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La derecha dura se abre paso en toda Europa

Manifestantes ultras en Chemnitz (Alemania).

Con casi el 20% de intención de voto, a los demócratas suecos, partido xenófobo nacido en 1988, se les presenta como virtuales grandes vencedores de las elecciones parlamentarias que Suecia celebra este domingo 9. ¿Seguirá la monarquía escandinava la senda de lo ocurrido en las elecciones de los dos últimos años en Italia, Alemania, Francia, Austria y los Países Bajos? En estos países, la extrema derecha ha progresado notablemente y, con ella, su visibilidad, hasta el punto de llegar al poder en Roma y Viena.

Sin embargo, la extrema derecha no es la misma en todos los países. A veces, lo que se podría calificar de ultraderecha en un Estado, en otro es simplemente la derecha. En algunos lugares, el registro de la extrema derecha viene determinado principalmente por un discurso antisistema; en otros, juega con un sentimiento nacional que durante mucho tiempo ha ahogado una historia dominada por potencias externas. Pero en todas partes se apoya en una hostilidad, más o menos manifiesta, en el extranjero, hacia el otro, hacia el diferente.

Mediapart, socio editorial de infoLibre, ha clasificado estas derechas, presentes en Parlamentos y Ejecutivos de la Unión Europea. Las seis categorías resultantes son:

 

  • La extrema derecha, que se corresponde con la extrema derecha tradicional y se basa en un discurso xenófobo;
  • La derecha soberanista, que pone el acento en el cuestionamiento del federalismo europeo y en la voluntad de devolver el poder a los Estados y que puede llegar a desear dejar la UE;
  • La derecha nacionalista o identitaria, que pone el acento en la defensa de las nacionalidades en una lógica de oposición a los pueblos vecinos, o en el sentido de la defensa de una identidad blanca y cristiana contra el islam;
  • La derecha autoritaria, cuyo credo principal es reformar las instituciones de manera antidemocrática y limitar los contrapoderes;
  • La derecha neofascista o neonazi que, más allá de una xenofobia manifiesta, recurre a la violencia y a los códigos claramente alusivos a los regímenes fascistas y nazis;
  • La derecha independentista, que pone el acento en la voluntad de autonomía de una región en un mismo país.

Las categorías correspondientes a las derechas duras se han ilustrado con seis colores diferentes. El tamaño de las burbujas interactivas se ha ponderado en función del peso de su representación actual en los Parlamentos nacionales (para obtener más información, en francés, se ha de situar el cursor sobre cada país).  

© Mediapart. Code: flourish.studio.

Estas categorías pueden parecer reduccionistas, a veces incluso artificiales, en el sentido de que algunas ultraderechas presentan varias de estas características. Pero lo que se evidencia es que las derechas radicales toman formas diferentes en todo el continente europeo, debido a las diferentes historias nacionales, sistemas electorales y fechas de entrada en la UE.

Más allá de estas diferencias, el mapa y el gráfico de resultados electorales (cf. bajo estas líneas) muestran una progresión general de las fuerzas de extrema derecha y de derecha radical en la mayoría de los países europeos. En buena parte de los casos, este crecimiento se produce en paralelo junto con la erosión de las fuerzas socialdemócratas. Esto es especialmente cierto en los países escandinavos, pero también en Francia, Italia y Alemania.

A diferencia del mapa interactivo, la infografía que se puede ver bajo estas líneas, en formato small multiples, recoge los resultados acumulados de las formaciones de extrema derecha en las últimas cinco elecciones legislativas en los Veintiocho. La lista de los partidos estudiados -casi un centenar- se puede consultar en la Caja Negra.

   

© Mediapart. Code: flourish.studio.

Este crecimiento viene impulsado por varios factores. Hay que tener en cuenta, en especial, la oposición a los movimientos migratorios (movimientos intraeuropeos provocados por la integración de los países de Europa Central y Oriental en 2004 y movimientos extraeuropeos que culminaron en la ola de llegadas de refugiados en 2015), pero también, de los atentados de Francia y Alemania en 2015, el repliegue sobre sí mismo ante el peligro terrorista. Otra tendencia que favorece las derechas radicales es el discurso simplista contra la UE en una contexto de economía global, donde se ha dado con el chivo expiatorio.

Por último, no podemos entender la progresión de estas fuerzas sin mencionar el contexto de crisis económica y empobrecimiento de ciertas poblaciones, como sucedió, de manera particularmente brutal, en Grecia y hoy en Italia. El primero vio cómo, en mitad de la crisis, accedía al Parlamento una formación que entonces era sólo un pequeño grupúsculo de disturbios neonazis: Amanecer Dorado.

Con los años, no estamos sólo ante una progresión en términos de voz y representación. También nos hallamos ante un ascenso que terminar por alcanzar el Poder Ejecutivo. La extrema derecha llegar en condiciones de participar en el gobierno en tres Estados miembros de la UE (Austria, Italia, Bulgaria), mientras que, en otros países, la derecha radical apoya al Ejecutivo con sus votos en el Parlamento (Dinamarca), o también participa a través de una coalición (Bélgica, Polonia, Hungría, Eslovaquia).

La derecha conservadora se radicaliza

Pero más allá de estas coaliciones o apoyos políticos, lo que caracteriza al continente hoy, a pocos meses de las elecciones europeas previstas de mayo, es la apropiación, por parte de la derecha conservadora clásica, de ideas nacionalistas, xenófobas, soberanistas y autoritarias. Algunos miembros de estos partidos históricos, como la CSU alemana, los republicanos franceses, el PP español o el ÖVP austriaco, defienden el mismo discurso que la extrema derecha de sus respectivos países.

Este movimiento –ya sea por impedir el avance de los partidos considerados competidores (estrategia exitosa en el caso de la Fidesz húngara, frente a Jobbik; o de los conservadores británicos, frente a Ukip), o por convicción ideológica (una parte de los conservadores austriacos o de LR en Francia, o del PiS polaco) – no siempre funciona: la CSU alemana, que a día de hoy se mueve en el terreno de AfD, no está claro que vaya a lograr mantener los resultados en las elecciones de Baviera, previstas para el 14 de octubre. En Austria, el acercamiento de los dos discursos hizo que la extrema derecha del FPÖ pareciera un socio de coalición aceptable.

Este tipo de alianza con una formación antaño infrecuentable también se ve favorecida por panoramas políticos cada vez más desdibujados, donde las elecciones dan como resultados Parlamentos sin mayorías. De este modo, incluso un partido de izquierdas (Syriza en Grecia) se encontró gobernando con una derecha soberanista (ANEL).

Durante mucho tiempo, Grecia ha constituido toda una excepción en Europa, junto con España y Portugal; en estos tres países, que no dejaron atrás la dictadura hasta los años 70, la extrema derecha no se ha abierto paso en los Parlamentos. Y así sigue sucediendo en la Península Ibérica, a pesar de que en España existen grupos locales de extrema derecha y de que el discurso del Partido Popular (PP), el partido mayoritario en el Congreso por número de diputados, está transformándose. Como otras derechas en Europa, se le anima a sumirse en una deriva derechista antimigrantes, pero también contra la ley de la memoria post-franquista. También ha reaccionado con la represión como respuesta a la hora de acallar las aspiraciones de independencia de Cataluña y puede verse tentado en retroceder en el derecho al aborto.

En el otro extremo de Europa, en Suecia y Finlandia, la extrema derecha tampoco existía hasta hace poco. Los mal llamados Demócratas Suecos y los Verdaderos Finlandeses no accedieron al Parlamento hasta 2010 y 2011, respectivamente.

Otro país que durante mucho tiempo han ejercido de baluarte contra el extremismo: el Reino Unido, que ha visto emerger a la extrema derecha durante la última década; por un lado, con el BNP (Partido Nacional Británico), que sin embargo sigue siendo demasiado marginal como para lograr diputados (sólo tenía un miembro electo en el Parlamento Europeo). Por otro lado, el Ukip (Partido por la Independencia del Reino Unido), presente en el Parlamento Europeo desde 2009, logró un diputado en la Cámara de los Comunes de 2015 a 2017, y tuvo un gran peso en la antesala del referéndum sobre el Brexit. La misma tendencia se ha vivido en Malta, donde en 2016 surgió el Movimiento Patriótico Maltés - todavía sin presencia en el Parlamento-.

Pequeños partidos extremistas que ocupan un lugar importante en el debate público; esto es también lo que encontramos en los Países Bajos, donde la formación soberanista GeenPeil, que no tiene representación parlamentaria, está en el origen, entre otros, del referéndum contra el acuerdo de asociación UE-Ucrania en 2015.

Paralelamente a la aparición de estos nuevos grupos políticos, existe una forma de trivialización de los partidos extremistas. Al igual que el RN francés (antiguo Frente Nacional), varias derechas del continente han desarrollado una estrategia de normalización y hacen lo posible por entrar en el sistema, a pesar de defender un discurso antisistema. Este es el caso de DF en Dinamarca, que se convierte en “el eje de todos los gobiernos de derechas de 2011 a 2011”, parafraseando al investigador Cyril Coulet, especialista en los países nórdicos, en el libro colectivo L'Extrême Droite en Europe (La Découverte, 2014).

En muchos países, las extremas derechas también se han reorganizado con el devenir de los años. En Alemania, la AfD –que entró de forma espectacular en el Bundestag el año pasado después de comenzar a establecerse en los parlamentos regionales en 2014– ha sustituido al NDP (Partido Democrático Nacional de Alemania), sobrevolando en los últimos días de forma impúdica los acontecimientos de Chemnitz. En los países centroeuropeos, que han experimentado una reciente estructuración del espacio político, después de su salida del comunismo en 1989, estos cambios de personas y etiquetas para ocupar el mismo espacio político se han producido muchas veces.

Así, en Hungría, antes de Jobbik, existía el MIEP (Partido Húngaro de la Justicia y la Vida), que desapareció gradualmente tras la muerte de su fundador en 2012. En Polonia, fue la LPR (Liga de Familias Polacas) la que ocupó la extrema derecha tradicionalista a lo largo de la década de 2000, seguida por el KNP (Congreso de la Nueva Derecha), luego Wolność (Libertad) –ambos en torno a la figura de Janusz Korwin-Mikke, diputado al Parlamento Europeo, suspendido 10 días el año pasado por los comentarios sexistas realizados en el hemiciclo–.

Grupúsculos extraparlamentarios

En Grecia, fue la crisis económica, a partir de 2010, la que alteró por completo el escenario político. La extrema derecha tradicional, LAOS (Alarma Popular Ortodoxa), desaparece tras una participación efímera en un gobierno de “unidad nacional” en 2011-2012. En ese momento, emergen los neonazis de Amanecer Dorado.

Por último, cabe señalar que en algunos países el registro de extrema derecha se cruza con problemas regionales o la cuestión fronteriza con antiguas enemistades. La extrema derecha pasa a ser entonces el catalizador de un nacionalismo exacerbado. Así sucede, por ejemplo, con Plataform per Catalunya, sin presencia en el Congreso de los Diputados, pero visible en el plano local. En los países bálticos (oposición al antiguo ocupante ruso) o en la antigua Yugoslavia (Croacia, Eslovenia), los derechos nacionalistas tienen un fuerte contenido identitario.

Más allá de todos estos matices, observamos que en la mayoría de los países, existan o no comunidades de inmigrantes, la oposición al multiculturalismo se está convirtiendo en obsesión antiislámica. En este punto convergen todas las líneas duras, de oeste a este del continente.

Sin embargo, pese al panorama sombrío, hay algunas excepciones: en algunos países de Europa del Este, en los últimos años, la extrema derecha ha tendido a retroceder o a permanecer confinada un activismo extraparlamentario. Es el caso de Rumania, en particular, donde el Partido de la Gran Rumania, que logró sacar 84 diputados en la década de 2000, no ha obtenido ningún representante en las últimas tres elecciones. Más recientemente, el conservador y nacionalista Partido Rumanía Unida tampoco está representado en el Parlamento de Bucarest.

De hecho, tanto en Rumanía como en Eslovaquia, los puntos de referencia se desdibujan: los partidos socialdemócratas, en el poder, están siguiendo básicamente una política que les acerca a los derechos de identidad, en la medida en que se han opuesto firmemente al programa para la distribución de los solicitantes de asilo en Europa. También son partidos gangrenados por la corrupción, lo que ha dado lugar a una serie de manifestaciones callejeras.

En su libro Les Droites extremes en Europe, los investigadores Jean-Yves Camus y Nicolas Lebourg destacan, con relación a estas regiones de Europa Central y Oriental: “La cuestión central es la de la definición de la nación, ya que el etnonacionalismo no está en absoluto reservado a la extrema derecha. En esta parte del continente, se acepta generalmente que la nación es un hecho orgánico resultante de una triple pertenencia: a la etnia, a la nación histórica y a la comunidad religiosa”.

Para explicar la dificultad de las extremas derechas de estas regiones a estabilizarse a medio plazo, añaden: “Una de las razones es la incorporación en el discurso y las prácticas de los partidos mayoritarios del sentimiento nacionalista e irredentista, del discurso antigitano y de la crítica a la Unión Europea”.

En el fondo, a día de hoy, se están desdibujando las diferencias entre los partidos tradicionales de extrema derecha, que durante años han emprendido una “desdiabolización” –por utilizar el término utilizado por la propia Marine Le Pen– y los partidos radicales de derecha que, para algunos, proceden de los partidos clásicos de derecha que se han endurecido en el ejercicio del poder y en un contexto geopolítico cambiante. El húngaro Fidesz, cuyo líder, Viktor Orbán, selló a finales de agosto una nueva alianza con el muy xenófobo ministro del Interior italiano Matteo Salvini, y el PiS polaco son los mejores ejemplos de dicho endurecimiento.

Estos partidos cuentan con una representación dispar el Parlamento Europeo, donde las divisiones de los grupos políticos ocultan incoherencias que quizás se disipen después de las próximas elecciones europeas de mayo de 2019, aunque en estos momentos no se pueda dar por supuesto. La inclusión de la Fidesz en el Partido Popular Europeo (PPE, primer partido en el Parlamento) es sintomática en ese sentido, al igual que las tendencias radicales que se han desarrollado en el seno de los pesos pesados de esta clásica derecha europea: el ala bávara de la CDU/CSU, algunos conservadores austriacos y los republicanos franceses.

En este mapa, sólo hemos enumerado las formaciones parlamentarias. Pero en muchos países, formaciones extraparlamentarias está alumbrandolas peores ideas xenófobas y revisionistas, al tiempo que estos grupúsculos también están creciendo. Es el caso en Italia de las formaciones neofascistas CasaPound, Lealtà Azione y Forza Nuova. Lo mismo ocurre en Suecia y Dinamarca, donde coexisten varios grupos de extrema derecha o neonazis. En Letonia, los neonazis siguen desfilando tranquilamente sin preocuparse: cada año, el 16 de marzo, una marcha de la unidad letona de las Waffen-SS rinde homenaje a los oficiales que sirvieron al país en la lucha contra el invasor ruso.

 

Para realizar este análisis sobre el auge de las derechas extremas en Europa, nos hemos basado en trabajos de campo (Europa Central, la Grecia de Syriza e Italia desde las elecciones de marzo de 2018).

También nos hemos basado en el trabajo de investigadores, referentes en la materia. En concreto en las siguientes obras: Les Droites extrêmes en Europe, de Jean-Yves Camus y Nicolas Lebourg (Seuil, 2015); L'Extrême Droite en Europe, editado por Béatrice Giblin (La Découverte, 2014); Populist Radical Right Parties in the Nordic Region: A New and Distinct Party Family? (Scandinavian Political Studies,  2014).

Esta son las formaciones políticas estudiadas para nuestro análisis de la evolución de las decenas de partidos de extrema derecha en cada uno de los países de la Unión Europea, durante las últimas cinco elecciones legislativas.

Alemania: Partido Democrático Nacional de Alemania (NDP), Alternativa por Alemania (AfD), Republicanos (REP), Votantes Libres (FW), Partido por la Ofensiva del Estado de Derecho (Schill).

Austria: Partido de la Libertad de Austria (FPÖ), Alianza por el Futuro de Austria (BZÖ).

Bélgica: Interés Flamenco (VB), Partido Popular (PP), Frente Nacional (FN).

Bulgaria: Frente Nacional para la Salvación de Bulgaria (NFSB), VMRO - Movimiento Nacional Búlgaro (VMRO-BND), Unión Nacional Ataque (Ataka), Ideal Nacional para la Unidad (IMRO-NIU), Unión Nacional Búlgara - Nueva Democracia (BNU-ND), Por la Patria (DIGI), Pueblo por la Democracia Real y Abierta (PROUD), Unión de Fuerzas Patrióticas (POO).

Chipre: Frente Popular Nacional (ELAM), Nuevos Horizontes (NEO).

Croacia: Partido Croata del Derecho (HSP), Partido Puro Croata por los Derechos  del Derecho (HČSP), Unión Democrática de Renovación Nacional (Desno).

Dinamarca: Partido Popular Danés (DF).

España: Plataform per Catalunya (PxC), Democracia Nacional (DN), Falange Española y de las Jons, Falange Española (FE), Vox, Movimiento Social Republicano (MSR), Alianza Nacional (AN).

Estonia: Partido de la Independencia Estonia (EIP).

Finlandia: Verdaderos Finlandeses (PS), Los Azul-Blancos Populares finlandeses (SKS).

Francia: Frente Nacional (FN, ahora Unión Nacional Popular), Movimiento Nacional Republicano (MNR), Liga del Sur.

Grecia: Alerta Popular Ortodoxa (LAOS), Amanecer Dorado (AD), Frente Helénico (EM), Esperanza Nacional (EE).

Hungría: Alianza de los Jóvenes de Derecha– Movimiento por una mejor Hungría (Jobbik), Partido Húngaro de Justicia y de la Vida (MIEP).

Irlanda: Plataforma por el control de la Inmigración (ICP), Partido Nacional (NP).

Italia: Liga (exLiga del Norte), Nueva Fuerza (FN), CasaPound, Lealtad y acción (LA), Alianza Nacional (AN), Movimiento Social – Llama Tricolor (MSFT), Hermanos de Italia (Fdl), Movimiento de ideas sociales (MIS), La Derecha (LD), Alternativa Social (AS), Frente Nacional (FN).

Letonia: ¡Todo por Letonia! (VL), Nuestra Terra (MZ).

Lituania: Joven Lituania (JL), Unión Nacional Lituana (LITAS), Unión Nacionalista Lituana (LTS), Partido Nacional Democrático de Lituania (LNDP).

Luxemburgo: Partido Libre de Luxemburgo (FPL).

Malta: Acción Nacional (AN), Movimiento Patriótico Maltés (MPM).

Países Bajo: Partido de la Libertad (PVV), Lista Pim Fortuyn (LPF), Nueva Derecha (NR), Un País Bajo (EénNL), Partido por los Países Bajos (PVN).

Polonia: Liga de las Familias Polacas (LPR), Congreso de la Nueva Derecha (KNP), Movimiento de Paweł Kukiz (Kukiz’15), Movimiento Nacional (RN), Libertad (KORWiN/Wolność), Renacimiento Nacional de Polonia (NOP), Hogar Ancestral (DO), Partido Nacional Polaco (PPN).

Portugal: Partido Nacional Renovador (PNR), Partido Demócrata del Atlántico (PDA).

República Checa: Libertad y Democracia Directa (SPD), Partido Nacional (NS), Amanecer – Coalición Nacional (UNK), Coalición por la República– Partido Republicano de Checoslovaquia (SPR–RSČ), Partido Obrero de Justicia Nacional (DSSS), Democracia Nacional (ND), Bloc contra la Islamización– Defensa de la patria (BPI).

Rumania: Partido de la Gran Rumanía (PRM), Partido Rumanía Unida (PRU).

Reino Unido: Partido por la Independencia del Reino Unido (Ukip), Partido Nacional Británico (BNP), Frente Nacional (NF), Veritas.

Eslovaquia: Partido Popular nuestra Eslovaquia (L-SNS), Partido del Pueblo Eslovaco (SĽS), Verdadero Partido Nacional Eslovaco (PSNS).

Eslovenia: Partido Nacional Esloveno (SNS), Adelante Eslovenia (NPS), Eslovenia Unida (ZS), Limonero (Lipa).

Suecia: Demócratas de Suecia (SD), Nacionales Demócratas (ND), Partido de los Suecos (SVP), Frente Nacionalsocialista (NSF), Partido de Escania (SP).

 

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Traducción: Mariola Moreno

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