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Educación

Crece el debate sobre el exceso de deberes extraescolares

Foto de archivo de un niño haciendo deberes.

Más de 190.000 personas han firmado en la plataforma Change.org a favor de la racionalización de los deberes en el sistema educativo español. La iniciativa partió de Eva Bailén, una madre de tres hijos preocupada por cómo se gestionaban las tareas en el colegio público al que iban sus tres hijos en Tres Cantos (Madrid). "Mientras uno de ellos tenía entre dos horas y media y tres horas de trabajo extra todas las tardes, sus hermanas tenían mucho menos. Y eso que iban al mismo centro. Así que me di cuenta de que no había ningún tipo de directriz o regulación y que dependía exclusivamente del profesor". Ahora, dice orgullosa, la campaña que inició en marzo del año pasado "ya no es una simple petición online". "Esto ya es todo un movimiento para que nuestros niños vuelvan a ser niños", asevera. 

Las excesivas obligaciones con las que los niños llegan a casa han sido un queja recurrente de colectivos de padres como Ceapa –que representa a 12.000 asociaciones de familias de los centros públicos– y que ha pedido recientemente que se abra un debate "profundo" sobre los deberes fuera de la jornada escolar. "Recibimos todos los años cientos de quejas de familias que nos muestran su desacuerdo de cómo la jornada escolar se está trasladando a los domicilios", explica Jesús Salido, presidente de este colectivo.

Mientras, los representantes de Concapa –la organización que agrupa a 2.500 asociaciones de familias con hijos en la escuela concertada católica– reclama también que se abra ese debate aunque, en su caso, no rechazan que se manden tareas obligatorias para casa.

Los partidos también se han pronunciado sobre la posibilidad de limitar las tareas que los escolares tienen que hacer en casa. El PP, Ciudadanos, Izquierda Unida y UPyD no son partidarios de limitarlas, dicen que ellos no son los expertos en la materia para hacerlo y lo dejan en manos de los profesores, mientras que el PSOE y Podemos sí quieren racionalizarlas y así dejan constancia en sus programas electorales.

Los datos oficiales también refrendan la idea de que hay un cierto exceso. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en un informe del pasado enero, constató que España es el quinto país que más deberes pone en una lista de 38 naciones: 6,5 horas de tarea a la semana frente a una media de 4,9 horas. Es decir, 1,6 horas más que la media. Sólo en Polonia (6,6 horas), Irlanda (7,3), Italia (8,7) y Rusia (9,7) tienen más deberes que en España. Por contra, los que presentan menos horas son Finlandia (2,8) y Corea del Sur (2,9), dos de los países con mejores resultados académicos en Pisa.

La investigación de la OCDE señala también que hacen más deberes los alumnos de los centros privados (7,2 horas a la semana) frente a los de los públicos (6,2 horas) y los de las grandes ciudades (6,6 horas) frente a los de las zonas rurales (6,3 horas). Enric Roca, profesor de Pedagogía de la Universidad Autónoma de Barcelona, cree que hacer generalizaciones es complicado, si bien considera que existe un consenso sobre que hay una tendencia de fondo "casi histórica" a dar un exceso de trabajo porque se ha asociado a esas escuelas con el hecho de que son más exigentes y, por tanto, pueden dar mejores resultados. 

Más allá de la realidad de las cifras, los expertos también coinciden en que las jornadas partidas y la cultura del presencialismo que prima en el mercado laboral contribuyen a que los niños asistan a una o varias actividades extraescolares tras el horario lectivo para ocupar el tiempo en el que sus padres trabajan. Eso provoca que muchos no lleguen a casa hasta avanzada la media tarde y se tengan que poner entonces a hacer los deberes que tendrán que presentar el día siguiente en el colegio. 

"Deberíamos ir a un cambio de mentalidad y de organización del trabajo para hacer posible una conciliación real. En cualquier caso, si la tendencia es acercarnos a Europa las actividades más estrictamente de currículum escolar tendrían que hacerse por las mañanas y por las tardes que los centros permanecieran abiertos para poder dar todo un conjunto de actividades tanto deportivas, artísticas, musicales, de refuerzo escolar... que permitieran acudir a los niños de todas las familias y sin necesidad de hacer grandes traslados. Eso respetaría el horario establecido, no alejaría a los niños de su ambiente y daría oportunidades a todos, pero el único problema es que puede costar bastante dinero", admite Roca. 

Eva Bailén, por su parte, apunta que los profesores tendrían que tener en cuenta las circunstancias de las familias a la hora de mandar deberes. "No es igual el alumno que necesita más tiempo para llegar a casa, el que sus padres trabajan y tiene que hacer extraescolares...", señala. Defiende también que haya más coordinación entre docentes para no sobrecargar a los niños y que las tareas no sean mecánicas y repetitivas. "Sólo es cuestión de tener un poco de empatía y sensibilidad hacia ellos", subraya. 

La importancia de la edad 

No obstante, Roca cree que hay que diferenciar que entre las tareas que suponen una extensión de lo que no se ha podido hacer en el aula, de las que, a su juicio, no se debería abusar, y las que sirven para fomentar la creatividad de los niños o la búsqueda de nuevas informaciones que la escuela no puede aportar pero sí el contexto social. "Este segundo aspecto es interesante siempre y cuando no contemple un exceso de tiempo", señala.

De hecho, la edad debería ser un factor muy a tener en cuenta a la hora de determinar qué tareas escolares tienen que hacerse en casa. "Cuando el niño es pequeño tiene más necesidad de jugar y de hacer actividades diferentes a las propiamente académicas. A medida que el niño va creciendo ese tiempo académico es necesario para adquirir unos hábitos de trabajo y de autonomía que le pueden ser muy útiles en la educación secundaria", señala Roca. 

En sus quejas, los padres hacen hincapié en el hecho de que los deberes sea a menudo tareas repetitivas, mecánicas e iguales para todos, sin tener en cuenta las necesidades de cada niño. "Lo importante es que más allá de tareas que pueden hacerse en grupo, que siempre son interesantes, lo que se debe exigir desde el punto de vista escolar es una adaptación a las necesidades de cada niño, en cada momento, y a partir de las competencias que tiene. Hemos de tender a personalizar la enseñanza al máximo porque el hecho de que unos niños compartan una edad cronológica no quiere decir que compartan también necesidades", dice Roca. 

¿Fomento de la desigualdad? 

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El número de diciembre de 2014 de la revista PISA in Focus, que edita la OCDE, recogía un artículo [consultar PDF en inglés, aquí] dedicado a uno de los aspectos más señalados por los detractores de los deberes, que aseguran que estas tareas tienden a reproducir las desigualdades entre los estudiantes con más y menos recursos. La cuestión es que cuando las tareas escolares no están bien planteadas, los estudiantes que tienen ayuda en casa (de sus padres o de profesores particulares) parten con ventaja respecto a los alumnos que no cuentan con ese apoyo, "ya sea porque sus familias no tienen el nivel educativo requerido o porque no pueden pagarlo"·

Por eso, expertos como Enric Roca asegura que es importante que las tareas que se hacen fuera de la escuela no sean las que marquen el ritmo académico de los alumnos. "Si sabemos que el entorno familiar y social no favorece que esas tareas puedan tener éxito e incluso que se puedan dar con condiciones, cada vez que exigimos eso, lo que estamos haciendo es dar más importancia a esas desigualdades, pues sabemos que los resultados no se van a producir. Los alumnos que tienen entornos más desfavorecidos necesitan que en la escuela haya más profundidad y más dedicación personal para que puedan compensar esa carencia", sentencia. 

En Ceapa también creen que los deberes pueden provocar desigualdades sociales. "Que un niño los ejecute mejor o peor depende del nivel socioeconómico y cultural de su familia y de su entorno. Mientras unos padres y madres intentan ayudar a sus hijos, otros recurren a clases particulares o academias y otros muchos no tienen ni el nivel educativo ni el dinero para poder pagar esos apoyos. Además, los deberes en muchos casos cuentan en las calificaciones. Cuantas más familias sientan la necesidad de recurrir a las clases particulares más estará fracasando el sistema educativo reglado en el objetivo de educar a toda la población escolar y de garantizar la igualdad de oportunidades", decían en un comunicado reciente. 

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