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El futuro de la monarquía

El futuro de Felipe depende de Cataluña y del apoyo del PSOE

Los príncipes Felipe y Letizia, en la entrega del Premio Príncipe de Viana, en el monasterio de Leyre (Navarra), el pasado 4 de junio.

Nada fácil. Felipe VI no caminará sobre una alfombra roja cuando el 19 de junio sea proclamado rey de España. Recoge el testigo de su padre, Juan Carlos I, en las peores condiciones tras cerca de 39 años de reinado. Una valoración por los suelos (3,72), una institución manchada por los escándalos, lastrada por el caso Nóos, por la imagen de un monarca débil y con constantes entradas y salidas al hospital. Y un clima político adverso, no sólo por la efervescencia republicana, sino por el descrédito y el desapego ciudadano, una crisis económica ya muy larga que ha socavado los pilares del Estado del bienestar y un problema territorial de primer orden. Sobre cimientos tan inestables comienza una etapa que la Zarzuela viste de "continuidad", que no de "nueva etapa". 

La monarquía pierde, además, aliados políticos. Básicamente, la izquierda que antes representaba el Partido Comunista de España (PCE) y ahora encarna IU y el nacionalismo catalán moderado que acabaría formando Convergència i Unió. La federación de Cayo Lara se opondrá en la votación del miércoles en el Congreso y defenderá una enmienda de totalidad para que en tres meses se celebre un referéndum monarquía-república. CiU se abstendrá, una posición inédita para una fuerza que jamás se ha desmarcado de la monarquía. Un gesto que ha irritado sobremanera al Gobierno, que ha cargado contra CiU por hacer "política pequeña" y a la que ha llamado insistentemente a la "reflexión" antes del día 11. 

Según el socio mayor, Convergència Democràtica (CDC), la abstención se debe a la "distancia" de Cataluña hacia la Corona. Según Josep Antoni Duran i Lleida, portavoz en el Congreso y líder de Unió, no obedece a que la federación quiera romper su "sentido de Estado", sino porque Gobierno y PSOE le presentaron un plato precocinado, pactado. El vértigo que producía que Cataluña no estuviera representada por su president en la proclamación ha hecho incluso que Artur Mas haya decidido regresar antes de su viaje a EEUU para estar presente en la Cámara baja, "por respeto institucional" al nuevo rey. El PNV también se abstendrá, pero ya en 1978 sostuvo la misma posición en el referéndum de la Carta Magna. 

El desafío soberanista catalán será uno de los principales retos que tendrá que abordar, dentro de sus limitadas competencias constitucionales, Felipe VI. Quizá, el principal, a juicio de constitucionalistas, historiadores y politólogos consultados por infoLibre. Su labor será "recuperar la neutralidad" que perdió su padre al criticar a los nacionalistas por alentar "disensiones" y perseguir "quimeras". Intentar tender puentes de diálogo, mediar, equilibrar, siempre con mucho cuidado. Y lanzar "gestos" para favorecer un clima de distensión. 

A IU y a la constelación de fuerzas de izquierda más pequeñas –Podemos, Equo, Compromís...–, abiertamente republicanas, la Corona ya las tiene perdidas para su causa. Pero, según los expertos, sería grave, casi el fin de la monarquía, si el PSOE, ahora en estado de ebullición, decidiera desistir de su apoyo al rey. Los analistas no lo consideran probable, precisamente por cómo el secretario general de los socialistas ha estado en la cocina del proceso de abdicación, pero sí advierten de que si el partido quisiera virar, producto de la presión de las bases y de la competencia por su izquierda, el futuro de Felipe VI "correría peligro". Entonces, la monarquía sólo se sostendría de una pata, la derecha española. Y con un solo pilar, el tejado se cae

01. 1975-1978 y 2014, DOS ARRANQUES DISTINTOS

"Tendemos a pensar que cuando el rey Juan Carlos fue proclamado el 22 de noviembre de 1975, todo estaba claro y que ahora Felipe llega en un ambiente más complicado. Y eso no es cierto". Julián Casanova, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza, desmiente una apreciación que circula como moneda corriente: que las cosas están mucho peor que hace 39 años. Él, al igual que su homólogo José Álvarez Junco, de la Complutense de Madrid (UCM), recuerdan que el contexto político a la muerte de Francisco Franco era mucho más explosivo: convulsión en las calles, ruido de sables constante, inflación y paro galopantes, terrorismo de ETA y de la ultraderecha, escasísima cobertura social... Había que salir, en fin, de la dictadura.

"Juan Carlos comienza su reinado como un monarca con todos los poderes que viene del franquismo, y del que no se sabían sus credenciales de demócrata –recalca Casanova–. Había muchas dudas sobre él. Pero en tres años, hasta la aprobación de la Constitución, va dirigiendo el país, con Adolfo Suárez, hacia la democracia, ganándose a la oposición antifranquista". "La incertidumbre en 1975 era enorme", abunda Álvarez Junco. 

Antonio Torres del Moral, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), matiza esa tesis. Cree que en los setenta había un ambiente favorable al cambio, a la Constitución, las instituciones que tiraron del carro (también la monarquía) se situaron a la "ofensiva". Ahora, por el contrario, "el adversario es difuso, está en toda la sociedad, es el descontento". "Se está luchando a la defensiva frente a quienes piden más democracia, y estar a la defensiva siempre es más complicado, porque genera una moral de derrota. La situación actual es más delicada", aduce. José María Morales Arroyo, catedrático constitucionalista de la Universidad de Sevilla, comparte la visión de la coyuntura presente es endemoniada, porque "todo el sistema construido en la Transición es el que está en cuestión", y no sólo la monarquía, cuando esta en el momento de redacción de la Carta Magna, "apenas se cuestionaba".

02. LA CLAVE CATALANA

Más allá de la graduación de las dificultades, y la comparación histórica, hay un hecho objetivo: la defección de IU y del nacionalismo catalán moderado. Los expertos consultados coinciden en que es mucho más grave el alejamiento de CiU, que hay que interpretar por la propia dinámica creada por la consulta secesionista programada para el 9 de noviembre. El más rotundo de todos es Ramón Cotarelo, catedrático de Teoría Política de la UNED: "La abdicación del rey obedece exclusivamente a la crisis territorial. El independentismo tiene una fuerza como nunca, y el Gobierno ha dado sobradas muestras de incompetencia, y de aquí a otoño la cosa irá a peor". La Zarzuela sí reconoció que se eligió junio para el anuncio porque no se quería interferir en ningún proceso político, por lo que quedaban descartadas las semanas anteriores a las europeas y el "otoño complicado" que se espera. Después, se pondría en marcha la maquinaria para las autonómicas y municipales de mayo de 2015 y para las generales, apenas unos meses más tarde. 

La tierra de por medio puesta por CiU, para Ferran Requejo, catedrático de Ciencia Política de la Universitat Pompeu Fabra (UPF), es "más preocupante por cuanto apunta a algo mucho más hondo, un problema no resuelto nunca, como es la articulación de un Estado plurinacional". "Desde la óptica catalana, dar apoyo a un jefe del Estado del que no sabemos qué piensa acerca del conflicto, no se entendería", remarca. Casanova observa cómo en la Transición Cataluña sí se sentía "más vinculada" con el proyecto español y con la Constitución, en cuya redacción el nacionalismo participó a través de Miquel Roca. Por supuesto, hay que descontar a ERC, cuya fuerza en 1978 era infinitamente menor. "La pérdida de Cataluña es más seria que la de IU, y ahí hay que volcar todas las fuerzas. Si se lograra detener el aspecto ascendente en Cataluña y sentar a todos los agentes a la mesa, sería una primera baza para recuperarla. Pero hay que hacer concesiones", opina Torres del Moral. Álvarez Junco no se declara optimista, porque ahora CiU "se ve muy arrastrada por ERC" y no puede recular de la abstención, un sentido de voto que habría sido "impensable hace años". 

De los ocho analistas consultados, dos creen más conveniente relativizar el gesto displicente de CiU. Para Javier Astudillo, politólogo de la UPF, es "puro tacticismo", porque "sabe que la monarquía en Cataluña no es popular, y se abstiene como quien se lava las manos". "La Corona no debería ser impedimento para el encaje de Cataluña en España", tercia Sandra León, profesora de Ciencia Política de la Universidad de York y colaboradora de la Fundación Alternativas. Ella, no obstante, sí incide en que Felipe VI no debería cometer el "error" de su padre, cuando tras la multitudinaria manifestación de la Diada de 2012, escribió una carta en la web de la Zarzuela atacando a los nacionalistas por perseguir "quimeras". "La coyuntura crítica obligará al nuevo jefe del Estado a atender la cuestión catalana y a recuperar una posición de neutralidad que Juan Carlos perdió", prosigue. 

IU, mientras, no desandará el camino andado. El PCE de Santiago Carrillo aceptó la Corona para que en España llegara la democracia, pero corriendo el tiempo, su formación heredera, y en la que está integrada, IU, considera que el pacto constitucional acabó y que es necesario emprender un nuevo proceso constituyente en el que un referéndum sobre la forma política del Estado se ponga por delante. La federación de Cayo Lara, al igual que otras fuerzas más pequeñas –Podemos, Equo, Compromís...–, es abiertamente republicana. No obstante, Álvarez Junco cree que ese viraje "no es definitivo" porque, a su juicio, si IU quiere ser bisagra, "necesita ser posibilista". 

León recuerda que es importante la pérdida de apoyos políticos, y eso "condiciona" el arranque del reinado de Felipe VI. "Pero aún preocupa más la mengua de apoyos sociales, porque el respaldo de la monarquía está desinflándose de forma transversal, en la izquierda y entre los jóvenes, entre los que no vivieron el 23-F. Y la desconfianza en la institución –alerta– comenzó antes de la crisis económica". 

03. LAS TURBULENCIAS EN EL PSOE

Los analistas llaman la atención, casi sin mediar pregunta, sobre la duda de la posición del PSOE. Porque el debate se ha visto en los últimos días. Alfredo Pérez Rubalcaba acordó con Mariano Rajoy y con el rey los tempos de la abdicación, y él mismo reseñó a su ejecutiva que la jubilación del monarca había influido en él a la hora de responder al huracán del 25-M, pues dimitir de forma automática habría dejado al partido descabezado y a la intemperie. La dirección cerró filas con Juan Carlos y prestó apoyo a su sucesor, pero ello no sirvió para que se oyeran voces de militantes y, sobre todo, algunos barones y cuadros medios exigiendo un referéndum o una reforma constitucional en la que también se discutiese de la Corona. El incendio acabó menguando, pero no la realidad que pervive en el PSOE: sentimiento de responsabilidad en las alturas, en los aparatos, pero bases profundamente republicanas.

Sin embargo, Ferraz y los Gobiernos de Felipe González, así como los de José Luis Rodríguez Zapatero, contribuyeron a galvanizar la Corona, a conferirle estabilidad y facilitar el aprecio ciudadano, al no cuestionarla. Un balón de oxígeno capital, como explica Casanova. 

Juan Carlos, proclamado rey el 22 de noviembre de 1975 ante el presidente de las Cortes franquistas, Alejandro Rodríguez de Valcárcel | EFE

Ninguno de los expertos anticipa un cambio de postura radical en la dirección socialista, sea quien sea el secretario general que ocupe el sillón de Rubalcaba. Pero todos reconocen que las aguas internas bajan agitadas y que el debate existe y puede empujar a la cúpula. "Sus militantes les van a presionar. Y aunque no puedan renunciar a discutir sobre el rey en el debate congresual, no parece que lo asumirán, aunque si la presión sigue... puede que algo se decida a tocar", estima Casanova. Para Morales Arroyo, la propia debilidad interna del partido hace que cualquier discusión "se abra y se multiplique", generándose un "efecto de bola de nieve". "Ese debate sobre la monarquía en el PSOE no es bueno, salvo que la entrada de Felipe VI haga que las bases se conecten de nuevo a la solución dinástica", sanciona. Torres del Moral apuntala esta tesis de que al nuevo jefe del Estado le tocará "trabajar mucho con el PSOE", porque ahora "la balanza está muy desequilibrada a favor del PP". 

Lo que para nadie entraña duda es que en el hipotético e improbable caso de que los socialistas abandonaran a la Corona, esta tendría difícil supervivencia, porque sólo se sustentaría en una pata, la de la derecha española. La del PP. "Muy centralista, además", puntualiza Álvarez Junco. "Todo dependerá de cómo el PSOE resuelve su crisis interna. Pero parece extraño que se escore hacia la república, porque añadiría un problema más sin resolver ninguno de los que ya existen. Con IU la monarquía no peligra, si el PSOE se aparta, sí", asevera Astudillo. Según Cotarelo, que entre los socialistas se expanda el cuestionamiento de la forma monárquica, "con Felipe VI ya instalado en su trono", serviría de poco, porque ya se habría conseguido lo fundamental: asegurar la sucesión. León aconseja a la Zarzuela, no obstante, "no temer que se intensifique el debate republicano". "Debería ser una observadora, debe adaptarse, porque hoy la sociedad discute todo". 

04. LOS GESTOS POSIBLES

¿Qué puede hacer Felipe VI para intentar recuperar simpatías y complicidades? Es evidente, porque así lo impone la Constitución, y así lo reseñan los expertos, que el rey tiene poco margen de actuación y ha de ser muy cauteloso con cada uno de sus movimientos. "Se trata de desplegar una política muy de gestos", con presencia pública, intervenciones en foros, discursos medidos, y "actuación entre bambalinas", para "propiciar el acercamiento entre líderes, favoreciendo el diálogo", opina Morales Arroyo. Este constitucionalista pone como ejemplo la diferencia entre José Antonio Griñán y Susana Díaz. La nueva presidenta de la Junta, dice, apenas ha tenido tiempo para desplegar su política en nueve meses, pero sí ha protagonizado "gestos que han llevado a pensar que hacía otra política y que se abría un nuevo tiempo" en Andalucía. 

Torres del Moral también señala con el dedo la posibilidad de "concertar posiciones y ánimos". Álvarez Junco le pide que lance el mensaje de "conexión" entre los distintos territorios de España. Requejo le aconseja que imprima "un nuevo aire, un nuevo estilo", y confía igualmente en los "gestos, los signos", la "modulación del discurso", porque el rey no es "un trozo de madera", imperturbable. 

León, sin embargo, cree que un monarca tiene poco margen de maniobra en sus alocuciones, porque todas, en cierta medida, están algo huecas, y todas se hallan algo encorsetadas, medidas para no ir un paso más allá. "En cambio, sí está de su mano demostrar la profesionalidad que se le atribuye y aumentar la transparencia de la Casa, de forma muy proactiva, porque eso ha quedado pendiente". No basta, advierte, con detallar los sueldos de los miembros de la familia real y sus principales partidas, sino que falta por saber su patrimonio, las agendas de reuniones... 

Los estudiosos avanzan que, muy probablemente, el simple relevo del titular de la Corona comportará una mejora de la nota de la institución. "Es fácil que lo consiga. El beneficio de la duda lo tendrá, viene con aire fresco, Felipe VI es un hombre joven", dice Requejo. A su favor tendrá, calcula Casanova, un "aparato mediático entregado", que le hará "campaña". "Claro que eso no basta para Cataluña, que además necesita propuestas", advierte Cotarelo. El caso Nóos, uno de los problemas más acuciantes que ha rodeado a la Jefatura del Estado desde finales de 2011, ya se quemará a partir del 19 de junio fuera de la familia real, ya que esta se reestructurará al nuevo statu quo y de ella saldrán las hermanas de Felipe, Elena y Cristina. Un hecho que ayudará, según los profesores consultados, a que la Zarzuela recupere popularidad. 

05. EL CLAMOR REPUBLICANO

El lunes, a las pocas horas de conocerse la abdicación de Juan Carlos, miles de ciudadanos de todo el país salieron a las calles para clamar contra la sucesión exprés. Una ola que no ha decrecido en toda la semana y que ayer sábado alcanzó un nuevo pico, con manifestaciones en más de 40 ciudades españolas. El grito (y hashtag) más repetido, #ReferéndumYa. Una proclama que ha aunado a una decena de fuerzas políticas. Entre ellas, IU, ICV, Equo, Compromís o Chunta. 

Cotarelo, Astudillo o Álvarez Junco destacan lo obvio: que el fervor republicano ha crecido en los últimos años, alimentado por la serie de escándalos que ha minado la salud de la institución y por el visible deterioro físico de Juan Carlos. Pero con eso no basta. Aún no es una reclamación mayoritaria. Sin ir más lejos, el barómetro de La Sexta conocido ayer revelaba que un 53% de los españoles apuesta por el sostenimiento del régimen actual. Un 36% quiere la república.  "Ese sentimiento republicaco puede convertirse fácilmente en una reivindicación masiva. La disyuntiva de monarquía-república, monarquía-democracia puede convertirse con sencillez en un eslogan. La república no es necesariamente la solución, pero gente la ve como tal". León apunta al cambio generacional, al mayor distanciamiento de los jóvenes con la monarquía, perdido en el tiempo el referente del 23-F. 

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¿Conviene incluso un referéndum a secas? Los expertos no acaban de ver la ideoneidad de esa fórmula, bien porque no conviene preguntar a los ciudadanos en caliente, bien porque no es irrealizable, dada la oposición de PP y PSOE. Creen que es más razonable abrir el melón de la reforma constitucional, un debate más sosegado al que siga el plebiscito. Y en el que entren más asuntos en la coctelera, como la cuestión territorial, el desafío más perentorio que tiene el país. Pero, como subraya Torres del Moral, ya la modificación de la Carta Magna parece aún algo lejana, así que la primera salida es "sentarse a negociar". 

"Los retos de Felipe VI son los propios de una democracia madura, en la que se han debilitado aspectos sustanciales para su buen funcionamiento. No son retos menos importantes. Son amenazas de naturaleza distinta", glosa León. Obstáculos (Cataluña, hundimiento de la monarquía, crecimiento del republicanismo, debate en el PSOE) nada fáciles de remover y que, eventualmente, podrían hacer tambalear a la Corona. Así lo ve Álvarez Junco: "El futuro de la institución peligra en España porque no hay un profundo sentimiento monárquico, porque aunque la tarea que realizó Juan Carlos fue positiva, perdió apoyo por sus errores. Pero también tiene una oportunidad por la renovación, porque Felipe suscita mayores simpatías. Pero tendrá que ganarse el puesto".

Es tal vez la frase manida, la que más se repite estos días, pero no por ello falsa. El nuevo rey no dispone de un trono gratis y vitalicio. Su futuro, el de la monarquía, no es diáfano. Y ya no habrá un 23-F que le permita legitimarse durante años. Aunque su 23-F puede ser, hoy, Cataluña.

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