Iniciado el curso político 2017/2018, hemos vuelto a asistir a una comparecencia pública de Mariano Rajoy, convocada para que el presidente del Gobierno diera explicaciones sobre la corrupción y financiación irregular de su partido, el PP. Esta vez, el escenario ha sido el pleno del Congreso de los Diputados, expresión máxima de la representación del pueblo español y donde, como acostumbra, igual que en las 52 veces que, según él, ha comparecido sobre el mismo tema, no ha respondido a las preguntas que se le han hecho. A saber:
- ¿Por qué mandó usted, señor Rajoy, aquel sms a Luis Bárcenas?
- ¿Reconoce esos pagos en b?
- ¿Cuándo mintió usted, señor Rajoy?
- ¿En qué momento se enteró de la financiación?
- ¿Considera, señor Rajoy, buenos colaboradores a Mato, Rato, Aguirre o Soria?
- Cuándo dice, señor Rajoy, que no sabía nada, ¿piensa de corazón que los ciudadanos le creen?
Todo ello, sin, ni siquiera, pronunciar las palabras Gürtel o Púnica que han atravesado su formación política, transversalmente desde miembros de su ejecutiva nacional a parlamentarios, de senadores a exministros, de secretarios generales territoriales a presidentes autonómicos, hasta acumular más de ochocientos imputados por corrupción en sus filas.
Para la hora del almuerzo, el señor Rajoy, ya había ventilado su comparecencia, no sin antes haber atacado al resto de líderes de los partidos políticos con temas como Venezuela, Irán o... Lasa y Zabala. No cuesta imaginársele, tras los postres y el café, encender un habano, tal como profetizó Joan Baldoví en su intervención, convirtiendo su voz, como acostumbra, en la que más conectó con la base social de los españoles, afirmando: “Debemos ser extraterrestres; sumamos votos para hacer que Rajoy comparezca y nos mienta, pero no los sumamos para enviarlo a la oposición”.
Mariano Rajoy ya no gobierna con mayoría absoluta, pero ha sabido convertir dos grandes coartadas en la clave de bóveda de su mantenimiento como presidente del Gobierno, principalmente la división de la izquierda, sabiendo poner las necesarias “piedras en el camino” cada vez que se vislumbra una posibilidad para ello, y por otro lado Cataluña, a través de su proceso independentista, hasta el extremo de, reservándose las medidas extremas para que no se sobrepase la legitimidad territorial que marca la Constitución, sentirse relativamente cómodo ante los movimientos auspiciados desde el sumatorio de fuerzas tan heterogéneas como el PPdeCAT, ERC y la CUP, que mezclan entre sí peor que el agua con el aceite.
El Parlamento español cobija a 350 diputados que recibieron los votos de 24.161.083 españoles, de los cuales 7.906.185 apoyaron al partido político liderado por el Sr. Rajoy, mientras que 16.254.898 le rechazaron su apoyo. El reto de esa mayoría es convertir en unión lo que, hasta ahora, es desunión.
A Mariano Rajoy, y al PP, ya solo le quedan sus coartadas, porque la red de seguridad que hasta ahora manejaba, como plan B, en forma de convocatoria de elecciones anticipadas, se ha desvanecido, ante los últimos sondeos que parecen alejar la posibilidad de alcanzar una mayoría absoluta con la suma de Ciudadanos.
Quizás esta 53ª ocasión que el señor Rajoy ha sido convocado para dar explicaciones sobre Gürtel no sea la última que lo haga, pero es posible que las condiciones no sean las mismas, todo dependerá de lo que duren sus coartadas.
Mario Martín Lucas es socio de infoLibre
Iniciado el curso político 2017/2018, hemos vuelto a asistir a una comparecencia pública de Mariano Rajoy, convocada para que el presidente del Gobierno diera explicaciones sobre la corrupción y financiación irregular de su partido, el PP. Esta vez, el escenario ha sido el pleno del Congreso de los Diputados, expresión máxima de la representación del pueblo español y donde, como acostumbra, igual que en las 52 veces que, según él, ha comparecido sobre el mismo tema, no ha respondido a las preguntas que se le han hecho. A saber: