Leyendo la entrevista de Jordi Pacheco a Òscar Camps publicada en tintaLibre, he revivido la primera vez que lo vi, que lo escuché, hace ya unos años, en una sesión de la asociación de personal de la empresa donde transcurrió buena parte de mi vida profesional. Era aproximadamente la época en que se publicó precisamente la fotografía del pequeño Aylan, que me impactó muchísimo. Se estremeció mi cabeza, todo mi cuerpo… No era solo la imagen, era todo lo que significaba, todo lo que explicaba Òscar, con dureza, pero llanamente, sin catastrofismos exagerados, solo la verdad, la cruda verdad.
No era solo la imagen, era todo lo que significaba, todo lo que explicaba Òscar, con dureza, pero llanamente, sin catastrofismos exagerados, solo la verdad, la cruda verdad.
Ya sé que posiblemente alguien me considerara un necio, o un sentimental de lagrima fácil —nada más lejos de la verdad—, pero le escuché decir, creo recordar, que en alguna ocasión estando en contacto telefónicamente con alguna de las pateras, literalmente oía ahogarse a personas que iban en las barcas, para llamarlas de alguna manera. Si no es así, le pido disculpas a Òscar.
También una frase que me impactó mucho fue la de que cuando se habla de las pateras en los medios informativos, habitualmente se usa la frase de que hay X muertos y también un montón de desaparecidos, y él decía que en el mar no hay desaparecidos, o hay supervivientes rescatados o todos los demás son muertos.
Es posible que todo pueda ser criticable en este mundo nuestro, lo que es seguro es que todo puede ser mejorable, y para mejorar hay que ir a la raíz del problema, y en el caso de Òscar Camps y el Open Arms el problema no es que rescaten a persones de morir en el mar. Busquemos dónde está el gran problema.
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Josep Sanfeliu es socio de infoLibre
Leyendo la entrevista de Jordi Pacheco a Òscar Camps publicada en tintaLibre, he revivido la primera vez que lo vi, que lo escuché, hace ya unos años, en una sesión de la asociación de personal de la empresa donde transcurrió buena parte de mi vida profesional. Era aproximadamente la época en que se publicó precisamente la fotografía del pequeño Aylan, que me impactó muchísimo. Se estremeció mi cabeza, todo mi cuerpo… No era solo la imagen, era todo lo que significaba, todo lo que explicaba Òscar, con dureza, pero llanamente, sin catastrofismos exagerados, solo la verdad, la cruda verdad.