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El camino a la investidura

Qué ocurre al no salir la investidura: el Congreso se queda de guardia para activar otra votación si hubiera acuerdo en agosto

La presidenta del Congreso, Meritxell Batet, saluda a Felipe VI en el Palacio de la Zarzuela.

Ahora toca intento de investidura. Y, además, con el acuerdo más cerca hoy que ayer, porque PSOE y Unidas Podemos acercan posturas, sobre todo a raíz de que Pablo Iglesias aceptase el veto de Pedro Sánchez a su presencia en el Consejo de Ministros. Pero, si Sánchez no logra los apoyos suficientes en el Congreso, ¿qué pasaría? Con la mirada pública posada en las posiciones de los líderes ante los debates y las votaciones, ha quedado desierta la reflexión sobre el día siguiente, la semana siguiente, el mes siguiente. Un eventual fracaso de Sánchez, todavía no descartable, abriría un periodo que sería al mismo tiempo grave e incierto, además de poco explorado institucionalmente, ya que es inédito que el candidato principal niegue la posibilidad de una "segunda vuelta". Se entraría, sin guión bajo el brazo, en una situación de apremiante cuenta atrás. Un marco que resulta poco compatible con las vacaciones de agosto, lo que hace sorprendente que se haya instalado la idea de que una hipotética segunda tentativa tendría lugar en septiembre, como si la política cerrase inevitablemente 30 días porque hubiera que respetar el mes de descanso por antonomasia de la sociedad –y la vida institucional– en España.

La política española aún está haciendo la digestión del ocaso del bipartidismo. Ni los partidos clásicos –PP y PSOE– ni los recientes –Podemos, Cs y Vox– han encontrado aún la fórmula para salir de una dinámica de bloqueo e inestabilidad. Eso en cuanto a la formación de mayorías. En el terreno institucional también se suceden los territorios nuevos, como el éxito de una moción de censura, la de Sánchez en 2018. Esta inestabilidad ha afectado de lleno a los procesos de elección de presidente del Gobierno. Entre las generales de diciembre de 2015 y la investidura de Mariano Rajoy en octubre de 2016 el rey, Felipe VI, celebró un total de cinco rondas de consultas con los partidos para la selección de aspirantes a La Moncloa. Una complejidad inédita para lo que hasta entonces había sido un trámite. La actual situación se antoja aún más compleja, ya que el actual candidato y presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, así como su partido, el PSOE, han esparcido la idea de que el encargo de investidura del rey se agota con el primer intento, que tendrá lugar la semana próxima entre lunes y jueves. Y que si tal intento fracasara –dicen los socialistas–, dejará de haber candidato.

Aunque nadie pierde de vista que la postura exigente del PSOE ha servido para meter presión a sus adversarios y socios potenciales antes del primer intento, especialmente PP y Cs entre los primeros y Unidas Podemos entre los segundos, el resto de partidos han asumido total o parcialmente un esquema según el cual un posible desbloqueo tendría lugar en septiembre. Gabriel Rufián, portavoz parlamentario de ERC, ha afirmado que el apoyo de su grupo a una hipotética investidura es más probable ahora porque "septiembre nos complica la vida a todos", en referencia a la posibilidad de una sentencia sobre el procés que lo enmarañe todo aún más. Es exactamente la misma posición que la de su homólogo en el PNV, Aitor Esteban, que también advierte sobre los riesgos de septiembre. Más explícita aún ha sido la dirigente de Unidas Podemos Noelia Vera: "De aquí al lunes podemos sentarnos otra vez si llama Pedro Sánchez hoy, podemos hacerlo durante todo el mes de agosto si puede salir este Gobierno de coalición en septiembre".

El esquema viene fraguándose desde hace un mes. "Iglesias sugiere que la investidura de Sánchez será después del verano", tituló El País el 26 de junio. La investidura –dijo Iglesias– "está más cerca de lo que parece, aunque haya que esperar dos meses y medio". Dos meses y medio: es decir, a septiembre. Al día siguiente le respondía María Jesús Montero, ministra de Hacienda. "No va a haber segunda vuelta", dijo. Esta semana, en la entrevista en la Ser en la que Sánchez dio por rotas sus negociaciones con Unidas Podemos a raíz de la consulta convocada por la dirección de Pablo Iglesias, Sánchez afirmaba: "No hay segundas partes. Mi candidatura decae en julio". Parece haber dos opciones: uno) no hay segunda vuelta; dos) si la hubiera, sería en septiembre.

Pero lo cierto es que el marco institucional no se cierra ni un minuto en caso de fracaso de Sánchez. No hay paréntesis. Nada le impide cerrar un acuerdo al día siguiente, mucho menos retomar las negociaciones, avanzadas ahora que se ha descartado que Iglesias se convierta en ministro. No hay ninguna excusa institucional, jurídica o técnica que impida retomar el proceso al minuto siguiente de cosechado el rechazo –si hubiera rechazo– del Congreso.

  Rondas de consultas

Hagamos un repaso de los hechos. El PSOE fue el partido más votado el 28 de abril, hace ya cerca de tres meses. Obtuvo 123 escaños, más del doble que el segundo, el PP [ver aquí todos los resultados]. Se entendió, y así lo aceptaron Sánchez y sus adversarios, que era al candidato socialista al que le tocaba asumir lo que convencionalmente se llama "iniciativa política". Institucionalmente esta iniciativa debe adaptarse a un formato que está definido en la Constitución. El artículo 62 señala que "corresponde al Rey proponer el candidato a presidente del Gobierno". El artículo 99 indica cómo.

Dicho artículo, el 99, establece el campo de juego tras las elecciones: "El Rey, previa consulta con los representantes designados por los grupos políticos con representación parlamentaria, y a través del Presidente del Congreso, propondrá un candidato a la Presidencia del Gobierno". Durante décadas, con Felipe González, José María Aznar y la primera victoria de Rajoy, esta función ha sido poco más que un trámite. Las novedades empezaron en 2016, tras las elecciones de diciembre de 2015.

Después de reunirse con el rey, Rajoy declinó la propuesta del jefe del Estado de que se presentara como candidato, un hecho inédito. Tras una nueva ronda, Felipe VI encargó entonces a Sánchez –febrero de 2016– que buscara la confianza del Congreso. Con un acuerdo con Cs bajo el brazo, Sánchez se presentó, pero no salió investido. Luego, tras una tercera ronda de consultas donde el rey constató que no había candidato con posibilidades, se produjo la repetición electoral de junio, donde Rajoy amplió ventaja. Esto llevó a dos rondas de consultas más, tras las cuales el rey propuso a Rajoy. La primera investidura falló. La segunda, tras el cambio de poder en el PSOE, supuso la investidura del candidato del PP gracias a la abstención de la mayoría del PSOE.

El resto es más reciente. Sánchez retomó el poder en el PSOE (mayo de 2017), accedió a La Moncloa tras una moción de censura (junio de 2018) y tras fracasar en su intento de aprobar unos presupuestos convocó elecciones para el 28A. No fue hasta el 6 de junio, pasadas las municipales, autonómicas y europeas, cuando el rey propuso a Sánchez como candidato tras la ronda de contactos con los líderes políticos. Casi un mes después, el 2 de julio, la presidenta del Congreso, la socialista Meritxell Batet, convocó la sesión de investidura para los días lunes 22 y martes 23 de julio en primera votación –en la que Sánchez necesita mayoría absoluta– y jueves 25 en segunda –en la que la valdría con mayoría simple–. La elección de estas fechas permite que una eventual repetición electoral cayese en domingo, el 10 de noviembre, ya que la primera votación fallida (martes 23) abre un periodo de dos meses para lograr una investidura que, si no se consigue, da paso a nuevas elecciones 47 días después.

  Semana crucial

De modo que la próxima semana hay días grandes en el Congreso. El pleno comienza el lunes a las 12.00 con el discurso del presidente, al que responderán por la tarde del lunes y la mañana del martes los portavoces de los grupos. Se votará el martes por la tarde. Si no hay investidura, se repetirá votación dos días después, el jueves 25, en busca de mayoría simple. Y si no sale, ¿vacaciones? No exactamente. Incluso aunque no saliera, socialistas y Unidas Podemos seguirían teniendo el camino expedito para continuar negociando.

El término "vacaciones" es inexacto para los diputados, porque no son trabajadores en rigor, ni tienen contrato. Lo que ocurre es que, como establece el Reglamento del Congreso, hay dos periodos de sesiones ordinarias, de febrero a junio y de septiembre a diciembre, lo que genera una impresión vacacional en meses como agosto. "Todo lo que ocurre fuera de ese periodo, se considera extraordinario", señalan desde el Congreso, donde de hecho se acumulan ya dos meses de baja actividad. Es también equívoca la idea de "cierre" del Congreso, por más que se utilice con frecuencia, porque siempre queda la Diputación Permanente, con la presidenta del Congreso (Batet) al frente. Ahora la Diputación Permanente se constituirá el martes 23, tras la primera votación sobre el candidato Sánchez. A pesar de la impresión de un Congreso en modo baja intensidad, nada impidiría convocar nuevos plenos de investidura sin esperar a septiembre, por más que septiembre parezca ya señalado como el de la segunda oportunidad en caso de que Sánchez fracase a la primera. Es decir, si alguien tiene impresión de que estamos ante un "ahora o nunca", probablemente se equivoque. PSOE y Unidas Podemos tienen por delante dos meses para llegar a un acuerdo total. La semana próxima es sólo el primer intento de concretarlo.

La circunstancia peliaguda, en caso de fracaso de Sánchez, es que el propio candidato ha hecho ya explícito que su candidatura "decae" en julio. Está por ver si mantiene este discurso ahora que Iglesias ha dado un paso al lado.

  Sin impedimentos

infoLibre ha consultado a tres profesores de Derecho Constitucional, Antonio Torres del Moral, Fernando Álvarez-Ossorio y Joaquín Urías, para conocer su punto de vista sobre los pasos institucionales a dar en caso de derrota de Sánchez. Los tres coinciden en que no hay impedimento de ningún tipo para que vuelva a presentar su candidatura sin esperar a septiembre.

A juicio del catedrático Torres del Moral, "no está impedido que haya una nueva candidatura del mismo candidato en cuanto cambie cualquier circunstancia, incluso aunque cambien simplemente las expectativas", señala. Torres del Moral cree que es Batet quien tiene que "tomar protagonismo" durante el proceso y calibrar si hay expectativas de una investidura, pese a que en las últimas legislaturas –afirma– el papel de la presidencia del Congreso ha sido de "convidado de piedra". Este jurista cree que el margen de Batet no puede limitarse –habla coloquialmente– a "llevar papelitos" de Zarzuela a La Moncloa y viceversa, sino que tiene que "responsabilizarse" y "dirigir la operación" acudiendo al jefe del Estado a comunicarle y valorar conjuntamente los cambios de circunstancias antes de que el rey haga las consultas con los grupos. Del Moral reivindica la autonomía y sentido institucional de presidentes del Congreso como Gregorio Peces Barba o Manuel Marín, y lamenta que ahora la figura se pliegue –afirma– a pautas de partido.

Por supuesto, señala el catedrático, no hay la menor necesidad de esperar para ello a septiembre. "De cara a la opinión pública queda chusco que los diputados se vayan de vacaciones sin los deberes hechos. Pero, en realidad, no es relevante. Porque las seis u ocho personas que tienen que negociar de verdad van a seguir moviéndose en agosto".

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El artículo 99.4 señala señala que, si fracasa el primer intento de investidura, "se tramitarán sucesivas propuestas en la forma prevista en los apartados anteriores". Y los apartados anteriores dicen, entre otras cosas, que "el Rey, previa consulta con los representantes designados por los grupos políticos con representación parlamentaria, y a través del Presidente del Congreso, propondrá un candidato a la Presidencia del Gobierno". Ello ha llevado a una interpretación mayoritaria según la cual un fracaso en una investidura exige sí o sí otra propuesta del rey. No lo cree así el profesor Joaquín Urías, que opina que una nueva sesión para investir a Sánchez sería aún más fácil. ¿Puede a juicio de Urías la presidenta del Congreso, sin una nueva ronda de consultas del rey, convocar una segunda sesión de investidura con el mismo candidato salido de la primera ronda? "Claro que puede", responde. "Otra cosa es que por cubrirse las espaldas normalmente hará una nueva ronda real. Si no cambia el candidato, ¿Para qué va a hacer una nueva ronda?". La ronda de consultas se hace, en su opinión, "para dar más protagonismo al rey". "El artículo 99 exige ronda e investidura. Entiendo que si lo que se hace es repetir la votación, no es imprescindible. Otra cosa es que suele hacerse por acentuar el papel del rey. Desde que Felipe VI llegó al poder hemos vuelto al sistema decimonónico de 'encargo real`, que sitúa al rey en el centro de un acto por el que no responde políticamente", considera.

Su colega Álvarez-Ossorio, que coincide en la falta de impedimento institucional que pueda demorar una nueva sesión de investidura, sí cree en cambio que el rey "tiene que abrir ronda de consultas". "No es un acto del presidente del Gobierno o la presidenta del Congreso, sino personalísimo del rey. El problema es que el rey ha vivido comodísimo en el bipartidismo y no se le ha dado ese contenido", señala. A juicio de Álvarez-Ossorio, la duda estriba en qué ocurre si, tras una nueva ronda de consultas, nadie quisiera ser candidato. Dado que Sánchez ya ha advertido de que tras su primer intento no se considera candidato, no es una hipótesis del todo descartable.

En cualquier caso, son escenarios que habría que empezar a recorrer en agosto, no en septiembre. "¿Vacaciones? ¿Qué vacaciones?", sonríe Álvarez-Ossorio, que recalca que ni la política ni el Congreso cierran. Y recuerda que la reforma exprés del artículo 135 de la Constitución se propuso en pleno agosto de 2011. Sin esperar a septiembre.

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