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Donde dije digo, digo Feijóo: los motivos por los que en 2018 no dio el paso y que siguen plenamente vigentes

El presidente de la Xunta, Alberto Nuñez Feijóo, tras anunciar que se presenta para liderar el partido.

Donde dije digo, digo diego. Este miércoles el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, no pudo evitar tratar de explicar por qué ahora dice ‘sí’ cuando hace menos de cuatro años dijo ‘no’ a la posibilidad de presidir el PP nacional.

Entonces, según él, “la situación de España era muy diferente: crecía, creaba empleo, acababa de aprobar los Presupuestos Generales del Estado”. Exactamente igual que hoy, porque hay unos presupuestos en vigor, la economía crece y el desempleo baja. Pero aún así, en su opinión, “estaba mucho mejor. Hoy, apenas cuatro años después, España padece el peor gobierno de su historia reciente y además en un momento muy difícil”, alegó.

Un Gobierno que, alegó tratando de establecer otra diferencia, se apoya “en todos los que no creen en nuestro país, en las instituciones europeas y en la OTAN”. Los mismos que entonces acababan de respaldar la moción de censura que el PSOE de Pedro Sánchez presentó contra Rajoy y que, también hace tres años y medio, merecieron sus reproches y sus advertencias.

“En 2018 entendí que la mejor manera de servir a mi país era tomar la decisión que comuniqué entonces”, añadió este miércoles para justificarse. Pero hoy se siente “en la obligación” de ponerse “a disposición” del PP y de su país “para garantizar el Gobierno que necesita España”. “En 2018 dije que fallarle a Galicia sería como fallarme a mí mismo. Y hoy”, añadió dando la vuelta a sus palabras de hace cuatro años, “siento que fallarle al Partido Popular es fallar a Galicia y al resto de España y por eso me presento”.

La memoria de Feijóo es frágil. Basta con repasar los motivos que alegó en 2018 para negarse a dejar Galicia para comprobar que todos siguen vigentes. Algunos más que nunca. Y que lo que han cambiado son sus prioridades.

El primero de ellos era que había pedido “a los gallegos su confianza para cuatro años más”. Se había comprometido “con ellos hasta el año 2020” transmitiéndoles su “ilusión y confianza” por lo que aún tenía que hacer, a lo que los ciudadanos habían respondido dándole “una mayoría excepcional”. 

“Sin haber completado mi compromiso no puedo fallar a los gallegos porque sería también además fallarme a mí mismo”. Era, dijo entonces, una cuestión de “coherencia”: “No sería un buen mensaje que el nuevo presidente del PP estrenase esta etapa siendo incoherente y faltando a su palabra a los miles de ciudadanos”. “En el PP, por encima del curriculum de una persona concreta está el compromiso con un pueblo, están las personas a las que nos debemos, el equipo, el proyecto que prometimos servir”, añadió.

Lo cierto es que su situación política hoy es exactamente la misma. Se comprometió con los ciudadanos gallegos en las elecciones de 2020 y le dieron una nueva mayoría absoluta, la cuarta de su carrera política. Con un mandato también de cuatro años, que no concluye hasta 2024. La única diferencia es que ahora no se siente obligado por la “coherencia”. De hecho esa palabra ha desaparecido de su discurso.

 Contra la “política de España”

En 2020, cuando anunció su decisión de presentarse de nuevo a las elecciones gallegas, puso otros motivos encima de la mesa que tienen que ver con el clima enrarecido de la política nacional. “Hoy vuelvo a decir Galicia. Si mi partido está dispuesto, yo estoy a disposición de Galicia. Si mi partido quiere, yo quiero ser el candidato a la Presidencia de la Xunta. Si los gallegos quieren, yo seré el presidente de todos los gallegos sin excepción. Yo soy Alberto Núñez Feijóo y los gallegos saben lo que pueden esperar de mí”, entre otras cosas porque, “cada vez” creía “menos en la política de España, del instante, donde no preocupa nada; esa política que remarca siempre la división y en la que la experiencia y la gestión son irrelevantes”.

Entonces, defendía, “ante cualquier elección o cuestión, siempre digo Galicia”. Y afirmaba sentirse libre para servir sólo a Galicia. Un presidente libre para cumplir con sus compromisos, para ser coherente. “Libre para sólo deberme a las gallegas y a los gallegos, a nada y a nadie más”, remarcaba hace apenas dos años.

Si se presentaba por cuarta vez, decía entonces, era para dar estabilidad, para representar el entendimiento de la gran mayoría y para gobernar para todos. “Soy un servidor de los gallegos”, recalcó expresando que no era ni sería rehén de ningún partido, ni tan siquiera del suyo.

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La gran diferencia entre 2018 y 2022 no la mencionó en su intervención de este miércoles en Santiago. Entonces, presentarse significaba arriesgar el Gobierno de la Xunta en una batalla orgánica de incierto desenlace en la que debía enfrentarse a varios y poderosos candidatos, entre ellos la exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría y el que finalmente resultó ganador, Pablo Casado.

Ahora, en cambio, el partido le ha puesto una alfombra roja, que es exactamente lo que él esperaba hace cuatro años y no pudo tener. Los barones del PP trabajan todos a una para enterrar definitivamente la etapa del casadismo en un congreso extraordinario que elija presidente a Feijóo. Si puede ser, sin candidaturas alternativas y por aclamación. 

Un congreso en el que la única rival con respaldo suficiente como para desafiarle, Isabel Díaz Ayuso, desactivada momentáneamente por las dudas que plantean los contratos de los que se benefició su hermano, se ha comprometido a apoyarle.

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