Eso es lo que propone el Gobierno de Madrid para generar ingresos y volver a ponernos en marcha. Liberar suelo y bajar impuestos, por supuesto. No deberían sorprender semejantes propuestas. Son un clásico entre las recetas neoliberales.
Con esta petición se ha hecho palpable, nítido, algo que muchos, una gran mayoría diría yo, sabemos, y es que tienen un rostro de cemento armado. ¿Por qué? Es bien sencillo. Lo que están pidiendo con lo de 'liberar suelo' es que la principal industria, el motor económico, osea el ladrillo, se ponga en marcha y vuelva a generar trabajo. No sabremos cómo ocupar esos edificios de viviendas u oficinas, o tal vez incluso polígonos industriales (¿con industria del ladrillo?), lo que importa es que el motor económico típico en estos últimos 20 años siga su marcha. Nadie se acuerda ya (o nadie quiere acordarse) de aquella burbuja que pinchó hace unos 15 años, más o menos, así que para qué marear. Liberemos suelo y que siga construyéndose. Más ladrillo, sí.
Pero el ladrillo puesto encima uno de otro no es firme. Necesita algo que haga de argamasa, y lo normal es emplear... cemento. Por eso quienes tienen la cara de cemento creen que es la solución a todos los males. ¿Hay alguna crisis sanitaria? Mirándome en el espejo, con el gesto compungido, puños cerrados en señal de rabia contenida, para ver esa bella imagen gris de la argamasa famosa. Ya tenemos el remedio. Para disipar dudas, en blanco y negro, para que se vea el gris cemento. Por eso, que mi laboratorio favorito abra el grifo como lo hago yo y mueva la maquinaria del ladrillo; con tanto cemento que tienen estos visionarios en su cara podemos doblar las torres de la Castellana. Economía a tope.
Si se va la mano con el agua, lo normal es que suelte una o dos gotas de agua, que queden húmedas. Por eso una lágrima negra cayó en la arena, para que ayude en la siguiente mezcla. En una reunión con los ejecutivos nacional y del resto de las autonomías no se puede, eso es tan seco que se compacta la mezcla, así que hay que fichar y bajar rápido a la iglesia como hizo la chica de negro. Un rostro humano se pone colorado; los de cemento no, salvo que lo pintes. Aquí, de negro.
Por eso vemos reportajes en los que se revela el patetismo propio de los que viven de su imagen. Estos sí que están en el S. XXI que demanda Abascal: la era del postureo. Posturea que algo queda. En una crisis sanitaria lo mejor que debe hacerse es posturear, por eso fotos a cascoporro. Y para contrarrestar ese negro, blanco y negro, y todo ese gris, un poco de color: el trapo, pero para que no se acabe de desgastar lo pondremos a media asta. Y con un crespón negro para tapar la cagada del pollo (ése que reposa en mitad de la bandera y que alegra la faz de nuestros socios), que anda suelto de tripas y lo pone todo perdido, incluida la bandera ésa que nos dimos todos. Para que vean que damos soluciones: postureo a punta pala.
En esa foto de la portada de El Mundo ya sabes en qué está pensando. Esa pose a lo Freddie Mercury en Bohemian Rhapsody te indica que tiene en la mente la foto aquella del baño. "I see a little silhuetto of a man / Casadouche Casadouche will you do the fandango?" Fandango no sé, pero estreñido puede ser, porque también es esa cara que a cualquiera se le queda en tal trance (en su neolengua resulta que si comen Uds. tres días seguidos arroz harán un fandango). Pero no, resulta que es de penar y sufrir por los españoles. Y ¿qué mejor para los españoles que saltarnos a la fase siguiente, que abran negocios, que la gente se apelotone en los menguados transportes públicos y rebroten los contagios como el polen de los plataneros? Eso, o que desaparezca una PYME por semana. Al trabajo, y el que enferme, a los hospitales, que deben estar chupiguay para pasar a la fase 1. O no. No sé. Tengo piedras en mi cerebro, a veces se me cuelan más de lo normal, ya saben, el cemento de mi rostro.
Me olvidé de los impuestos. Para otro día. O mejor, hablen de ello Uds. Saludos, y quédense en casa.
Antonio García Gómez es socio de infoLibre
Eso es lo que propone el Gobierno de Madrid para generar ingresos y volver a ponernos en marcha. Liberar suelo y bajar impuestos, por supuesto. No deberían sorprender semejantes propuestas. Son un clásico entre las recetas neoliberales.