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Liebre por gato

La exploradora

El escritor Sergio Astorga.

Sergio Astorga

La sección de microrrelatos inéditos 'Liebre por gato' está coordinada por Fernando Valls y Gemma Pellicer. Esta nueva entrega recoge tres textos de Sergio Astorga.

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La exploradora

Era una muñequita de salón ferviente en las madrugadas fogosas. Trabajaba de nueve a cinco y se arreglaba las uñas todos los fines de semana. Con las ojeras que le quedaban, soñaba el futuro del mañana con su café de olla y su mirada plástica. Retoca su maquillaje y se desenamora con su lápiz labial azul de despedida. Se le amotinan los días cuando pide la cuenta en el restaurante del diario. No quería mar, ni velero; ella se despoja de la bastardía de los viajes. Se arropa y se muere de frío cuando vuelve al hogar de sus papás. Sus alas se le pegaron al cuerpo y la mala fama de su sonrisa empañó las fotografías de los cumpleaños. Ella quería ir al fin del mundo en ese segundo posterior al parpadeo. Mucha cosa para una simple vida. Al final se conformaba con todos los finales iguales. Por eso le gustaban las escaleras. Subir y bajar y escuchar el gemido del taconeo. Desafinar y desafiar los juicios sumarios de su vecindario, que sólo flota en esa burbuja de champú.

Las madrugadas calientes la hacen sentir muñequita en estos cielos de península Ibérica.

No es chantaje. Ella busca otro arrabal.

En metálico

Sus besos sabían a metálico desde que se tragó accidentalmente una moneda de diez centavos. Le aconsejaron hacer buches de alumbre y masticar ramitas de cilantro. Como no tenía prisa, su espera floreció como un vals vienés. Se perfumó el escote y con impúdica decencia se espabiló su cintura. Ahora sus besos de noche arrebatan y los del día contienen el jugo del almuerzo. Su corazón derramó tinta china y sus amigas de colegio le llaman ahora «la mujer del puerto de los besos de sal». Ella como ave de paso se yergue altiva, como Mata Hari en desbandada. Suplanta con tatuajes su pensamiento y esa voz de no querer frotarse con los brazos en cruz.

Casada en Portugal, ya no recordaba lo que su corazón de viaje le decía. Fuera de quicio, comenzó a jugar a las cartas zodiacales. Sacó los géminis y se tiró a la vagancia. Hoy en el periódico dicen que una mujer fue encontrada tirada en la calle con una moneda en la boca. Su muerte sabe a calderilla corriente y se advierte que no hay equidad en el fracaso.

Como siempre, salgo a comprar el diario con ganas de encontrar el amor alguna vez y tirar los dados en paz.

Flirteo

De héroes y villanos

De héroes y villanos

Como una enredadera que no encuentra ventanas, la alegría intentó enamorar la ropa de cama.

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De Sergio Astorga podría decirse que es un pintor que escribe, o un escritor que pinta. Procedente de la ciudad de México, en la actualidad reside en Oporto. Se licenció en Comunicación Gráfica en la Escuela Nacional de Artes Plásticas (Antigua Academia de San Carlos) e impartió un taller de Dibujo durante doce años en la UNAM. También estudió Filología Hispánica en la Facultad de Filosofía y Letras de esa misma universidad. Ha publicado sus textos y dibujos en varios suplementos culturales y revistas de habla hispana. Tiene en su haber el libro de poemas Temporal (2010). Además, gestiona los blogs personales Antojos y Conversas en el balcão del abarrote, además de la revista de minificción Brevilla, que publica microrrelatos, aforismos y haikús, en colaboración con Lilian Elphick, Patricia Nasello y Camilo Montecinos.

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