Felipe González, Zapatero y Guaidó

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Juan José Torres Núñez

Juan Guaidó, autoproclamado presidente interino de Venezuela, ha venido a España este fin de semana como una marioneta a las órdenes de Estados Unidos para cumplir así la hoja de ruta impuesta por el belicista Mike Pompeo, secretario de Estado estadounidense. Con la oposición venezolana dividida y con Guaidó casi desaparecido, Pompeo ha querido presentarlo de nuevo con una gira por Davos y Europa para recordar a la comunidad internacional que este es el candidato elegido, ya que una posible invasión estadounidense en Venezuela –que defiende Guaidó y sus seguidores– es una opción que todavía está sobre la mesa. Esta es una clara injerencia extranjera en un país soberano, miembro de la ONU, en donde el Gobierno de Maduro representa a Venezuela. Por esta razón, en mi artículo en este medio EEUU, Venezuela y la tiranía de la democracia dije que la democracia estadounidense resulta incoherente y a la luz del mundo parece vacía.

Guaidó llegó a Madrid hablando de democracia, olvidando la arrogancia hegemónica de EE UU para investirlo presidente de Venezuela, sin contar con las urnas y sin contar con el resto del pueblo. La oposición española, es decir, la derecha heredera del franquismo, formada por los partidos PP y C's, ha repetido a coro las palabras de la ultraderecha, el partido Vox, al recibir a Guaidó con honores de presidente y condecorándolo con las máximas distinciones. Como el Partido Popular, Ciudadanos y Vox representan con mayor o menor grado la derecha de siempre y el fascismo del Siglo XXI, llamémosles de aquí en adelante el Pepecivox. Las calles de Madrid se convirtieron en un espectáculo carnavalesco. Una mujer venezolana expresó claramente a quién representa Guaidó y quién son los suyos al manifestar que los venezolanos sienten “que la unión [coalición] que ha hecho [el PSOE] con el grupo Podemos [UP] no es buena para España”. Esta opinión nos muestra las ideas políticas de los seguidores de Guaidó. Tienen derecho a expresar sus ideas, pero también deben respetar la voluntad del pueblo español expresado en las urnas. En mi artículo ¿Quiere España evitar un baño de sangre en Venezuela? cité al eurodiputado español Javier Couso cuando subrayó que el expresidente de España José Luis Rodríguez Zapatero, “descubrió rápidamente el carácter mayoritariamente fascista de la oposición [venezolana]”.

A Zapatero hay que citarlo al hablar de Venezuela por su esfuerzo como mediador, buscando el diálogo, la paz, la reconciliación y siempre reconociendo la existencia de dos partes enfrentadas que ineludiblemente tienen que resolver sus problemas, sin ninguna injerencia extranjera. Sin embargo, lo vergonzoso de este carnaval de derechas reaccionarias y fascistas es que otro expresidente de España, Felipe González, supuestamente socialista, se haya unido al Pepecivox haciendo un tándem con otro expresidente de España, José María Aznar (el que contribuyó al genocidio causado con la invasión de Irak, con Bush y Blair) para dedicarse a hacer apología del golpismo y allanar así el camino para que EE UU dé un golpe de Estado en Venezuela, como ha hecho en Bolivia, con su Plan A y si no funciona, asesinar a Maduro con el Plan B. El senador estadounidense Marco Rubio (R-FL) envió un tuit afirmando que “hay que invadir Venezuela y matar a Maduro”. Estas palabras muestran la tiranía de la democracia de EE UU. Estos dos planes existían para Evo Morales, como explico en mi artículo Cómo se gestó el golpe de Estado en Bolivia. Esto es una clara violación de la Carta de las Naciones Unidas y de la dignidad humana que como señalo, Washington desconoce.

En mi artículo La ceguera de Felipe Gonzáles sobre Venezuela observé que las palabras de González alentaban un alzamiento militar, es decir, lo contrario que Zapatero siempre ha querido. Este escenario nos llevaría a un baño de sangre, que según Couso es lo que Guaidó quiere para provocar la intervención de EEUU. De aquí el gran error de España al reconocer al autoproclamado “presidente encargado”, porque Guaidó siempre ha llamado a la insurrección del Ejército venezolano, lo que equivale a jugar con fuego. Este error da alas a la oposición española para criticar al Gobierno, argumentando que está actuando en contra de su posición inicial. Couso nos recuerda que Pedro Sánchez estuvo muy mal asesorado porque Felipe González comparte el espíritu de la oposición venezolana. La división entre los militares, que no ha ocurrido, y una guerra civil, que EE UU quiere, parece que le importa un bledo a González. Esto se puede demostrar con sus recientes declaraciones al hablar de la visita de Guaidó a España. En un comunicado ha aseverado que “Guaidó es el único representante legitimado democráticamente”. Con estas palabras González pasa de la ceguera a la ignorancia sobre Venezuela, quizá debido a la rabia por no haberse producido el alzamiento militar que parece que él deseaba. De nuevo se ha visto la inteligencia de Zapatero cuando ha respaldado al presidente de España al contestar que “Pedro Sánchez acierta con no recibir a Guaidó”. Y sabiendo lo que dice, le recuerda a González que “buena parte de las aproximaciones que se hacen a Venezuela son equivocadas”. Las declaraciones del responsable de relaciones internacionales del equipo de Guaidó, el dirigente opositor Julio Borges, afirmando que Zapatero “no tiene vergüenza” y que es “un enemigo de Venezuela”, muestran una total ignorancia y un desconocimiento de la realidad.

En un claro caso de desprecio al Gobierno de España, a la democracia y a la diplomacia, el Pepecivox ha actuado como si ellos fueran los legítimos representantes del Gobierno porque como ya sabemos, ellos siempre han creído que España les pertenece. Siguen anclados en el fascismo y en la España negra, con una mentalidad de cruzada y con una misión universal que cumplir. Consideran que el Gobierno está lleno de comunistas. Aquí tenemos de nuevo a Zapatero que les da una inteligente respuesta al considerar que “esa referencia peyorativa a los comunistas” es “injusta y ridícula”, ya que “el PCE [Partido Comunista de España] jugó un papel [importante] en la transición que hay que respetar”. El “estilo falangista” del Pepecivox es tan ridículo y tan ignorante que solo merecen la misma medicina: el desprecio.

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El Pepecivox ha actuado sin consultar al Gobierno españolPepecivox porque en el fondo no lo reconoce, como tampoco respeta el veredicto de las urnas en las últimas elecciones, en donde el pueblo español ha querido un gobierno progresista de coalición. Que el Pepecivox apoye a Guaidó y que Aznar también lo respalde es algo normal, pues es lo que se espera de esta gente. Pero que el supuesto socialista Felipe González también se una a ellos en la defensa de Guaidó, resulta vergonzoso. González se une así al Pepecivox y a la política imperial de Estados Unidos, que se ha arrogado, en nombre de su Dios, el derecho a intervenir en cualquier lugar del mundo por medio de cambios de régimen y golpes de Estado, como ocurre al defender un ilegítimo autoproclamado “presidente encargado” de Venezuela. Señor González, la gente lucha por un socialismo que no es el suyo porque el suyo la historia ya lo ha borrado.

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Juan José Torres Núñez es socio de infoLibre

Juan Guaidó, autoproclamado presidente interino de Venezuela, ha venido a España este fin de semana como una marioneta a las órdenes de Estados Unidos para cumplir así la hoja de ruta impuesta por el belicista Mike Pompeo, secretario de Estado estadounidense. Con la oposición venezolana dividida y con Guaidó casi desaparecido, Pompeo ha querido presentarlo de nuevo con una gira por Davos y Europa para recordar a la comunidad internacional que este es el candidato elegido, ya que una posible invasión estadounidense en Venezuela –que defiende Guaidó y sus seguidores– es una opción que todavía está sobre la mesa. Esta es una clara injerencia extranjera en un país soberano, miembro de la ONU, en donde el Gobierno de Maduro representa a Venezuela. Por esta razón, en mi artículo en este medio EEUU, Venezuela y la tiranía de la democracia dije que la democracia estadounidense resulta incoherente y a la luz del mundo parece vacía.

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