Festival de Almagro
Almagro reivindica la riqueza lingüística de la península con la obra fundacional del teatro en gallego
Sobre escena aparece una tarta con tres velas de una cera roja brillante. Dibujan el número 350. Son los años que cumple A contenda dos labradores de Caldelas, de Gabriel Feixóo de Arauxo, también conocida como Entremés famoso sobre a pesca do río Miño, considerada la primera obra de teatro escrita completamente en gallego... de las que han llegado a nuestros días, claro. Su descubrimiento en los años cincuenta vino a poner una objeción a la idea de que la literatura en gallego desapareció por completo entre los siglos XVI y XVIII, conocidos como los Séculos Escuros. Feixóo dejó por escrito este texto en 1671, al final del Siglo de Oro, lo que señala la posible existencia de un teatro en gallego, o al menos de una tradición de entremeses en gallego. Después de tres siglos y medio, A contenda llega a al Festival de Almagro tejiendo un hilo—una red— desde el inicio de la escena gallega hasta su renacimiento en el siglo XXI.
En el Entremés famoso, Feixóo de Arauxo narraba el enfrentamiento de los habitantes de las dos orillas del Miño a cuenta de las cuotas pesqueras, un conflicto diplomático que no ha pasado de moda. Y su puesta en escena ha reunido también a los vecinos de aquí y de allá, con coproducción de la Compañía de Teatro de Braga y del Centro Dramático Galego. La dirección le compete al responsable de este último, Fran Núñez, pero en el elenco los gallegos están en clara minoría: 2 a 9 (uno es el propio Núñez y otra la actriz Aisa Pérez). En escena, sin embargo, las fronteras se borran. El texto original suena a portugués cuando lo pronuncian unos y a gallego cuando lo hacen los otros, y todos se entienden en esas mismas lenguas, una especie de demostración práctica de las tesis del reintegracionismo, que defiende que gallego, portugués y brasileño pertenecen a un mismo sistema lingüístico con varias denominaciones y normas distintas, y que abogan por la confluencia de estas últimas (o por la aceptación como válidas de dos normas para el mismo idioma).
El estreno de A contenda en Almagro forma parte de la programación internacional del festival, que dedica esta edición a Portugal (la idea era que el país invitado fuera Uruguay, pero las restricciones por el covid-19 obligaron a cambiar los planes ya bien entrado abril), pero también obedece a una voluntad de la dirección por incluir en la programación las demás lenguas del Estado español. Esta doble naturaleza de la obra, como internacional y nacional, es comprensible desde el punto de vista histórico y literario: acababa de firmarse en 1668 el Tratado de Lisboa, por el que Portugal se independizaba definitivamente de la corona castellana. Durante buena parte del Siglo de Oro, ambos territorios habían estado bajo la misma mano.
“Es que Portugal fue Siglo de Oro”, explica Ignacio García, director del festival, nombrando a Ángela de Acevedo (o Azevedo) o Juan de Matos Fragoso, dramaturgos nacidos en Portugal que escribieron en castellano. El príncipe constante, de Calderón de la Barca, dice, se cierra con un verso en portugués —“Que, ainda mortos, somos portugueses”— y El amor médico, de Tirso de Molina, incluye en algunas ediciones pasajes completos en portugués. Las compañías actuaban tanto en el madrileño Corral del Príncipe como en el lisboeta Patio das Arcas, y la unidad política dejó, cuenta García, una relación literaria y un mestizaje fronterizo innegable. Paralelamente, con la entrada del reino de Galicia en la corona castellana, y la expansión de esta última, el noroeste comenzaba a sufrir aquel centralismo primordial: con los centros de poder fuera del territorio, el gallego fue quedando desplazado como lengua del reino —recordemos la dependencia del mecenazgo—, algo que se asocia con la llegada de esos Séculos Escuros.
Frente al centralismo actual, el Festival de Almagro se ha propuesto incluir en su programación la literatura de otras lenguas del Estado. En 2020 programaron un Tirant lo Blanc de Joanot Martorell, obra del siglo XV central en la literatura de la lengua catalana/valenciana. Coproducían el Institut Valencià de Cultura y la Compañía Nacional de Teatro Clásico, y se representó en valenciano con sobretítulos en castellano. El espectáculo Mielotxin, de la compañía navarra Mielotxin Folk Aldea (Navarra es la autonomía invitada en esta edición) se desarrolla en castellano y euskera. “La posición del festival pasa por la apuesta por la diversidad lingüística y por la riqueza que eso supone. Como festival público tenemos que apostar por todos los territorios del Siglo de Oro”, defiende Ignacio García, que ha insistido también en los últimos años en mirar hacia América, invitando en distintas ediciones a países como Colombia y reivindicando a figuras como la de Sor Juana Inés de la Cruz, nacida en Nueva España, hoy México.
“Si hablamos de hacer Calderón en polaco y Lope en alemán, ¿por qué no vamos a hacer a Llull o a Feixóo?”, se pregunta García. “O aun más: ¿por qué no alguien, algún día, traduce a Calderón al euskera y lo estrenamos en Almagro? ¿Por qué podemos traducir a Lope al checo y no al catalán? ¿Cuáles son las fronteras mentales que tenemos dentro del país?”.
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Aisa Pérez y Sílvia Brito en A contenda dos labradores de Caldelas, de Gabriel Feixóo de Arauxo, dirigida por Fran Núñez en el Festival de Almagro de 2021. / PABLO LORENTE (FESTIVAL DE ALMAGRO)
Quedan escollos que salvar, como la reticencia del público a ver teatro en otra lengua y sobretitulado. La actriz Aisa Pérez, intérprete en A contenda, creo que esto forma parte de una costumbre cultura española no precisamente positiva, y compara nuestros hábitos con los de los vecinos portugueses: “En Portugal no se dobla, están muy acostumbrados a leer subtítulos. Nosotros no. Y es casi por comodidad: estoy en Sevilla, escucho sevillano, estoy en Madrid, escucho castellano de Madrid...”. Este prejuicio se sigue notando en la ocupación: el viernes 2 de julio, día de estreno,mientras El perro del hortelano llenaba el Corral de Comedias, A contenda dos labradores de Caldelas se enfrentaba a un patio de butacas casi vacío. “Esto se ve todavía como una barrera y no como una oportunidad”, lamenta Fran Núñez, el director de la obra y del Centro Dramático Galeo. “Pero tenemos que ser conscientes de que hay una forma del texto que solo existe en el idioma original, y respetarla es un ganar, no es un perder”. Ambos confían, sin embargo, en que esto cambie progresivamente. A favor está el cambio de tendencia del audiovisual, donde las plataformas han normalizado el subtitulado que no se veía en la televisión en abierto, y también una mayor apertura por “las diferentes lenguas y los diferentes acentos” que aprecia Aisa Pérez, más libres ya de “prejuicios”.
Más allá del clásico, lo cierto es que sigue siendo poco frecuente ver teatro en las lenguas cooficiales del Estado fuera de sus territorios. En esta temporada que acaba de terminar, el Centro Dramático Nacional programó dos obras en lenguas cooficiales: El combate del siglo se representó durante dos días (de cinco semanas) en catalán, y Los papeles de Sísifo se pudo escuchar en euskera, pero durante otras dos noches (de cuatro semanas). Nada de gallego. Pero sí se oirá esta lengua en la temporada del próximo curso, con dos obras: N.E.V.E.R.M.O.R.E. y As que limpian. De nuevo, solo se representarán en gallego dos funciones, el resto se desarrollarán en castellano. Pero Aisa Pérez y Fran Núñez no se dejan amilanar. La primera apunta a que el audiovisual gallego, en gallego o con acento gallego, está siendo cada vez más recibido, y que sus propios compañeros ven su bilingüismo como una ventaja. Fran Núñez cuenta: “Hay muchas compañías que salimos fuera en gallego, incluso sin subtítulos, pero es cierto que es un camino que las nuevas generaciones asumen con mayor naturalidad”. Algún día, dicen, una obra hará temporada en los teatros públicos estatales totalmente en gallego. Algún día.