Laboral
Jóvenes sobradamente preparados... y explotados: TikTok, la nueva arma para viralizar abusos laborales
Arrancó el pasado 12 de junio. Mario Gálvez es un joven del municipio de Prado del Rey (Cádiz), diplomado en Ciencias de la Educación que dijo sí a un contrato de formación en un supermercado franquiciado de Eroski ubicada en la también gaditana localidad de El Bosque porque sus padres son dependientes y quería “ayudar en casa”. Pero ha acabado despedido y usando la red social TikTok para denunciar los motivos en un vídeo que ha superado los dos millones de reproducciones.
Relata que el horario estipulado en su contrato nunca se respetaba en la práctica y cuando comunicó a su jefe que un sábado, día que solía empezar a trabajar “a las 8 de la mañana” para acabar “sobre las 10 de la noche”, sólo podía acudir a su puesto por la tarde, cumpliendo aún así "con sus horas", por un asunto personal, este le espetó que “estaba despedido y que no volviera el lunes. El joven se negó a irse sin una copia del contrato, que sí firmó, pero que "nunca" le habían proporcionado. Tuvo que llegar incluso a hacer el amago de llamar a la Policía. Sólo entonces se lo dio, de acuerdo a su versión. Y hay más. “Decía que era su forma de trabajar y que, cuando cobrara, de los alrededor de 1.000 euros, le tenía que llevar unos 200”, asevera Mario a infoLibre. “Otro chaval se fue de la empresa por algo parecido”, engarza.
Ha querido difundirlo en redes para que “no le pase a más gente joven porque no es nada justo” y para que “los empresarios tomen conciencia de que no pueden hacer estas cosas”. Desde la publicación del vídeo se ha puesto “mucha gente” en contacto con él. “En una semana me han llegado más de 2.000 mensajes”, dice, de quienes han pasado por situaciones parecidas o conocen a quién lo ha hecho. “Se piensan que por ser jóvenes somos tontos”, le resumió una de esas personas. “He intentado hablar con la máxima gente posible, sobre todo con los que tienen situaciones familiares parecidas o querían aportarme algo”, narra algo desbordado.
Manifiesta haberse sentido arropado por "la mayoría" de todos los que han reaccionado a su vídeo, aunque tampoco han faltado comentarios del tipo: “Bienvenido al mundo laboral”, que no comparte. Ahora busca empleo. Anota que tras el revuelo que se ha formado en redes con su testimonio le han ofrecido "uno en Madrid", aunque le ha sido "imposible" aceptar. "Tengo ganas de trabajar", proclama, pero intentará quedarse por su zona de residencia debido a la situación familiar.
En cualquier caso, no se ha quedado ahí. Mario ha puesto lo sucedido en conocimiento del sindicato CGT, desde donde lamentan que haya tenido que comprobar en primera persona “como son las relaciones laborales con muchos empresarios de este país, viendo truncadas sus expectativas de subsistencia por un empleador desalmado”. La asesoría jurídica de la organización sindical, desde la que celebran que el joven “no se haya callado”, interpondrá “las correspondientes actuaciones judiciales”, así como “ante la Inspección de Trabajo de Cádiz”.
Este periódico ha contactado con el empresario, que prefiere no dar su nombre y que tiene un visión muy distinta de lo sucedido. Sitúa entre el 14 de junio y 4 de julio el tiempo en el que el empleado ha trabajado en su establecimiento. Afirma que lo despidió porque "había días que no cumplía su horario". Detalla que en una ocasión "sólo fue un par de horas" y además "no hacía su trabajo bien". Niega que no quisiera darle una copia del contrato. Tuvo que pedirle a su asesor que se lo enviara y por eso, expone, no se lo pudo entregar inmediatamente. Y, por último, garantiza que lo de los 200 euros "no salió de su boca". Le ha ingresado todo lo que le correspondía, según su contrato, y se queja de que el joven le está "destrozando la vida". "Si quiere denunciar, que denuncie, pero no son formas. Tengo testigos de todo y he intentado dar mi opinión en Tiktok para que la gente conozca las dos partes de la historia, pero, como no le interesa, borra los comentarios", concluye.
Desde el lado de Eroski han querido dejar claro que "la relación laboral que ha mantenido el trabajador ha sido con otra empresa", al "tratarse de una franquicia". Por tanto, "en las decisiones que haya podido tomar esa empresa, Eroski no ha intervenido". A esto agregan que "las buenas prácticas forman parte" de la "identidad cooperativa" de Eroski y su "objetivo" es "velar por un trato justo para todas las personas que trabajan en establecimientos" bajo su marca. En este asunto, "a Eroski le ha sobrevenido una situación ajena a su control, que le puede ocasionar daños y perjuicios, especialmente el reputacional". "Y es por ello -señalan- que se reserva las acciones legales oportunas en defensa de sus legítimos intereses y derechos".
"Se cometen todo tipo de abusos"
“El compañero Mario, ha tenido la valentía de explicar cómo son las relaciones laborales habituales de un Jospe”, deslizan fuentes de CGT. Han acuñado ese término, para definir a los Jóvenes sobradamente preparados y explotados “a manos de empresarios sin escrúpulos”. Critican que “la patronal andaluza y española sigan ancladas en épocas pasadas en las que cualquier persona empleada debía ser servil, permanecer callada y agradecer que le debe el puesto de trabajo por muy precario e indignante que sea. Quieren personas esclavas en lugar de asalariados con derechos”, censuran. Y es que declaran que el de Mario, a quien llegaron a pedirle una "comisión por darle trabajo", no "es un caso aislado”. Otros jóvenes vinculados al sindicato han recurrido a Tiktok para evidenciar las precarias condiciones laborales que soportaban en grandes superficies comerciales.
De hecho, Miguel Montenegro, secretario de Organización de CGT Andalucía, Ceuta y Melilla, lo constata: “En el sindicato tenemos constancia de que en el medio rural de Andalucía están pasando cosas así e incluso peores. Se cometen todo tipo de abusos porque no llega la Inspección de Trabajo, a menudo por ser lugares remotos, no hay organizaciones sindicales y a la gente le cuesta denunciar porque son vecinos del pueblo”, transmite a este diario.
“Mario, como es un chico con estudios, se ha plantado”, apostilla, para añadir: “En el sector del telemarketing, por ejemplo, tenemos un montón de personas universitarias perfectamente preparadas cogiendo llamadas porque no tienen ocupación de lo que han estudiado y algunas han acabado en un expediente de regulación de empleo (ERE) como el de la empresa Konecta. Y hay en servicios de limpieza u otros de los considerados precarios, pero que, como tienen la necesidad de comer todos los días, se agarran a un clavo ardiendo y acaban haciendo multitud de horas”, advierte.
Un contexto complejo para la juventud
Antes que el joven gaditano, Carmen, la usuaria de TikTok @rayomcqueer_, se hizo viral por quejarse de las condiciones de su trabajo en una cafetería. Aunque también aireó una lista de cosas respecto al comportamiento de sus clientes. En un vídeo, la joven afeaba cuestiones como la hipervigilancia en su empleo, ya que el establecimiento contaba con un circuito de cámaras, o que hubiera un grupo de WhatsApp de los empleados. Acabó despedida y luego ha seguido poniendo el foco a veces en la precariedad laboral que sufre la juventud. Y Leticia, @vazquezleeti hizo públicos impagos por parte de una empresa con la que había trabajado de camarera en dos eventos musicales. Sin contrato, sin plus de nocturnidad, sin horas y con la información enviada a través de un grupo de WhatsApp. Así resume las condiciones laborales con las que se topó.
Cristo, @crisblack473, se ha colocado en el mismo escaparate para ironizar sobre la hilera de contratos que ha encadenado en un año. "Estuve de prácticas en una empresa, tres meses de colaborador en una revista, dos meses en un restaurante como camarero, un mes en una cervecería y dos semanas de colaborador en una revista" otra vez, sintetiza. En ese punto lo despidieron, al día siguiente lo contrataron "en Zara para nueve días". Al menos, únicamente estuvo "un día en paro", subraya en su perfil de Tiktok.
Los jóvenes no lo tienen fácil en el actual mercado laboral. Como sostiene el profesor de Teoría Económica de la Universidad de Alcalá, Daniel Fuentes, en el libro La desigualdad de España, editado por Lengua de Trapo y el Círculo de Bellas Artes, los nacidos en los 80 “han vivido en una sociedad cuya renta per cápita a los veinte años de edad es aproximadamente la misma que a los 35, lo que habla de tres lustros de estancamiento”. Tal vez por eso, han perdido el miedo y usan las redes sociales como altavoz para dejar constancia de sus experiencias, en ocasiones áridas, laborales.