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Begoña Gómez cambia de estrategia en un caso con mil frentes abiertos que se van desinflando

Lo importante es firmar el papel

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César Moya Villasante

Se ha anunciado que habría dos comisiones de investigación que intentaré seguir para ver si anulan mi creencia de que estas comisiones para nada sirven. De momento, parece que se dilatan en el tiempo porque a nadie le interesa empezarlas, no sea que aparezcan cosas que puedan molestar a algunos.

Lo primero debería saberse si en estas comisiones solo participarán políticos o se llamará a personal técnico que conoce los problemas. Porque si es el primer caso ya pueden anularlas porque no creo que resuelvan nada, como siempre en estos casos, en donde parece que se critica algo, pero el resultado es nulo. Lo mismo que en el Parlamento, en donde se dicen cosas, todas leídas por todos, incluidas las respuestas lo que indica que vivimos en un teatro absurdo para que la gente crea que estamos en democracia, algo que yo no me he creído nunca. Al menos la democracia verdadera que existe en algunos países de nuestro entorno.

Lo que se puede ver en estas comisiones, si se realizan con gente que conozca los problemas desde abajo, puede ser muy importante. Porque hoy en día, el problema del transporte, como el de cualquier profesión, es el de una calidad ínfima aplastada por el dios dinero, la competitividad selvática y el deseo de beneficio temprano. Pero en el transporte se juegan vidas humanas y se debería de tratar de una forma más profunda. Porque si un clavo o una camisa en una serie de trabajo sale mal, se puede resolver de alguna forma. Un accidente de un tren o un avión no se resuelve de la misma forma. Y es el momento de denunciar los trapos sucios que existen en cualquier organización de mando para tapar presiones, ausencias, formación o ahorros, que pueden ocasionar accidentes. Me explico:

Lo que ganaba un piloto hace muchos años en Iberia, la única compañía existente en España entonces, era un lujo imponente. Pero de ahí a que una persona que lleva muchas otras detrás sea mileurista, va un abismo. Y que esté controlado su trabajo con un gasto de combustible al mínimo o una operación solo encaminada al ahorro del consumo, es algo que no puede ser positivo. Esa persona está presionada y no actúa con la libertad de tener una máquina a su mando en la que él es el responsable de la operación. Pero si sabe que le están mirando cuando saca los flaps para aterrizar, su meta de hacer las cosas correctamente esta afectada por ese control exhaustivo.

Hoy en día las máquinas se mueven por componentes que llevan un software dentrosoftware y que nadie puede conocer bien sus comportamientos en un momento determinado. Eso quiere decir que el mantenimiento actual de cualquier máquina es menor por su alta fiabilidad, pero cuando existe un problema es mucho más complejo su resolución. Porque a veces, ese componente hay que saber muy bien como responde en todos los casos, y digo todos, en aquellos en que surge un inconveniente en el vuelo o en la marcha del ferrocarril. Para eso la formación debe ser mucho más profunda y de calidad ,y esa es cara.

También esos componentes, muchas veces, de seguridad, son necesarios para ayudas externas. Que sería de estos medios de transporte sin los apoyos externos de balizamiento, comunicación al mando o a estaciones próximas, etc. Teniendo en cuenta la masificación de los medios y las velocidades alcanzadas.

Las empresas, ya sean públicas o privadas, que dirigen estos medios de transporte, algunas veces están dirigidas por empresarios sin experiencia en estos sectores. Ellos hacen que se muevan, como he citado antes, solo y exclusivamente, por el beneficio de esta para competir. Y hoy esa competencia nos lleva a precios, que, como los salarios de pilotos, son de chiste. Porque nadie piensa cómo se puede ir en avión, por ejemplo, con el coste del billete como un bonobus. Y eso es absurdo, pero en un capitalismo de selva se hace posible, cuando no hay ningún limite a sus exageraciones, algunas veces peligrosas.

Y todo esto obliga a presionar a los trabajadores. Prisas para todo, para salir en hora, para arreglar una avería, para cumplir con un curso obligado cuando esa persona hace falta en su puesto de trabajo, para… mil cosas que hace el trabajo penoso, no solo en esta área que cito aquí, sino en cualquier empresa dirigida por gente sin muchos escrúpulos. Hay que firmar cualquier papel, eso sí, para que no nos cojan al descubierto, pero sin mucho criterio. Lo importante es firmar el papel y en el periódico, si algún incidente ha ocurrido, siempre se dirá que las revisiones estaban hechas.

No sé si me explico, pero creo que las comisiones anunciadas deben sacar a la luz estos problemas algo ocultos pero que serían de la naturaleza suficiente para explicar las deficiencias que existen. Y solo quiero decir que actualmente nadie debe tener miedo al transporte porque las máquinas son de una fiabilidad asombrosa y protegidas incluso contra errores humanos, pero siendo eso así, no se debería bajar la guardia para que los trabajadores sean manejados solo con el criterio de la competición, pero no de la calidad. Estoy harto de que me pidan que califique a la persona con la que hablo por cualquier queja, pero nadie me pide que califique a su jefe. Y ahí puede que estén los problemas. En una palabra, recuperemos la ética, la dignidad del trabajo y la capacidad de esfuerzo y no dediquemos todo nuestro tiempo en hacer las cuentas. Quizás nuestro Gobierno debería leer esta frase, porque las cuentas no arreglan todo. Y ellos lo saben. Solo recordar aquel nefasto accidente del Yak-42 por hacer todo lo que no se debió de hacer nunca.

 

César Moya Villasante es socio de infoLibre

Se ha anunciado que habría dos comisiones de investigación que intentaré seguir para ver si anulan mi creencia de que estas comisiones para nada sirven. De momento, parece que se dilatan en el tiempo porque a nadie le interesa empezarlas, no sea que aparezcan cosas que puedan molestar a algunos.

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