Librepensadores

La carta de Puigdemont

Jesús Pichel Martín

En el grave conflicto secesionista ambas partes –Gobierno y Govern– ya han dejado suficientemente claro que no van a ceder y están dispuestos a llegar hasta el final y a lo que no queremos llegar. Ambos presidentes son conscientes de qué se juega políticamente quien salga derrotado de este envite.

Los secesionistas cuentan con la movilización de una parte significativa de la sociedad catalana dispuesta a desobedecer al Estado y a asumir las posibles consecuencias administrativas, patrimoniales e incluso penales. El Gobierno cuenta con la movilización de todos los recursos del Estado –legislativos, judiciales, de orden público, etc.– para impedir el referéndum y, en consecuencia, la hipotética independencia. Y ambos gobiernos se mueven con un ojo puesto en las repercusiones y reacciones internacionales que rechacen o reconozcan la legitimidad del procés y de la secesión.

Si nada lo remedia, el 1-O se puede convertir en una peligrosa jornada en la que se sucedan un rosario de disparates mutuos con consecuencias imprevisibles para todos, porque, tal como están las cosas, no es impensable que pudiera producirse algún episodio violento de mayor o menor intensidad.

En este contexto, y a pocos días del referéndum ilegal convocado, puede sorprender –y resultar contradictorio con los hechos– que la carta que han enviado Puigdemont, Forcadell, Junqueras y Colau a Rajoy –con copia al jefe del Estado– haga un llamamiento al diálogo para abordar de qué manera nos podemos poner de acuerdo para que los catalanes celebremos el referéndum. Un diálogo abierto y sin condiciones [para acordar un referéndum] desde la legitimidad que cada uno representa. Se lea como se lea, lo que se pide es negociar.

Y efectivamente ahora ambos tienen cartas suficientes para poner en juego en una negociación: unos, las leyes de desconexión, la convocatoria unilateral de referéndum y la movilización en la calle; otros, las acciones judiciales en marcha, la intervención de las cuentas de la Generalitat y el peso de las herramientas del Estado. Una negociación de do ut des (doy para que me des, doy si m edas) que reinicie la situación: doy marcha atrás si tú das marcha atrás.

Casi no hay tiempo, pero aún es posible revertir la situación y buscar una salida política digna para todos. Y mejor si el Congreso de los Diputados tomara cartas en el asunto. ______________

Jesús Pichel Martín es socio de infoLibre

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