esta reforma penal, algunos obligados por la trasposición de decisiones europeas contra la explotación sexual de menores, trata de seres humanos o pornografía infantil. Pero no deja de ser una provocación que el mismo día que la Abogacía del Estado confirma, como la fiscalía y como unos cuantos autos del juez Pablo Ruz, el manejo de dinero negro en las finanzas del PP durante años, salga su secretaria general, María Dolores de Cospedal, a responder con su inconfundible desparpajo: “si hay una caja B, no es del PP sino de la persona que la llevaba”. La persona que la llevaba es el innombrable Luis Bárcenas. Y antes que él la llevaban quienes ocupaban el cargo de tesorero y rendían cuentas al secretario o secretaria general y al presidente. Y lo que todos sabemos es que ni Cospedal, ni Rajoy ni muchos otros dirigentes del partido, desde los tiempos de Aznar hasta hace un rato, dejaron de percibir sobrecitos con dinero en efectivo que ellos prefieren denominar con algún eufemismo.

Con intencionalidad o sin ella, hay actuaciones y mensajes que suenan a simple provocación. 

P.D. Por cierto, el casi desaparecido ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, ha vuelto este miércoles a la pantalla para decir que este año sí acudirá a la gala de los Goya. (No se prevé que antes de la ceremonia el Gobierno decida retirar la subida del IVA cultural al 21%, medida que ha destrozado la industria del cine). El caso es provocar.

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