¿Cómo afecta a los músicos la reventa masiva de entradas?

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"Vendo boli marca Bic. Con la compra del boli regalo dos entradas para el concierto de The Boss". Hace diez años, anuncios de este tipo poblaban las páginas de venta de consumidor a consumidor, como eBay. Hoy, webs de reventa de entradas como Seatwave, Viagogo o StubHub echan humo cuando se acerca un gran evento. El pasado febrero, los 16.000 tiques para ver a U2 en Madrid volaron en menos de diez minutos para ir a parar directamente al mercado secundario, en ocasiones cientos de euros más caras. Antes, la práctica había afectado a Bruce Springsteen, a Adele, a Lady Gaga o a Alejandro Sanz. A principios de 2017, los promotores de la anterior gira de Joaquin Sabina llegaron a denunciar la reventa de un concierto en A Coruña que ni siquiera habían salido al mercado oficialmente. Estas prácticas de reventa masiva tocan el bolsillo del público, pero ¿cómo afectan a los músicos?

La respuesta no es evidente. El problema no es que se trate de entradas falsas: en su mayoría, los pases son adquiridos por estas grandes plataformas directamente de los canales oficiales. Lo que ocurre es que luego las venden, de manera legal pero más caras, a través de sus webs. Así, ni los grupos ni los promotores de sus conciertos dejan de ingresar dinero por esos tiques. Lo confirma José Emilio Navarro, BerryBerry, cabeza de Berry Producciones, la oficina de Joaquín Sabina. "Económicamente, el artista no sale perjudicado. Solo moralmente, que ya es mucho", dice por teléfono, visiblemente indignado. Él, junto a las promotoras de aquel concierto en A Coruña, llegó a denunciar a Viagogo, la empresa que había iniciado la reventa. En la misma línea va Oriol Bonet, batería de Love of Lesbian, uno de los grupos más exitosos del indie español: "A nivel económico, no nos afecta. El promotor percibe el mismo importe. Pero a nivel de imagen sí que afecta a la banda".

Lo explican. El fan espera la gira de su artista nacional favorito o la llegada de una estrella internacional. Busca en Google y pincha en uno de los primeros enlaces que aparecen, sin ser consciente de que es una plataforma de reventa: las entradas cuestan ya varios cientos de euros. ¿Qué pensará? "Pues que qué se ha creído ese", aventura Berry. Quizás ni siquiera se hayan agotado, y están disponibles, más baratas, a través de los canales oficiales. Pero el fan no lo sabe. Quizás compre su tique y piense que no se puede permitir hacerlo más, o que su ídolo le ha defraudado. Quizás ni siquiera lo compre. Es lo que temían los miembros de Love of Lesbian con los conciertos por su 20º aniversario en Barcelona, Madrid y Valencia. En Madrid, cuenta Bonet, algunos fans se quejaban de que las entradas pasaran de los 100 euros, cuando podían adquirirse por entorno a 30. Los pases oficiales para los eventos de Valencia el próximo septiembre oscilan entre los 33 y los 59 euros, pero en la web Viagogo podían encontrarse hasta por más de 80. "Al final, el fan acaba enfadado, harto, y no sabes si va a volver a intentarlo", dice Bonet. 

"Hacen negocio las tiqueteras"

¿Y no les podría llegar a venir bien a los artistas? A fin de cuentas, son más plataformas las que promueven la venta de entradas, por lo que es más probable que las gradas acaben llenas... Berry interrumpe: "Aquí las únicas que hacen negocio son las tiqueteras. El promotor y el artista se lleva lo que se llevaría normalmente, pero con el mal nombre". "Al final es alguien que se está lucrando con su trabajo. Lo que pasa", dice por su parte el batería de Love of Lesbian, "es que se generan suspicacias. Que si quién está detrás de esto, quién potencia esto... No sé si hay tiqueteras que fomentan esto, pero los músicos te puedo decir que no". Artistas como Alejandro Sanz o como Malú en España, o internacionales como Ed Sheeran o Bruce Springsteen han denunciado el sistema de reventa masiva. 

Claro, que el problema no afecta a todos por igual. Antonio López, Noni, Alfredo Núñez y Alejandro Méndez, integrantes del grupo Lori Meyers, uno de los nombres más conocidos del indie, están de promoción de su disco recopilatorio. Preparan un gran concierto para el próximo diciembre, en el Wizink Center de Madrid, que tiene un aforo máximo de entre 15.500 y 17.400 espectadores. Pero cuando se les pregunta si están preocupados por la reventa, se encogen de hombros. "La verdad es que nosotros estamos muy poco pendientes de esas cosas, eso lo lleva la oficina", dice Alfredo. "Si no se han vendido todavía todas las entradas, cómo nos va a preocupar", suelta Noni. Si se les precisa el modus operandi de la reventa masiva, se arma un pequeño revuelo. "Pues no lo habíamos pensado", admite Alfredo. Lo que ocurre, explica Berry, es sencillo: "No afecta a todos por igual, porque las empresas de reventa se van a los más grandes, a los que mueven más. Pero si esto sigue así, al final acabará pasando incluso con los conciertos pequeños". 

"¿Qué se puede hacer con todo esto? ¿Regularlo? Sí, pero ¿cómo?", se dice Oriol Bonet. El sistema de entradas nominales, en las que el nombre del comprador aparece en el tique, no convence a todo el mundo. Berry señala que resulta inviable controlar los grandes aforos sin someter al público a una espera de horas en el acceso. El batería añade que eso es, además, "trasladarle la responsabilidad al fan, que al final es el que menos culpa tiene porque está comprando su entrada legalmente". Uno y otro coinciden en que el asunto tiene "mala solución". ¿Prohibir la compra de grandes paquetes de entradas? Los programas encargados de hacerlo automáticamente podrían adaptarse y hacer más transacciones sin mucho esfuerzo. Además, precisa Bonet, hay webs que no compran estos grandes packs, sino que lo hacen en tiempo real, una por una.

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"Parece que lo más sencillo sería controlar a los suministradores", apunta Bonet. Pero no es tan sencillo. Le promotora Live Nation, una de las más poderosas del mercado, forma parte del mismo conglomerado que la empresa de venta de entradas Ticketmaster, que a su vez es dueña de la empresa de reventa Seatwave. Los responsables españoles de la tiquetera niegan categóricamente que pasen paquetes de entradas a su hermana menor, Seatwave, para su reventa. Pero ni los fans, ni muchos músicos, ni asociaciones de defensa del consumidor como Facua creen que eso sea cierto. 

Por ahora, cada uno hace lo que puede. Love of Lesbian mejora su posicionamiento en Google para tratar de competir con las grandes compañías de reventa. Berry Producciones promueve varios canales oficiales de compra. Y su responsable bromea con cambiar de profesión: "Hoy el negocio en España es tener una expendeduría de tiques, no un artista"

 

"Vendo boli marca Bic. Con la compra del boli regalo dos entradas para el concierto de The Boss". Hace diez años, anuncios de este tipo poblaban las páginas de venta de consumidor a consumidor, como eBay. Hoy, webs de reventa de entradas como Seatwave, Viagogo o StubHub echan humo cuando se acerca un gran evento. El pasado febrero, los 16.000 tiques para ver a U2 en Madrid volaron en menos de diez minutos para ir a parar directamente al mercado secundario, en ocasiones cientos de euros más caras. Antes, la práctica había afectado a Bruce Springsteen, a Adele, a Lady Gaga o a Alejandro Sanz. A principios de 2017, los promotores de la anterior gira de Joaquin Sabina llegaron a denunciar la reventa de un concierto en A Coruña que ni siquiera habían salido al mercado oficialmente. Estas prácticas de reventa masiva tocan el bolsillo del público, pero ¿cómo afectan a los músicos?

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