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Cultura

No es Amazon, soy yo

Pasillo de una librería.

El Congreso de Libreros de 2011, celebrado en Palma, alumbró un portal, todostuslibros.com, que aspiraba a dar mayor visibilidad a las librerías y sus fondos, tanto de España como de Latinoamérica. La herramienta creada por la Confederación Española del Gremio de Libreros (CEGAL) fue presentada luego en la Feria del Libro de Madrid, y sigue funcionando. "Te ofrecemos más de un millón de libros editados en España y dónde conseguirlos y comprarlos", leemos en la home de la página.

En este tiempo, todostuslibros.com ha servido para cumplir el propósito expresado por su primer responsable, Juan Manuel Cruz: "Es una forma de abrir toda la información al público; no se trata de un portal de ventas sino de información al usuario. No se vende directamente, sino que ponemos al usuario en contacto con el libro y con el librero". También estaba prevista la creación de otra web, todoselibros.com, con idéntico propósito, pero para libros digitales. No prosperó.

En librero, 'amenaza' se dice 'Amazon' 

Los últimos han sido años difíciles, los libreros han librado una guerra en tres frentes: la crisis general; la crisis lectora, y el avance de Amazon, "ese vasto océano librero [que] instauró una metamorfosis irreversible". El entrecomillado es de Alberto Manguel, y está entresacado de un artículo en el que denunciaba que el gigante estadounidense ha impuesto sus leyes tratando los libros como un simple objeto de consumo.

Amazon, recordaba Manguel, fue creada en 1994 por Jeff Bezos después de leer un informe sobre el futuro de Internet. "Compiló una lista de veinte productos que, según él, podían ser vendidos en línea y llegó a la conclusión de que el producto más vendible era un libro ya que, a pesar del auge de la tecnología electrónica, la popularidad de la página impresa no parecía haber disminuido y se estaban publicando más libros que nunca!. Muy pronto, se ufanaba de ser "la librería más grande del mundo". Pero fallaba en algo: Amazon no conocía los gustos de los lectores y era incapaz de recomendar libros. A estas alturas ya sabemos que esa deficiencia fue rápidamente subsanada gracias a los algoritmos.

Mientras tanto, por estos lares, las cosas empezaron a moverse, aunque quizá tarde y, en muchos casos, mal. Los grandes libreros (Casa del Libro, El Corte Inglés) hacían lo que podían y los pequeños, incluso más de lo que podían. Pero se había instalado una especie de fatalidad, Amazon se percibía como mucho más que una formidable competencia: era el coco, el paradigma de la competencia desleal porque apenas tributa en los países donde vende y su política de precios es extremadamente agresiva.

Hartas ya de esperar, el pasado octubre, las librerías pidieron un pacto de Estado que las proteja. "Queremos trabajar en igualdad de condiciones, lo que implica una igualdad fiscal", declaró Javier López Yáñez, director de CEGAL. "No hemos encontrado ninguna pequeña librería que tenga sus cuentas en paraísos fiscales, ahí radica el problema, en el hecho de que mientras unos asumen una determinada legislación y unos impuestos, otros no." Un mes después, el Gremio de Librerías de Madrid denunció a Amazon ante la Subdirección General del Libro de la Comunidad por incumplir los artículos 9 y 10 de la Ley del libro; fue su respuesta a una polémica campaña de descuentos del 25% que, denunciaban, suponía una violación flagrante de la norma del precio fijo.

Cierto, desde CEGAL lo reconocían, la ley vigente (de 2007) responde a una realidad distinta, pero eso no justifica su incumplimiento: se "necesita una adaptación o sencillamente que haya una aclaración o planteamiento desde el punto de vista jurídico que garantice que responde al espíritu de la ley lo que se puede realizar desde las librerías, físicas u online".

Contra Amazon...¿vivíamos mejor? 

Más o menos por esas fechas, también harto de estar harto, Jorge Carrión, escritor y defensor incansable de las librerías, publicó un libro sumariamente titulado Contra Amazon, en el que desarrollaba las tesis de un manifiesto lanzado desde Jot Down cuya repercusión internacional le pilló por sorpresa. En él, Carrión exponía razones, digamos, sentimentales ("creo en la resistencia mínima y necesaria. En la preservación de ciertos rituales. En la conversación, que es arte del tiempo; en el deseo, que es tiempo hecho arte. En silbar, mientras paseo entre mi casa y una librería, melodías que solo yo escucho, que no pertenecen a nadie más"), pero sobre todo denunciaba los modos del neoimperio amazónico que, entre otras cosas, te espía mientras lees.

"La multinacional logística que dirige Jeff Bezos se ha convertido en la marca más icónica y más elocuente, la que ha alterado –‍y a menudo ha violentado–‍ con más fuerza las relaciones tradicionales entre los lectores y los libros. Es un monstruo tentacular que no para de innovar ni de crecer", escribe el autor en el prólogo de su libro. Y, en la promoción del mismo, animó a librerías y bibliotecas a "recuperar la iniciativa y construir una narrativa positiva en la cual quede claro que ellas son las principales plataformas de compra y lectura de libros. Amazon ha colonizado la conciencia colectiva, se ha convertido en un sinónimo de libro. Y eso claramente es una usurpación."

Lamentarse de su negra suerte era una opción, pero la autocomplacencia desembocaba en una vía muerta, había que hacer algo, tocaba ponerse las pilas. Por eso, en la presentación del citado Observatorio de la Librería, al tiempo que pedían árnica, los libreros anunciaron su voluntad de plantar cara: reconvertirían todostuslibros.com en un punto de venta.

La idea entonces expuesta quedó más perfilada la semana pasada, en el congreso de CEGAL en Málaga. Quieren luchar contra Amazon, pero no convertirse en un miniAmazon: el objetivo es trasladar el concepto de librería y espacio cultural al mundo online. Más aún, y en palabras de Javier López Yáñez, director técnico de CEGAL, aspiran a favorecer a la librería independiente, cultural. "Si no lo hacemos nosotros, nadie lo hará". Hablan de implicar a los lectores, de crear estanterías y listas de libros personalizadas, de compartir reseñas y críticas, de saber qué se cuece en las librerías… en definitiva, de convertir la web en un espejo del mundo físico que no traiciona el concepto de librería como espacio de referencia e intercambio, y contribuye a la subsistencia de las librerías de barrio. Buenos propósitos que esperan plasmación, a finales de este año. Porque lo esencial sigue siendo dar satisfacción a los lectores; y el problema es la falta de lectores.

Que cada palo aguante su vela

Los héroes modestos

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En el congreso, Joaquín Rodríguez participó con una ponencia titulada "No es Amazon, somos nosotros", título que ya había utilizado en un artículo publicado a finales de 2019 en el que repasaba las críticas que los libreros hacen a Amazon, y sin quitarles la razón, les pedía autocracia: "Es mucho más cómodo, consolador a la vez que inútil, acusar de manera unilateral de la situación actual de los libreros y del ámbito editorial a un solo contrincante, buscar a un único antagonista sobre el que volcar todos los males que aquejan al sector, Contra Amazon [referencia explícita al libro de Carrión], como un Fuenteovejuna sedativo que condujera a la vía hace ya tanto tiempo muerta de las acusaciones baldías".

Admite Rodríguez que Amazon ha ocupado una posición progresivamente monopolística, que esta dinámica de acaparamiento del mercado conduce a la ruina a pequeños y medianos libreros, que esta tesitura lleva al progresivo adelgazamiento del mapa librero de todas nuestras ciudades, a la merma de la diversidad editorial y a la tragedia de la pérdida de esa riqueza cultural e intelectual. Sabe Rodríguez que las políticas laborales agresivas consiguen mano de obra barata y silente, que una fiscalidad adaptada a los intereses de las grandes corporaciones les beneficia, que la flexibilidad en la interpretación de las leyes deja huecos para el lanzamiento de campañas comerciales señuelo. "Pero también sigue siendo claro que no hay una masa crítica de contenidos escritos en todas las lenguas comparable en la Red; que no hay un proceso de compra tan sencillo y bien diseñado como el de su tienda; que no hay una logística tan ágil y un plazo de entrega tan rápidos; que no hay una plataforma de contenidos electrónicos comparable. Y está más claro aún que ni libreros, ni editores ni distribuidores han querido estar nunca a la altura del reto que se les planteaba: enfrentarse a una logística global, a un escaparate ecuménico como el de Amazon (o como cualquier otra plataforma de contenidos globales) exige, sobre todo, que cada uno de los integrantes dela antigua cadena de valor dejen de percibirse como un punto físico aislado, como una mónada distanciada del resto, como un átomo cuyos problemas solamente le concernieran a él."

No es Amazon, somos nosotros, concluía. Se diría que el mensaje ha sido captado.

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