Podemos
Las cuatro diferencias que separan a Pablo Iglesias de Íñigo Errejón de cara a Vistalegre II
Las diferencias entre el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, y su número dos, Íñigo Errejón, se hacen más evidentes conforme se acerca la celebración del congreso del partido morado, conocido como Vistalegre II. Y es que el choque entre las propuestas que uno y otro han presentado en la votación sobre el formato del congreso –que tiene lugar entre el domingo y el martes– son tan sólo la punta de un iceberg compuesto por diferencias que no son tanto ideológicas como, fundamentalmente, estratégicas.
En los últimos meses, estas diferencias entre pablistas y errejonistas se han dejado entrever en procesos internos como el que tuvo lugar el mes pasado en la Comunidad de Madrid, si bien Vistalegre II será la cita en la que el choque entre ambos proyectos alcanzará su cénit. Y es que Iglesias y Errejón no piensan diferente sólo con respecto al sistema de votación que debe regir el congreso –la última de sus discrepancias–, sino que también tienen distintos puntos de vista en lo respectivo a la relación que debe tener Podemos con el PSOE e IU, el tono y el mensaje que debe transmitir el partido y el tipo de oposición que ha de ejercer la formación morada.
El tono y el mensaje
Quizá una de las diferencias más evidentes en los últimos meses entre Iglesias y Errejón ha sido la forma de expresar sus planteamientos políticos. Mientras el secretario general y sus partidarios han defendido la necesidad de que Podemos mantenga un tono agresivo que dé "miedo" a los "poderosos" –"dientes muy afilados con esos que quieren seguir mandando sin presentarse a las elecciones", en palabras de la jefa de gabinete de Iglesias, Irene Montero–, el número dos afirma que el "reto" que debe afrontar el partido morado es, precisamente, el de evitar generar miedo entre ciudadanos que potencialmente podrían votarles, pero que aún no lo hacen.
De manera muy resumida, Iglesias y Errejón expresaron sus posiciones contrapuestas en un intercambio de tuits hace unos meses. "El día en que dejemos de dar miedo a los que se enriquecen a costa de la gente seremos uno más y no tendremos sentido como fuerza política", sostuvo Iglesias en un mitin, una afirmación que respondió Errejón en Twitter planteando que el verdadero desafío "es seducir a la parte de nuestro pueblo que sufre pero aún no confía en nosotros". "Sí, compañero, pero en junio dejamos de seducir a un millón de personas. Hablando claro y siendo diferentes seducimos más", señaló por su parte Iglesias, que identifica la moderación en el discurso como uno de los causantes de la bajada de Podemos entre el 20D y el 26J.
En este sentido, Iglesias ha planteado en las últimas semanas la necesidad de que Podemos se centre en movilizar e ideologizar a sectores de la sociedad desencantados con la política, que votan poco pero que podrían ser potencialmente electores de Podemos, un concepto que ha identificado con el de "clase obrera". Por el contrario, Errejón propone que el partido se abra a sectores sociales que tradicionalmente no votan a la izquierda del PSOE, lo que implica renunciar a un mensaje y un discurso agresivo con el fin de, a largo plazo, consolidar sus propuestas dentro del imaginario colectivo como los planteamientos de sentido común.
El número dos y los suyos, además, rechazan que identificarse como "de izquierdas" sirva para generar una mayoría, y aseguran que ese camino únicamente lleva a que el partido se coloque en una posición de "resistencia" que no permite gobernar. Errejón señala que Podemos no debe quedarse en la posición de "ser una minoría ruidosa", pero Iglesias y sus partidarios interpretan que el tono más amable que plantea el número dos lleva, inevitablemente, a una relajación de las posiciones políticas y un acercamiento al PSOE.
La diferencia de diagnóstico y estrategia entre ambos líderes ha llevado a que, desde hace meses, Iglesias ya no siga los argumentarios y propuestas de discurso que plantea Jorge Moruno, responsable de Discurso de Podemos y dirigente próximo a Errejón. Por el contrario, el secretario general se ha rodeado de su propio equipo de asesores (un colectivo que se identifica bajo el nombre de Unidad de Análisis) que ha desplazado al equipo del número dos en los aspectos del día a día que tienen que ver con Iglesias.
La relación con IU
La discusión estratégica y teórica que protagonizan Iglesias y Errejón tiene una de sus concreciones más claras en sus diferentes visiones sobre cómo debe evolucionar la alianza que Podemos e IU mantienen desde las pasadas elecciones del 26 de junio. El secretario general del partido morado es proclive a profundizar en esta unión e incluso sus partidarios han registrado ante el Ministerio del Interior la denominación Unidos Podemos como partido político, pero Errejón no quiere ir más allá de una coalición electoral como la de junio.
"Si creo que debemos seguir como polos electorales, rotundamente sí. Si eso debe implicar una disolución o una fusión, la respuesta es rotundamente no", afirmó Errejón hace unos días, poco después de que el coordinador federal de IU, Alberto Garzón, hubiera mostrado su deseo de "superar IU" a través de una alianza más profunda que la actual con Podemos. Y es que, para Errejón, disolver las siglas de Podemos en un nuevo espacio junto a IU supondría arrinconar a la formación en el espacio simbólico de la izquierda, algo que, a su juicio, no genera la suficiente atracción como para ganar unas elecciones.
Por el contrario, el giro de Iglesias en los últimos meses también se ha dejado notar en su posición sobre IU. De calificar de "cenizos" a los dirigentes de la federación, ha pasado a querer construir "un bloque histórico" junto a ellos sin disolver las siglas de Podemos, algo a lo que ha contribuido el ascenso de Garzón al liderazgo de IU. Es necesario, a juicio de Iglesias, "consolidar un espacio político plural no tanto por arriba, sino por las bases", lo que sin embargo requiere que Podemos e IU se acerquen más lentamente de lo que desea Garzón.
El PSOE y la oposición parlamentaria
La actitud que debe tener Podemos frente al PSOE es otra de las diferencias clave en el debate entre Iglesias y Errejón. Y es que el secretario general, convencido de que el partido morado ya tiene poco más que pescar en el caladero del PSOE, apuesta por hacer visible una oposición frontal a los socialistas, especialmente después de que decidieran abstenerse para dejar que el líder del PP, Mariano Rajoy, revalidara su puesto como presidente del Gobierno. Así, según las tesis de Iglesias, Podemos logrará visibilizarse como la alternativa frente a un PSOE que, a juicio de Iglesias, no va a ser considerado más como opuesto al PP.
Errejón, por su parte, afirma que Podemos no debe "obsesionarse" con el PSOE, y sus partidarios apuestan por centrarse en visualizar que el partido morado es la verdadera oposición al PP, un papel que, insisten, Podemos no ha conseguido automáticamente a ojos de la ciudadanía a causa de la abstención de los socialistas. Por ello, la corriente errejonista es partidaria de tomar la delantera al PSOE en el Congreso haciendo una oposición de corte progresista que, así sí, sitúe a Podemos como la auténtica alternativa al PP.
La aritmética parlamentaria, no obstante, obliga a que las iniciativas de la oposición salgan adelante con los votos unidos de PSOE y Podemos, lo que podría servir para blanquear la imagen de los socialistas, según denuncian los pablistas. Varios miembros del círculo más cercano de Iglesias plantearon este temor en un artículo titulado "¿Ser oposición al régimen o ser oposición sólo al PP? El dilema REAL de Unidos Podemos" en el que planteaban que las opciones para la coalición eran dos: "O apostar por una confrontación abierta y directa contra la Triple Alianza (y su intento restaurador)", "o apostar por una oposición al Gobierno del PP que tome al PSOE como aliado necesario para nuestra labor, priorizando la actividad parlamentaria conjunta con el PSOE frente a otras actividades".
"Con la primera estrategia se estaría siguiendo la estela de lo que Podemos ha sido desde su inicio y que despertó la ilusión por un cambio real en millones de personas, que pasaba no solo por echar al PP del gobierno, sino además, por proponer una transformación de amplio alcance que permitiera pensar en un cambio rupturista", mientras "la segunda estrategia [...] puede servir, en cambio, para limpiar la cara a PSOE y Ciudadanos" ya que "contribuye a romper una dinámica clara de bloques 'ellos-nosotros', 'los de abajo' vs 'los de arriba'", sostuvieron estos asesores en su artículo.
Por el contrario, Errejón asume que oponerse en su conjunto al "régimen del 78" relega a Podemos a no poder gobernar. "En todas las ciudades donde gobernamos, es con alguna clase de apoyo al Partido Socialista. En todas las autonomías donde gobierna el Partido Socialista, salvo Andalucía, lo hace por algún tipo de acuerdo o facilitación nuestra. Y en esta fase de cambio de este sistema de partidos que hace aguas, nosotros y el PSOE sólo vamos a tener ocasión de gobernar si es entendiéndonos", sostuvo hace unos días en una entrevista.
El modelo organizativo de Podemos
La última de las diferencias en visualizarse ha sido la relativa a los modelos de organización que defienden Iglesias y Errejón, y lo ha hecho a raíz de la votación que tiene lugar entre el domingo y el martes para decidir el método de elección que regirá Vistalegre II. Pese a que ambos líderes aseguran que quieren descentralizar la estructura de Podemos y hacer más proporcional su sistema electoral, lo cierto es que la candidatura errejonista ha lanzado varios reproches a los pablistas porque consideran que el sistema que proponen supone, en la práctica, laminar a las minorías internas.
Iglesias: "Si mi documento de estrategia es derrotado, no puedo ser secretario general"
Ver más
En este sentido, Errejón y los suyos proponen implantar en Podemos un sistema electoral "proporcional puro", es decir, que respete prácticamente a la décima el porcentaje de voto recibido por cada candidatura en las elecciones al Consejo Ciudadano, el máximo órgano entre congresos del partido. Además, la propuesta errejonista quiere establecer una novedad que persigue limitar los poderes del secretario general: que el peso de cada corriente en el Consejo Ciudadano se traslade a la ejecutiva, que ahora mismo es nombrada directamente por Iglesias.
Por su parte, la propuesta de Iglesias para el sistema electoral interno de Podemos es una variación del sistema Borda, un método similar al que se utiliza en el Festival de Eurovisión. La modificación incluye, fundamentalmente, dos cambios con respecto al método original. El primero garantiza que las listas menos votadas obtengan una mínima representación en el Consejo Ciudadano de Podemos, para lo cual toda candidatura que obtenga más del 5% de los votos tendría derecho a, al menos, dos de los 62 miembros electivos del órgano, y si la lista obtuviera más del 15% de los sufragios, el mínimo de representantes con los que contaría sería de cuatro. El segundo, por otra parte, está pensado para premiar a las candidaturas que sean fruto de la fusión de varias listas, algo que podría beneficiar a los pablistas si su acercamiento de los últimos meses a la corriente anticapitalista termina fructificando en una candidatura conjunta, como ocurrió en las primarias en la Comunidad de Madrid.
El diseño del propio Consejo Ciudadano también es motivo de discrepancia entre Iglesias y Errejón. El número dos de Podemos ha planteado que, con el fin de descentralizar las estructuras, este órgano pase de los 81 miembros con los que cuenta ahora mismo a 107, de los cuáles 62 serían electivos en circunscripción nacional y otros 40 los escogerían los militantes de cada territorio. El secretario general, por el contrario, apuesta por que inicialmente el órgano siga teniendo 62 miembros electivos, más allá de "que se puedan proponer añadidos o modificaciones a su estructura más allá del cuerpo de miembros electos en los documentos organizativos que se presenten" en Vistalegre II.