Tocata a rebato en tiempo de fugas

Francisco Javier Herrera Navarro

Mucho se reflexiona estos días sobre la extraña paradoja de que una muy exitosa política socio-económica ejercida por el primer gobierno de coalición de la democracia no esté obteniendo un reconocimiento electoral acorde con el inmenso esfuerzo realizado en medio de las condiciones más incómodas de nuestra más reciente historia (la consabidas pandemia y guerra) y que nuestro presidente del Gobierno no obtenga en su país el mismo prestigio e importancia que tiene fuera de nuestras fronteras.

Cierto que hay mucho bulo y desinformación en los que caen muchos ciudadanos, pero no creo que sean decisivos a la hora de marcar una tendencia; por una sencilla razón: cuando se perciben cambios de opinión al principio muy sutiles, no se deben a méritos de la oposición sino a deméritos del Gobierno; la oposición está en su deber de desgastarlo y hacer ver a la ciudadanía lo mal que lo está haciendo; nos podremos quejar de cómo es esa oposición de desleal, etc., pero es así en todos los sitios, y se utilizan todos los medios habidos y por haber.

Las percepciones sutiles de ese cambio de tendencia empiezan a advertirse con los cambios en el código penal por los delitos de sedición y malversación; ahí ya sabíamos que el Gobierno se la jugaba y principalmente el PSOE, su impulsor, los beneficios han sido evidentes y por eso creo que ahí, en el tema catalán, como casi siempre, está la madre del cordero y el pie en el que cojea nuestra democracia (sin olvidar el tema vasco, que es paralelo); luego la tendencia ya subió de tono con la ley del sí-es-sí y las acitudes soberbias de las líderes de Unidas Podemos, su principal impulsora; ahí ya veíamos cernirse el peligro; y la traca final, el acabóse fue el "favor" que hizo Bildu con sus listas, y pies para qué os quiero! Tocata a rebato en tiempo de fugas... Y entre medias para qué contar, las disputas pueriles de Podemos con Sumar; por lo que sintiéndolo mucho: esto no hay quien lo arregle, "alea jacta est", que significa: "la suerte está echada".

¿Por qué?

Porque esas tres percepciones tienen mucho que ver con lo que llamo "intangibles simbólicos", es decir ideas ancladas en el inconsciente colectivo que atañen a aspectos fundamentales del "ser" (no del "existir"), ideas claves que son transversales y que nos atañen a todos seamos del color que seamos y que se resumen en un solo concepto: unidad. Unidad de la patria, unidad del gobierno, unidad del partido, unidad de la pareja, por ejemplo, y "ad laterem" defensa de la sociedad frente a los elementos dañinos que perturban esas diferentes unidades; y paradójicamente la pandemia y la guerra no han producido elementos aglutinantes sino disgregadores porque a causa de nuestro sistema descentralizado los anticuerpos que han provocado han sido hostiles al Gobierno.

Como estamos en momentos de cisnes negros, lo mismo Pedro Sánchez con su característico espíritu de agónico luchador hasta la extenuación es capaz de torcer el rumbo de la fatalidad con todos los hados desfavorables

Frente a esa aplastante realidad, la única alternativa es la valiente convocatoria de elecciones anticipadas para evitar una hemorragia aún mucho mayor. Ya sabemos que es injusto y que si bien el PSOE y Pedro Sánchez ya sabían que "quien con críos se acuesta, escarmentado alborea", no había otro remedio y que fue bonito mientras duró; pero el problema es que nunca es instructivo, no se aprende de los errores, no hay "meas culpas", cosa que no entiendo pues la primera medida cauterizadora es mirarse hacia dentro, señalar la herida para poner el esparadrapo correspondiente y evitar la infección.

El problema ahora es que las heridas, por mucho que echemos mercromina, han penetrado hasta el tuétano de los huesos y han provocado una necrosis irreversible. Incluso suponiendo que Sumar finalmente integre a Podemos, será un simple parche; porque salvo que todo el voto de la izquierda se oriente hacia el PSOE, cosa que dudo, la desconfianza subsistirá hacia otro gobierno de Sánchez apoyado en indepes y exetarras; con eso, el electorado ha dicho claramente, no se juega y da igual que todos vivamos en el mejor de los mundos posibles y que nuestros bolsillos estén boyantes. España es así, y a esa España, hay que reconocerlo, la derecha la entiende mejor.

En cualquier caso: Catalunya y Euskadi están ahí, no se olvide, que siempre serán los auténticos árbitros de la cuestión nacional. Pero ahora toca recentralización, es decir, regresión. De hecho, los catalanes ya han empezado a construir nuevas trincheras para el momento en que se constituyan las nuevas Cortes, con presumible mayoría de la derecha.

Así va el guion, pero como estamos en momentos de cisnes negros, lo mismo Pedro Sánchez con su característico espíritu de agónico luchador hasta la extenuación es capaz de torcer el rumbo de la fatalidad con todos los hados desfavorables.

La batalla definitiva está servida; se pueden perder batallas pero no la guerra. Las dos Españas sempiternas... No tenemos remedio.

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Francisco Javier Herrera Navarro es socio de infoLibre

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