Es un estudio cuyas conclusiones en lo que a nosotros respecta no han de extrañarnos, puesto que se elaboran a partir de informaciones proporcionadas por la Federación de Gremios de Editores de España y de Dosdoce.com, y son por ello sobradamente conocidas: el valor del mercado editorial español se contrajo en 2013 un 10% respecto al año 2012.
Pero la cifra alcanza todo su valor puesta en contexto, que es lo que acaba de hacer la International Publishers Association (IPA) en su último informe: en ese mismo periodo, el mercado del Reino Unido no registró variación (0%); en Francia sufrió una bajada del 3%, y en Italia, del 6%.
“Efectivamente, España es el país en el que más ha descendido la venta de libros y no solo en los últimos años”, dice Antonio Mª de Ávila, director ejecutivo de la FGEE, quien señala las causas: “la práctica desaparición de las compras por el sistema bibliotecarios en los últimos tres años, como consecuencia de las caídas presupuestarias de las Administraciones Públicas; la eliminación de las ayudas a la familia para la adquisición de libros de texto –300 millones de euros desde el 2008–; la caída de la demanda por la crisis económica con carácter general (recuerde que, según datos del Instituto Nacional de Estadísticas, el consumo cultural ha descendido en un 30%); y, por último y muy importante, el excesivo incremento de la piratería en el libro que actúa como un auténtico inhibidor de compra.”
Más allá de nuestras fronteras, y comparando los datos proporcionados por unos y otros, la IPA señala tres factores que explican la situación global del sector editorial.
Primero, el tamaño de los mercados editoriales depende más de la riqueza que de la población o el tamaño de los países.
Segundo, que en los países ricos se ha producido una contracción que contrasta con la expansión que se registra en los países emergentes, donde emerge una clase media deseosa de acercarse a los libros para disfrutar de la lectura o para adquirir educación.
Y, tercero, que la consagración del inglés como lengua franca internacional beneficia a los editores en ese idioma, que venden sus ebooks en el mundo entero.
Nos toca a menos
Descendió el volumen de dinero que el sector mueve y también el número de títulos publicados en nuestro país, aunque más ligeramente (-3%), hasta situarse en los 76.434 títulos nuevos o reediciones, 1.626 por millón de habitantes.
En términos absolutos, esa cifra nos sitúa por detrás de gigantes, en términos de producción editorial o de población, como China (444.000 títulos/año), Estados Unidos (304.912), Reino Unido (184.000) o Rusia (101.981); y en términos relativos, nos otorga la medalla de cartón, puesto que el podio lo ocupan la inevitable Gran Bretaña, con 2.875 títulos por cada millón de habitantes, seguido de ¡Eslovenia! (3.661 títulos, 1.831 por millón de habitantes) y Taiwán (42.118; 1.831 por millón de habitantes). Detrás de nosotros quedan Alemania, Francia, Italia y Estados Unidos (1.156, 1.008, 1.002 y 959 por millón de habitantes).
“El número de títulos publicados en España es el que el mercado demanda –dice De Ávila–. A mi juicio es una manía decir que se publica mucho. Tenemos situaciones excepcionales como el libro de texto que hay que hacerlo en cuatro idiomas y diferentes en diecisiete comunidades autónomas y en todas las materias, no solo en Historia. No hay que fijarse sólo en el subsector de literatura ya que hay muchos subsectores. Para nosotros no hay exceso de oferta, es una muestra de nuestra riqueza, de la diversidad cultural.”
La IPA por su parte considera notable que algunos países como la citada Eslovenia, Noruega o Georgia, están empeñados en potenciar la producción local en tanto que otros como Gran Bretaña, España y más recientemente, Estados Unidos, apuestan por potenciar el número de títulos. Lo hacen porque tienen un enorme potencial exportador que en los últimos tiempos han multiplicado gracias a los beneficios de la globalización, una tendencia que se mantiene en el caso de los EE.UU. (donde las exportaciones digitales han subido un 63%, en papel un 1,4%) aunque se frena en el Reino Unido y España (-5% en 2012).
“El sector editorial español es uno de los mayores del mundo, con el británico y el estadounidense –constata desde la Federación de Gremios de Editores Antonio Mª de Ávila–. Se diferencia de ellos y del alemán en que nuestras infraestructuras culturales relacionadas con la lectura, sistema bibliotecario público, escolar y universitario es más débil y con menos capacidad de compra que el de esos países.”
Además, nuestros índices de lectura son más débiles que el de esos países donde la lectura es mucho más apreciada que en España. Aquí, denuncia De Ávila, lo del amor a la lectura es “usado como pura retórica por los políticos sin que existan políticas reales, lo que produce un profundo desprecio en la sociedad como revela el alto índice de piratería que nosotros tenemos y no existe en otros países”.
El estado de la cuestión
El declinar de algunas potencias editoriales contrasta con el auge moderado que se registra en los países emergentes como Brasil, China, Corea, México o Turquía. Una excepción: Rusia.
Mención especial merece la evolución registrada en los países latinoamericanos, cuyos mercados son incomparables, en tamaño y potencia, lo cual hace casi imposibles las comparaciones; con países como Honduras (-33,6%) o Paraguay (-26%) en franco retroceso y otros como Nicaragua (+154,3%) o Panamá (+246,6%) en plena eclosión.
Lo relevante es que las potencias editoriales en español (México, Colombia, Argentina) mejoran sus datos (6,2; 11,2 y 0,3% respectivamente) y aunque en el concierto de las naciones siguen estando en la parte baja de la tabla, son exponentes claros de una tendencia muy positiva. Con las consecuencias que eso tiene para la industria editorial española (por lo demás, muy presente, también a nivel productivo, en esa región del mundo).
Y todo ello se produce en un ambiente disruptivo, porque disruptivo es el paso de vender en librerías a vender por internet, tanto libros en papel como libros electrónicos.
Disruptivo, precisa Jens Bammel, secretario general de la IPA, “en el mejor sentido de la palabra: se crean nuevos mercados, se alcanza a nuevos clientes, la nueva tecnología está permitiendo que la cadena del libro se reinvente a sí misma. Un producto mejor es entregado de manera más conveniente a un cliente más satisfecho. Los actores emergen, se adaptan o desaparecen a lo largo del camino”.
Esa es la parte buena. La mala es que la disrupción puede convertirse en destrucción cuando el producto final es peor y cuando no es posible crear los valores que los clientes quieren. “Un número creciente de editores, autores y lectores están preocupados porque Amazon, mercado dominante en algunos países, no se preocupa lo suficiente por los libros, los trata como a cualquier otro producto del catálogo, que es lo contrario a reconocer su crucial valor cultural”, lamenta Bammel.
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Por todo ello, la IPA defiende un hábitat de ventas on line abierto y competitivoon line, en el que los autores puedan autopublicarse o asociarse con editores, donde los consumidores tengan la opción de elegir entre varios canales de venta y donde los editores puedan asegurar que el valor que añaden compensará a los clientes que apuestan por él.
“La industria del libro tiene razones para estar preocupada por Amazon –asegura Bammel-. La empresa tiene su propia estrategia que no está vinculada a la supervivencia de terceros, y sus 'bolsillos profundos' le permiten mantener los precios bajos para disuadir a los competidores. Pero también podemos aprender de Amazon.”
Eso es así hoy por hoy. Mañana… más.
Es un estudio cuyas conclusiones en lo que a nosotros respecta no han de extrañarnos, puesto que se elaboran a partir de informaciones proporcionadas por la Federación de Gremios de Editores de España y de Dosdoce.com, y son por ello sobradamente conocidas: el valor del mercado editorial español se contrajo en 2013 un 10% respecto al año 2012.