El PP (Prisión Permanente) y el chantaje emocional

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Francisco Lozano Sanz

Hace unos días me hallaba en un bar de la costa onubense. En el diario El País, a doble página, se podía leer un extenso artículo sobre la denominada “prisión permanente revisable”. Días después, en La Sexta se emitió un espacio sobre este candente tema, con opiniones de expertos juristas.

Me acerqué al camarero -lo conozco desde hace un año-, un joven de veintipocos años, amable y alegre. Le pregunté su opinión al respecto. Su respuesta fue contundente y muy en la línea de lo que piensan o haría una preocupante gran parte de ciudadanos. No sólo estaba de acuerdo con la cadena perpetua (“prisión permanente revisable” es un eufemismo que pretende dulcificar/ocultar lo evidente) sino que además se explayó enumerando lo que “yo les haría a los violadores y esos canallas”. No transcribo detalles -pónganse en lo peor- de qué les haría este ciudadano con derecho a voto, a tener hijos y educarlos, a los que considera merecedores de su peculiar sentido de la Justicia.

El Partido Popular “argumenta” que el 70% de la población española es partidaria de esta propuesta de ley. Sin embargo, me pregunto, ¿se ha esforzado el Gobierno en hacer pedagogía e informar a los ciudadanos sobre algo tan importante que puede afectar a sus vidas o a la de sus familiares y amigos? Sobre todo, teniendo en cuenta el control que ejerce sobre la radiotelevisión pública estatal y otras de las comunidades autónomas, en las que gobierna. Todo lo contrario de la línea seguida por Informe Semanal del sábado, que fue un vergonzoso chantaje emocional sin ética ni valor periodístico. Mostraron el dolor del padre de Diana Quer como justificación de la propuesta de inclusión de nuevos delitos en la denominada ley. ¿Cuántos delitos/telediarios más nos quedan? Sin embargo, no se informa sobre que:

- La actual legislación permite hasta cuarenta años de prisión efectiva, cumplida.

- En los países europeos donde existe la cadena perpetua, a los quince años se puede revisar la pena. Con la Prisión Permanente Revisable, en España es a los 25 años, y si previamente se ha logrado el “tercer grado”.

- La aplicación de la legislación antiterrorista implica el cumplimento íntegro de las penas.

- El 50% de los condenados por delitos menores suele reincidir. Sin embargo, tan sólo entre el 10 y el 14% de los condenados por delitos más graves reinciden. Lo que significa que sí existe la reinserción.

- España es el país de Europa con menos delitos por habitante, y sin embargo está a la cabeza de los países con mayor número de presos también por habitante.

La famosa muletilla: “En este país no hay Justicia, entran por una puerta y salen por otra” que se repite en: bares, comercios, charlas de espacios públicos, etc. parece no ser cierta. Tal es así que los que comenten delitos de cuello blanco: políticos, banqueros, grandes empresarios, corruptores de alcaldes y concejales de urbanismo, directores y ejecutivos de cajas de ahorros, etc. ni llegan a ser juzgados.

Es muy frecuente escuchar a cualquier contertulio callejero, de bar, comenzar a sentenciar sobre temas de: delitos sexuales, violencia doméstica, malos tratos… con la siguiente expresión: “Yo, a estos tíos… les haría… los cogería y…” Añadan ustedes toda serie de: torturas, palizas o ejecuciones extrajudiciales. Siempre comenzando por “yo”. Creo que esto se debe a la profunda tradición española donde siempre hemos estado sometidos a reyes absolutistas, la Iglesia católica, dictadores y actualmente, a una partitocracia que poco tiene que ver con la tradición democrática europea. El dictador Francisco Franco -apodado cerillita por su baja estatura- sigue proyectado una sombra más larga que la del ciprés de Miguel Delibes sobre varias generaciones de españoles. Parece que en cada uno de ellos anida latente un dictador en potencia, en espera de tener algo de poder para aplicar el ejercicio de autoridad sobre tanto delincuente que nos acecha.

Intenté, en vano razonar con el joven antes citado. Comencé con la ley del Talión, fracaso: no sabía de lo que hablaba. Luego quise explicar cómo surgió el nazismo o el fascismo… nada, por ahí tampoco. Entonces me aproximé a lo que más negativamente influyó en la sociedad española, en el S XX: la dictadura franquista… pues tampoco. Como fiel representante de la generación más preparada,no sabía quién era el siniestro dictador que firmaba sentencias de muerte tomando café. Esta es la consecuencia de haber silenciado la dictadura y su herencia.

Creo que fue en segundo o tercero del Bachillerato antiguo -con 13 o 14 años- cuando estudiábamos en la asignatura de Historia, el Código de Hammurabi. Del franquismo no hacía falta: lo vivíamos, lo sufríamos. ¿Cómo explicarle a alguien que no sabe nada de lo antes citado, que existe un Estado de derecho donde no se pueden imponer los juicios sin garantías jurídicas, la pena de muerte, la tortura o los castigos físicos? Un país moderno y civilizado donde la Justicia no la imparten las víctimas o sus familiares, donde no se legisla ni gobierna a “golpe de telediario”, de telebasura diría yo, que es en lo que se han convertido los mal llamados “informativos”.

Y he aquí otra de las razones del por qué en esta país moderadamente pacífico y apacible, la mitad de la ciudadanía quiere meter en la cárcel a la otra mitad: la televisión.

Primero fueron las chicas de Alcásser, más tarde el asesinato de Mari Luz Cortés, Marta del Castillo, los niños asesinados en Córdoba por su padre, la niña adoptiva china muerta en Santiago de Compostela, la joven violada en el San Fermín 2016, recientemente Diana Quer. Siendo muy graves y dolorosos para sus familias y amigos, estos hechos se han ido convirtiendo en materia permanente (hace unas semanas las televisiones recordaban los 25 años de los asesinatos de Alcácer) de “Informativos”, programas de un amarillismo insoportable y tema de debate y manipulación política.

La televisión nos intoxica con violencia, asesinatos, muertos, hechos luctuosos… día tras día, informativo tras informativo, programa tras programa. Lo que es “mediático” se convierte en “profunda conmoción social”. Las redes sociales, Tweeter, Facebook crean la imagen y “se hace viral”. Luego la televisión aplica y sienta cátedra.

Se crean estados de opinión, tendencias políticas y comportamientos que no tienen que ver con la realidad y la vida cotidiana. Políticos oportunistas y demagogos (el PP en los últimos días, con los padres de Marta del Castillo y Mari Luz Cortés, a modo de argumento) hacen chantaje emocional al ciudadano, quizá para que no caigamos en la cuenta de que los que deberían estar en la cárcel son muchos de los políticos en activo que han engañado y robado a los ciudadanos que como vulgar plebe nos tratan.

El PP se apoya en que otros países europeos aplican la cadena perpetua. Sí, pero analicemos un poco este otro “argumento”: EE. UU. es una democracia consolidada que es referencia en muchos aspectos para una Europa que se debate entre lances cainitas y ve con temor resurgir el nacionalismo excluyente y xenófobo. Pues en tan admirable país, existe la pena de muerte, la cadena perpetua. Una legislación que ha llenado las cárceles de: negros, hispanos, pobres y excluidos. Donde una policía de gatillo fácil no duda en disparar a ciudadanos desarmados… y aún así es el país occidental donde más homicidios se cometen (unos 33.000 al año por armas de fuego). Allí existen detenidos sin juicio en la prisión de Guantánamo. Abu Ghraib y las prisiones secretas de la CIA, el traslado de presos en vuelos secretos… son el ejemplo de la perversión a de la Democracia y la Libertad a la que se puede llegar usando el miedo como arma para amedrentar a las masas.

En Alemania -país que se utiliza como ejemplo de desarrollo social y democrático- se suicidaron en la cárcel de Stammheim varios de los miembros de la banda Baader-Meinhof en octubre de 1977. Un asunto turbio sobre el que la sospecha de una ejecución encubierta aún permanece.

En el Reino Unido, país del que nadie puede poner en duda su régimen democrático, se condenó injustamente, ocultando pruebas, manipulando otras y extorsionando a familiares a Los Cuatro de Guildford y Los Siete de Maguire sin que nadie fuese procesado por haber encarcelado a sabiendas a inocentes en 1975.

En España, no se llegó a realizar un referéndum sobre la pena de muerte en los años de plomo del terrorismo etarra. Posiblemente habría resultado favorable la aplicación de la pena capital para delitos de terrorismo. Sin embargo: ETA, los Grapo, el Frap, Terra Lliure, el Exército Gerrilheiro da Pobo Galego Ceibe… y algunos grupúsculos más, desaparecieron sin que la cadena perpetua y la pena de muerte fuesen instauradas. Sí, existieron GAL y el Batallón Vasco Español como grupos ligados al “terrorismo de Estado”, pero el Estado de Derecho y la Justicia desmantelaron estas organizaciones y encarcelaron a altos cargos de la Administración y responsables policiales y de la Guardia Civil.

¿Vivimos ahora en una sociedad más peligrosa, insegura y llena de delincuentes que justifique la cadena perpetua? ¿Es el continuo bombardeo televisivo de hechos luctuosos, malos tratos, asesinatos, lo que lleva al pueblo llano de pensamiento plano a exigir más dureza, penas y más represión?

El 76,5% de los españoles, a favor de la cadena perpetua, casi 9 puntos más que hace tres años

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En España, en 1870 se dejó de aplicar la cadena perpetua; en 1932 se suprimió cualquier pena de carácter perpetuo. ¿Vamos a regresar ahora al siglo XIX? ¿Es esta involución, que está caracterizando los últimos años de supuesta democracia y libertades en España, lo que los ciudadanos desean y el PP alienta?

Me atrevo a sugerir que si se dedicasen más medios, más exigencia y calidad en la educación; si los gobiernos luchasen de verdad contra la pobreza, exclusión social y el paro, conseguiríamos que la cultura, la ciencia y el humanismo brillaran en esta sociedad nuestra admirada por su amor a la vida, afectuosa, amante de la música y las Bellas Artes. Conseguiríamos una sociedad más justa, ecuánime, libre, segura, habitable, culta y no una algarabía de ciudadanos temerosos, intoxicados de telebasura que demandan penas más duras y más represión en detrimento de las libertades de todos. _______

Francisco Lozano Sanz es socio de infoLibre

Hace unos días me hallaba en un bar de la costa onubense. En el diario El País, a doble página, se podía leer un extenso artículo sobre la denominada “prisión permanente revisable”. Días después, en La Sexta se emitió un espacio sobre este candente tema, con opiniones de expertos juristas.

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