Ningún título suele ser inopinado, pero este lo es aún menos si cabe. Antonia Maymón. Anarquista, maestra, naturista, publicado por la editorial Virus, pone en orden exacto lo que quiere transmitir: lo primero y primordial, rescatar la figura de Maymón, caída en el oscuro pozo del olvido histórico; después, hacerlo a través de sus más destacadas aportaciones. Estas, pasadas siempre por el tamiz sin rejas del anarquismo, incluyeron del lado profesional sus muchos trabajos como educadora del proyecto libertario de las escuelas racionalistas, así como su febril producción como periodista y escritora y su no menor implicación sindicalista. Una labor, o labores, que ella dignificó no solo por sus capacidades, abrumadoras, sino sobre todo por haber sabido adaptarlas a su vida personal con pertinacia y estricta coherencia.
“Ella fue una mujer consecuente: nunca tuvo propiedad privada ni residencia fija”, subraya María del Carmen Agulló, coautora del libro. “Hizo gala de un radicalismo en su vida que a día de hoy sería difícil de asimilar para gente que se dice progresista. Fue una mujer incómoda, que vivió su vida al servicio de unas ideas”. Nacida en Madrid, aunque de familia aragonesa, Maymón (1881-1959) pasó buena parte de su carrera, que comenzó en 1911, viajando de un lado a otro, dondequiera que abriera una nueva escuela modelo. Aquellos centros educativos se fundamentaban en los preceptos de la pedagogía de Francisco Ferrer Guardia: eran espacios mixtos, laicos e impulsores del libre pensamiento, así como de vinculación obrera y acceso privado, pagado según las posibilidades. Siguiendo su estela, Maymón viajó por ciudades como Zaragoza, Sant Feliú de Guixols (Gerona), Reus (Tarragona), Villajoyosa (Alicante) o Beniaján (Murcia), donde a la postre moriría.
“En Sant Feliú de Guixols llegó a hacer un trabajo incluso más avanzado que el de Ferrer Guardia”, apunta Agulló, profesora de la Universidad de Valencia que también colaboró en el proyecto bibliográfico y documental de Las maestras de la RepúblicaLas maestras de la República, “con un componente de naturismo, con intercambio de alumnos, excursiones…”. El contacto con la naturaleza y la desnudez entendida como estado original del ser humano eran para la vegetariana Maymón indisolubles del pensamiento anarquista, lo mismo que la pedagogía. “Si se toma el anarquismo como medio para reintegrar al hombre a la naturaleza en todos los aspectos de la vida”, escribió ella misma, “tiene que representar la máxima libertad y, como esta no puede lograrse sino en la sociedad anarquista, de aquí que el naturismo tiene que ir necesariamente unido a las ideas libertarias para lograrla”.
La eugenesia –la idea ya pasada de mejorar la raza, solo que concebida de manera positiva, exactamente al contrario que los nazis- fue en ese sentido otra de las banderas de la maestra ácrata, “que propugnaba un mayor contacto con la naturaleza para tener unos hijos más sanos”. Dar consejos a las mujeres sobre cómo cuidarse en el embarazo o cómo hacerse cargo de sus hijos –para lo que entonces no existían manuales ni guías-, la defensa de los derechos de los trabajadores, la pedagogía o el naturismo fueron solo algunos de los muchos temas de debate que ella sacaba a colación en sus numerosos mítines públicos.
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Muy ligada a la CNT, confederación a la que llegó a través de su amistad con la libertaria Teresa Claramunt, fue condenada a doce años de prisión al final de la Guerra Civil, enjuiciada por el franquismo. Lo mismo que bajo la dictadura de Primo de Rivera, que Maymón vivió en el exilio, perseguida por participar en las manifestaciones contra la guerra de Marruecos, aquel régimen se encargó de borrar de los anales los logros conseguidos por movimientos como aquellos a los que se adscribió, así como la memoria de personas como ella a quien, siete décadas después, una alumna suya recordaba -como explica Agulló- como "la persona que nos enseñó a ser libres".
Desde su condición, Maymón luchó siempre por la emancipación de las mujeres, si bien desde fuera de las fronteras del movimiento feminista. Aunque colaboró en el primer ejemplar de la revista de Mujeres Libres, no participó en aquella organización. Quien sí formó parte de ella fue María Pilar Molina Beneyto, coautora del libro junto a Agulló, y como esta última remarca, auténtica impulsora de este estudio. Molina, que falleció en 2008, quiso que la obra viera la luz en la editorial Virus, que por cuestiones económicas tuvo que posponer su salida hasta este 2014.
Gracias en parte al crowdfunding, el libro ha sido finalmente publicado, aunque aún presenta lagunas biográficas que Agulló espera sean cubiertas por nuevos investigadores que quieran tomarles el testigo y adentrarse en el recuerdo de esta figura injustamente desconocida. Esos huecos en el relato vital de Maymón se deben no solo a las complicaciones de seguir su rastro histórico, sino también porque su producción literaria y periodística es tan ingente que resulta difícil de abarcar. “Fue una gran conocedora de la actualidad y de los teóricos del anarquismo, del naturismo o la pedagogía”, ilustra Agulló. “Tenía una gran capacidad lectora y además no paraba de escribir y dar clases, mañana y noche: no sé ni de dónde sacaba el tiempo”.
Ningún título suele ser inopinado, pero este lo es aún menos si cabe. Antonia Maymón. Anarquista, maestra, naturista, publicado por la editorial Virus, pone en orden exacto lo que quiere transmitir: lo primero y primordial, rescatar la figura de Maymón, caída en el oscuro pozo del olvido histórico; después, hacerlo a través de sus más destacadas aportaciones. Estas, pasadas siempre por el tamiz sin rejas del anarquismo, incluyeron del lado profesional sus muchos trabajos como educadora del proyecto libertario de las escuelas racionalistas, así como su febril producción como periodista y escritora y su no menor implicación sindicalista. Una labor, o labores, que ella dignificó no solo por sus capacidades, abrumadoras, sino sobre todo por haber sabido adaptarlas a su vida personal con pertinacia y estricta coherencia.