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Begoña Gómez cambia de estrategia en un caso con mil frentes abiertos que se van desinflando

Unificar y generalizar la lucha contra los despidos, el único camino

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Mario Diego Rodríguez

No me cabe la menor duda de que las amenazas de muerte contra Pablo Iglesias y su familia merecen un contundente repudio y sin cavilaciones de ninguna clase. Tampoco me cabe la menor duda de que esta escalada en las provocaciones por parte de la extrema derecha es el fruto de la aceptación de su discurso por una parte de la élite “intelectual” y mediática, en nombre de la “democracia” y de la libertad de expresión; naturalmente, equiparando extrema derecha y extrema izquierda y aprovechando, de paso, para reivindicar la añorada época en la que primaba el diálogo entre personas “sensatas” sin dejar lugar a los “extremismos”.

Estas amenazas se añaden a las provocaciones como la de los carteles racistas o el ataque de la sede de Podemos en Cartagena, entre otras. Está claro que Vox busca recuperar, en el terreno electoral, una parte de su electorado fagocitado por Ayuso. No obstante, más allá de estas elecciones y sea cual sea el resultado que este obtenga, la extrema derecha siempre ha estado —y estará— ahí a disposición de los poderosos para cuándo y cuanto manden. Esta hedionda corriente política siempre se ha beneficiado de la complicidad de una parte del establishment político, lo que explica su impunidad; impunidad, por cierto, que tampoco es algo nuevo, viene desde lejos, aquella acordada y garantizada en el 78 a los elementos más reaccionarios fieles servidores del franquismo.

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No serán los discursos contra el odio o negarse a debatir con la extrema derecha que nos permitirá derrotarla, incluso si la “izquierda” acaba ganando las elecciones. Mientras los anuncios de decenas de miles de despidos, de cierres de empresas y el incremento del número de personas en el umbral de la pobreza, sigan ocupando las primeras planas, la extrema derecha seguirá presente, utilizando sus mentiras y su xenofobia para enfrentarnos a los chivos expiatorios que nos señalarán como tal, pero que en ningún caso serán los que cierran las empresas y hunden en la pobreza a millones de personas. De hecho, ese es su verdadero papel, exculpar a los verdaderos responsables de la crisis en la que nos encontramos.

Creer que se puede frenar a la extrema derecha desde dentro del sistema capitalista, es una mera ilusión, un camino fallido demostrado a lo largo de la historia más de una vez, y en sea cual sea el país. Solo una movilización conjunta de la clase trabajadora víctima de los despidos, de los cierres de plantas, de la precariedad y del paro, reivindicando la prohibición de los despidos, la reducción de la jornada de trabajo y la repartición de este entre todos sin pérdida salarial podrá acabar no solo con la extrema derecha, sino también con la burguesía parásita, verdadera sanguijuela de nuestra sociedad.

Mario Diego Rodríguez es socio de infoLibre

No me cabe la menor duda de que las amenazas de muerte contra Pablo Iglesias y su familia merecen un contundente repudio y sin cavilaciones de ninguna clase. Tampoco me cabe la menor duda de que esta escalada en las provocaciones por parte de la extrema derecha es el fruto de la aceptación de su discurso por una parte de la élite “intelectual” y mediática, en nombre de la “democracia” y de la libertad de expresión; naturalmente, equiparando extrema derecha y extrema izquierda y aprovechando, de paso, para reivindicar la añorada época en la que primaba el diálogo entre personas “sensatas” sin dejar lugar a los “extremismos”.

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