Podríamos figurarnos en nuestro subconsciente católicamente somatizado, que el acto de contrición es algo que nos aflige y avergüenza, como medio necesario para llegar al sacramento de la penitencia, donde se perdonen nuestros pecados. Pero no, realmente se trata de una aptitud inteligente en connivencia con el arrepentimiento, que utilizamos para alcanzar por otra vía lo pretendido, o conformarnos con menor sentimiento de culpa, si no se puede lograr al fin.
Traducido al lenguaje común de los mortales, se trata de cuando cerramos los ojos y pedimos a Dios, la energía del cosmos o el destino, “que no ocurra, que podamos tener todavía una última oportunidad”. Algo así debe estar pasando, por la cabeza de la presidenta en funciones de la Junta de Andalucía y la de los que la rodean, una vez hayan hecho el análisis pertinente de los resultados electorales.
Del desalojo “por fin” del régimen socialista en Andalucía, al pacto de perdedores y el todo vale. Hasta ir o no junto a la ultraderecha, en pos de conseguir un gobierno como sea en tiempos convulsos, que regeneren las siglas políticas ante un futuro electoral incierto y demasiado cercano. Imaginamos entonces, al grupo socialista con los ojos cerrados y los puños apretados, rezando de alguna forma para que no sucediese, lo que todo el mundo veía venir que acabaría pasando. Y es que se avecina un temporal sin límite, en lo que las formas de los posibles nuevos inquilinos de San Telmo parecen traer. Lo complicado no va a ser cambiar una forma de gobernar, sino adaptar toda una figuración diferente de ver el mundo, a una gran estructura y organización social de más de ocho millones de andaluces, para lo que no parecen muy preparados por otra parte, visto lo visto.
La contrición viene motivada por la ofensa hecha a Andalucía y la tristeza por ello, en un acto voluntario pero inteligente, de volver a estar en disposición de hacer lo que no se hizo anteriormente bien. Aunque más allá del sentimiento de culpa socialista, hemos de analizar si las encuestas muestran las razones del caos final, o siquiera los encuestados saben realmente los motivos de los resultados electorales acontecidos, en una vorágine de espectáculo sobre nacionalismo centralista, independentismo y enfrentar autonomías entre sí por parte de algunos.
Con unas circunstancias estructurales muy definidas, Andalucía en su conjunto y la labor de gobierno durante casi 40 años son una cosa, y el tiempo como presidenta en la Junta de Susana Díaz, otra. Los registros de la presidenta vistos en un contexto nacional, aprueban sin problemas. La sanidad a pesar de las carencias, es mejor que en la mayor parte de España; en educación, a pesar de todos los recortes que se han hecho, han sido muchos menos que en otros lugares, y la ley de dependencia funciona como sólo lo hace en alguna otra Comunidad. Está claro que Díaz durante la crisis, ha defendido bien el semi-Estado de bienestar, al que parece estamos abocados, con un Gobierno central que era de otro tinte político y que no hizo nada por Andalucía, a pesar de que gracias al ala susanista del PSOE continuó en Moncloa.
Cabe entonces llegar a la conclusión de que alguien no ha hecho bien su trabajo en el PSOE andaluz y, más concretamente, en la labor de comunicación política. No se ha sabido vender el proyecto, ni lo que se ha realizado durante este período y lo que es peor, ni siquiera se ha intentado procurar el mencionado “ahora toca coser”, en referencia a un partido abierto en canal por lo diabólico del “a ése, lo quiero muerto hoy”. Esta última contingencia, a pesar de la casi no aparición en prensa del dato, ha hecho un importante daño a los votos socialistas, hecho constatable fehacientemente en los datos de los “feudos sanchistas”, donde votos nulos, en blanco y abstención, son superiores al resto. ______________
Pablo Quirós Cendrero es socio de infoLibre
Podríamos figurarnos en nuestro subconsciente católicamente somatizado, que el acto de contrición es algo que nos aflige y avergüenza, como medio necesario para llegar al sacramento de la penitencia, donde se perdonen nuestros pecados. Pero no, realmente se trata de una aptitud inteligente en connivencia con el arrepentimiento, que utilizamos para alcanzar por otra vía lo pretendido, o conformarnos con menor sentimiento de culpa, si no se puede lograr al fin.