El 11 de marzo de 2004, hace 20 años, España sufrió el mayor atentado terrorista de su historia. Madrid y toda España enmudecieron de espanto y de dolor. Las escenas dantescas que emergían de la estación de Atocha eran el pago que los yihadistas devolvían al gobierno de España por su invasión a Irak, a la parte más débil de la foto de las Azores.
Pero el 11 de marzo de 2004, se inició también la mayor estrategia de cinismo y manipulación que un gobierno, miembro de la UE, pudiera realizar con sus víctimas y con sus ciudadanos. El 11M marcó el inicio del trumpismo en Europa.
El periódico francés “Le Monde”, al día siguiente de los comicios celebrados en España (al tercer día de los atentados), abría su periódico con el titular: “España castiga la mentira del Estado” para explicar el resultado electoral. La prensa alemana directamente acusaba a Aznar de haber puesto en “peligro la seguridad europea al mantener la autoría de ETA” cuando las pruebas materiales apuntaban al terrorismo islamista…
Fueron abrumadoras las muestras de no aceptación de las tesis del gobierno de Aznar, desde la CIA, hasta las embajadas más influyentes de nuestro entorno.
Pero ahí está. El todopoderoso “Ansar”. Saliendo en el programa Lo de Évole para sentenciar que “lo volvería hacer”, que él es el perseguido por la prensa canalla. Que él jamás ha mentido.
Ahí está la cadena de radio de los obispos, la Cope, manteniendo la burda mentira de aquellos días canallas, 20 años después.
¿A quién puede sorprender que haya todavía un 47 % de población que todavía se cree aquellas nefastas patrañas que el juez encargado del caso (Javier Gómez Bermúdez, del sector conservador de la magistratura) jamás contempló en su sentencia?
Y, tras 3 años de investigación y un juicio ejemplar que prestigió a la justicia española en Europa, se dictó la sentencia con 19 condenados islamistas por su participación en la masacre yihadista.
Organizaciones internacionales, como Human Rights, siguen intentado que los responsables que urdieron aquella felonía y provocó aquellas matanzas de civiles iraquíes, en la invasión de Irak, sean juzgados por “crímenes contra la humanidad” en el Tribunal Internacional de la Haya. No nos caerá esa breva.
El 11 de marzo de 2004 se inició también la mayor estrategia de cinismo y manipulación que un gobierno, miembro de la UE, pudiera realizar con sus víctimas y con sus ciudadanos. El 11M marcó el inicio del 'trumpismo' en Europa
Bush y Blair, a su manera, han pedido perdón. José Manuel Durao Barroso (Primer Ministro de Portugal y anfitrión de las Azores), años más tarde, siendo Presidente de la Comisión Europea, declaró que le engañaron en la reunión de las Azores con documentos falsos y que fue José María Aznar quien más se empeñó en la celebración de la cumbre, previa a la invasión de Irak. “Ansar”, jamás ha pedido perdón.
Envalentonado en su patético narcisismo y con su habitual repelente chulería, "Ansar" insiste en que actuó correctamente. Bien es cierto que fue el “tonto útil” del trío de las Azores. Bush necesitaba para “legitimar” su intervención a alguien más que Blair en Europa.
Ningún otro país se prestó a ello, salvo la vergüenza de España, J.M. Aznar, cuya recompensa fue que Bush le tocara el hombro en la famosa, triste y vergonzosa foto de las Azores…
Desde entonces, ahí continúa en su pedestal de narcisismo vacío, acomplejado, cínico, horrorosamente pedante… perdonándonos la vida a todos a los demás, sin saber muy bien por qué.
Es un enfermo. Es un mitómano (la mitomanía es un trastorno del comportamiento). Un adicto a la mentira, en sus inicios busca con sus engaños la aceptación de los demás, para compensar sus bajos niveles de autoestima.
Las personas que sufren este trastorno suelen curarse una vez que empiezan reconociendo que padecen el mismo. La mitomanía de Aznar me temo que no tiene cura, porque a su personalidad hay que añadirle la soberbia, el narcisismo insoportable, la prepotencia, la chulería en un personaje que irradia una fealdad que repele.
El antiguo inquilino de La Moncloa incumple aquel principio bastante generalizado que dice que muchos hombres ganan con el tiempo, como el buen vino.
Este no. De joven no es que fuera atractivo, pero tampoco era feo. Lo que ha ocurrido es que con el tiempo la fealdad se apoderado de él. Su “fealdad interior” se ha exteriorizado, se ha corporeizado. Es lo más parecido a una rata de alcantarilla a la que cuesta mucho mirarla porque produce grima.
Sin embargo, uno tiene la sensación de que este personaje está firmemente convencido de que España le debe todo a él. Convencido de que es el dirigente político más importante de la historia de España. Carlos V empequeñece ante su figura. La realidad, sin embargo, está más cerca del personaje descrito por Javier Cercas en su libro El Impostor (*).
El Tribunal Supremo, después de años de vericuetos, aplazamientos, dilaciones procesales, dictó sentencia sobre la corrupción del Partido Popular el 24 de mayo de 2018. Fue una sentencia demoledora para el PP y para Mariano Rajoy en particular, que sufrió una vergonzosa moción de censura. Pero todo empezó con J.M. Aznar. De momento indemne. Es uno de los milagros de la política española. Pero más tarde que pronto caerá.
El extesorero y exsenador del PP Luis Bárcenas propone colaborar con el juez que investiga 23 contratos de cinco ministerios adjudicados por 600 millones de euros entre 2000 y 2004. Aznar dice que no sabe nada del tema.
No sabe nada de lo que hacían sus colaboradores más inmediatos, no sabe nada de los apuntes que aparecen en los papeles de Bárcenas como receptor de dinero negro, pero sí sabía que Sadam Husein poseía armas de destrucción masiva. “Mírenme a los ojos, les estoy diciendo la verdad, Sadam Husein tiene armas de destrucción masiva” (entrevista en Antena 3, 13/02/2003).
(*) “El Impostor” (Random House, 2014) Novela en la que descubre la gran mentira protagonizada por el catalán Enric Marco Batlle, quien había falsificado información y documentos para hacerse pasar como superviviente de los campos de exterminio nazis para llegar a presidir la “Amicale de Mauthausen”. Marco llegó a creerse su personaje, como “Ansar” se cree el suyo. Es una enfermedad
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Marcelo Noboa Fiallo es socio de infoLibre.
El 11 de marzo de 2004, hace 20 años, España sufrió el mayor atentado terrorista de su historia. Madrid y toda España enmudecieron de espanto y de dolor. Las escenas dantescas que emergían de la estación de Atocha eran el pago que los yihadistas devolvían al gobierno de España por su invasión a Irak, a la parte más débil de la foto de las Azores.