Mostra de Venecia
‘El ciudadano ilustre’ brilla en una jornada sobre lo mejor (y no tanto) del ser humano
A los argentinos Mariano Cohn y Gastón Duprat podría pensarse que se lo han puesto fácil programando en su misma jornada una única otra cinta a concurso que es además un documental, Spira Mirabilis, de Massimo D'Anolfi y Martina Parenti, pero no olvidemos que hace no muchos años precisamente otro documental italiano ganó el León de Oro. El caso es que la coproducción argentino-española El ciudadano ilustre ha sido mejor recibida y en ella destaca un gran Óscar Martínez, con doble motivo para venir a Venecia, ya que en otra sección participa su comedia Inseparables.
La fama, las deudas con el pasado, la hipocresía social, el conformismo... son algunos de los elementos de El ciudadano ilustre, película de la dupla Duprat-Cohn, que hace siete años brilló con El hombre de al lado, a la que siguió la menos difundida Querida voy a comprar cigarrillos y vuelvo (2011). Estamos ante una historia que parece despegar como amable comedia negra y acaba diluyéndose en una aún más oscura mezcolanza de géneros. Su protagonista es Daniel Mantovani (Magistral Oscar Martínez), un escritor argentino premiado con el Nobel, residente desde tiempo atrás en España, que a partir del reconocimiento ha estado esquivando las invitaciones mientras intentaba encontrar a las musas inspiradoras perdidas. Con sorpresa de su asistente (la siempre magnífica Nora Navas), decide aceptar un homenaje en su pueblo natal, a horas de viaje de Buenos Aires.
Según contaron los directores argentinos a Noticine.com, lo más complicado del proyecto fue encontrar financiación, algo que tomó años y que finalmente se materializó gracias a la coproducción española. El ciudadano ilustre, por suerte, es ahora una feliz realidad que compite por el León de Oro días antes de llegar a las salas argentinas y un mes antes de hacerlo a las españolas. Quizás la más comercial de sus propuestas, sin perder el rigor, el nuevo trabajo de Cohn-Duprat ha gustado en el Lido, acostumbrado a films más sesudos y en ocasiones plúmbeos o fallidos (o ambas cosas a la vez).
Todo pivota sobre el eje central de Oscar Martínez, actor argentino tardíamente reconocido internacionalmente gracias a Relatos salvajes, que tras la cinta de Szifrón ha ido encadenando papeles tan interesantes como taquilleros. De hecho, tanto aquí en Venecia (donde participa no sólo con El ciudadano ilustre, sino también con Inseparabables en una nueva sección abierta este año) como en su país, en los próximos días tendrá estas dos películas conviviendo en las salas. El aporta credibilidad al personaje, onmipresente en pantalla de principio a fin.
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La participación en igualdad de condiciones de los documentales en festivales no especializados, una moda impuesta quizás en la última década y antes impensable, tiene bastantes detractores, ya que aunque se manipule, la realidad no deja de ser algo diferente de la ficción. Tampoco se da habitualmente la posibilidad de ver documentales en la mayor parte de los cines del mundo, y hoy es un género sobre todo televisivo. Los italianos D'Anolfi y Parenti articulan en torno a los cuatro elementos de la naturaleza, agua, tierra, aire y fuego su film, que según cuentan partió del conocimiento sobre las investigaciones de un japonés, Shin Kubota, sobre una especie de medusa que se supone inmortal, la Turritopsis Nutricula.
A partir de ahí recorrieron mundo para filmar a Leola One Feather y Moses Brings Plenty, en su comunidad india lakota, en Estados Unidos, cuya identidad se empeñan en preservar a pesar del apabullante poder cultural y social de los blancos; a Felix Rohner y Sabina Schärer, musicos e inventores de instrumentos de metal, que tocan ante las eternas obras de restauración del Duomo di Milano, y a la casi octogenaria actriz francesa Marina Vlady, quien recita dentro de un cine fantasma a Borges.
Las ambiciones de la pareja de cineastas italianos eran tal vez excesivas desde el principio y lo que promete ser una reflexión épica sobre lo mejor del ser humano queda en una tópica y a ratos pretenciosa búsqueda de la inmortalidad por diversas vías. Tal vez el resto de los episodios no tenga el mismo fascinante interés del de la medusa eterna, y el globo acaba desinchándose antes de llegar a las alturas.