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Begoña Curiel (El libro durmiente)

El libro durmiente comenzó su andadura como club de lectura en junio de 2003. Su nombre hace referencia a la necesidad de rescatar los valores y principios que duermen en el seno de los libros. El libro durmiente se define como una entidad creada sin fin de lucro. Nuestra acción adquiere la condición de voluntariado cultural. Desde el año 2012, correspondiendo con el período lectivo, impartimos los talleres de escritura creativa en dos niveles: básico y avanzado. Finalmente, la invitación a los autores para presentar sus obras o impartir clases magistrales sobre las técnicas de escritura ha dado lugar a la creación de un foro literario donde confluyen los lectores, libros y escritores, compartiendo ideas e inquietudes en pro de la cultura.

La segunda mujer

Luisa Castro

Seix Barral (2006)

Un caso de maltrato psicológico de manual y un excelente “tratado” de la perversidad camuflada. La segunda mujer es una novela interesante y muy potente que remueve al lector.

Camufla lo que parece que no es, pero enseguida intuyes que la relación no acabará bien. Gaspar tiene 57 años, es un reputado crítico de arte que queda embelesado de Julia, escritora de 25 años. Una joven, de origen humilde, que se ha ganado a pulso todo lo que tiene. Ni ella misma se cree que alguien de otra clase social quiera echarle el lazo.

Su juventud, está claro, es un reclamo. El chollo realmente es para él, no al revés. Gaspar avasalla a Julia con halagos y cantos de sirena ante los que inicialmente ella desconfía. Sin embargo Julia pasará de un extremo a otro (a mi entender, demasiado rápido). Tanto, que se convencerá de que el amor es recíproco y lo dejará todo por Gaspar. Renuncia a una beca en Nueva York y una prometedora carrera más allá de los éxitos que ya ha obtenido la joven.

Una de las primeras alarmas, y que sonará innumerables veces, se llama Frederic, el hijo de Gaspar, personaje al que es imposible no odiar. Un majadero que la ningunea sin disimulo y al que el padre excusa de todas las maneras posibles. Julia se dejará liar en la tela de araña aunque su estómago le susurre “sal de ahí inmediatamente”. ¿O fui yo quien se lo gritaba? La segunda mujer parece interpelar al lector.

Es tan vertiginoso el amorío, que no tardará Gaspar en pedirle matrimonio y un hijo. El arrebato parece desproporcionado (de nuevo, me siento interpelada) pero la chica se deja arrastrar hasta el secuestro emocional al que será sometida. Las humillaciones y vejaciones, no sólo del hijo, sino también del “enamorado”, tardarán poco en llegar.

En realidad, cada uno a su manera, la familia, su entorno clasista y los consiguientes aires de superioridad, son retratados como un clan que irá enmudeciendo a Julia. No es que ella acepte o se resigne. Va dando toquecitos, muestras de su descontento, pero Gaspar no escucha. Dicen que no hay mayor desprecio que no hacer aprecio y lo practica tan bien, que deja claro a Julia cuál es su puesto en dicha tribu: el último.

La aspereza y frialdad a su alrededor irán minando su autoestima. El estómago se cierra de indignación, también de incredulidad ante la pasividad de Julia, al menos por lo que tarda en percatarse de la calaña con la que se ha juntado. Parece inverosímil que una chica emprendedora como ella acabe sucumbiendo a sus garras. Pero no lo es. ¿Por qué si no, a día de hoy, todavía cuesta que algun@s botarates comprendan los oscuros laberintos del maltrato psicológico y que para una relación insana no hace falta que la víctima cumpla el prototipo de la pobrecita incauta?

Tras mil desencuentros, Julia parece despertar y como lectora no pude por menos que aplaudir y casi gritar: ¡¡¡Por fin!!! Entonces, es el lobo con piel de cordero quien ruge, retirándose del todo la careta. Comienza la batalla: Julia contra el marido y todo su clan. El refinamiento del exquisito Gaspar se volatiliza; la tortilla se ha dado la vuelta y, aun así, Julia tiene momentos de flaqueza. Aunque te preguntes: "¿cómo puede ser?", no hay que perder de vista que el maltratador es especialista en tergiversar situaciones y frases hasta llevar a la pieza a su terreno. Es ahora cuando Gaspar ve a su dulce mujer como una amenaza.

La condena perpetua de las obsesiones

Luisa Castro ofrece un bonito repertorio de las retorcidas fórmulas usadas por el maltratador. No obstante, se expone un hecho gravísimo que la escritora describe casi de pasada, como si fuese un detallito, un ejemplo más de las barbaridades cometidas por Gaspar.

La prosa de Castro es fluida y efectiva. Utiliza bien el arte de la sutileza para contar mucho más de lo que parece que cuenta. Consigue el objetivo de cabrear al lector para que se posicione, aunque se adelanta demasiado pronto a los acontecimientos. Me hubiera gustado que alargase un poco más la debacle “anunciada”.

Esta novela obtuvo el Premio Biblioteca Breve 2006 de Seix Barral. No es la primera vez que la obra seleccionada para este premio llama mi atención. De hecho no dudé en comprarla por este motivo en un improvisado puesto de libros de segunda mano, aunque no conociese a la autora. Me encantan estas sorpresas.

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