Desde la atalaya de este desconcertante y desasosegante presente puede parecer una problemática de otro tiempo, pero no hace tanto que abortar dejó de ser delito: en Francia en 1975 y en España en 1985, concretamente. El derecho al aborto no es un asunto ni mucho menos resuelto desde entonces, pero tenemos la fortuna de habitar territorios donde hay una serie de garantías.
Porque según datos de las Naciones Unidas (ONU), anualmente se producen unos 25 millones de abortos en condiciones de riesgo en el mundo y aproximadamente unas 47.000 muertes. Y en pleno 2022 todavía hay una veintena de países donde abortar sigue siendo completamente ilegal, a los que hay que sumar otra cuarentena donde solo se permite para salvar la vida de la mujer.
"En Francia y en España el aborto es legal pero, sin embargo, hay muchos países donde todavía no lo es. Quería hablar de eso, que esta película fuera una experiencia que se pudiera compartir con esos otros países donde no es legal", apunta la cineasta francesa Audrey Diwan, directora de El acontecimiento, galardonada con el León de Oro a la Mejor Película en el último Festival de Cine de Venecia.
Basada en la novela autobiográfica de la aclamada escritora francesa Annie Ernaux, publicada en España por la editorial Tusquets, El acontecimiento relata el viaje de Anne, una joven mujer y su batalla física y emocional por decidir sobre su cuerpo y su destino. Una apasionante y poderosa historia ambientada en una sociedad que castiga el deseo femenino y la libertad sexual.
La trama nos sitúa en Francia en 1963. Anne (joven protagonista encarnada por la prometedora actriz Anamaria Vartolomei) es una brillante estudiante con inquietudes intelectuales y un futuro resplandeciente que se ve truncado cuando descubre que está embarazada. De la noche a la mañana ve frustrada la oportunidad de terminar sus estudios y huir de las asfixiantes restricciones de su entorno.
Empieza así un periplo solitario en el que ella decide actuar, incluso si supone confrontar la vergüenza, el dolor e incluso acabar en la cárcel por ello. Con una determinación asombrosa, pone en riesgo incluso su propia vida en una época en la que la única vía de escape son los abortos clandestinos. "Me gustaría tener un hijo, pero no un hijo en vez de una vida, podría tenerle rencor", asevera en un momento dado de la película.
"Al principio pensaba que iba a haber polémica en muchos sitios. Por eso, al hacer la película tuve mucho cuidado de plantear preguntas, pero no dar respuestas", asegura Diwan, quien ejemplifica sus temores contando una anécdota: "En la rueda de prensa en Venecia, delante de mí había un periodista que me miraba muy intensamente. Al tomar la palabra dijo 'yo estoy en contra del aborto'. Pero añadió que es diferente estar en contra del aborto a asistir al recorrido que hace esta chica para abortar clandestinamente".
Porque lo que muestra El acontecimiento es la angustia, el miedo, la soledad y la incomprensión a la que Anne hace frente para mantener su libertad. Eso es lo que vio ese periodista italiano al que se sigue refiriendo la cineasta: "No se cambia de idea así como así en una hora y media, de modo que no creo que este hombre cambiara de opinión. Pero sí es posible que la película abra pequeños huecos donde puede colarse otra idea".
Esos pequeños huecos se refieren al aborto, por supuesto, pero van más allá y llevan al espectador a reflexionar sobre el deseo femenino de libertad sexual o intelectual. Esos sentimientos son los que Anne, que pertenece al proletariado, siente truncados al quedarse embarazada en un momento en el que trata de mejorar socialmente a través del conocimiento y la intelectualidad. "Pero todavía no ha entrado digamos en la sociedad intelectual burguesa de Francia, está un poco en tierra de nadie", apostilla la directora.
Añade Diwan que su intención en la forma de afrontar la película es construir "una experiencia sensorial" que funciona como una "especie de pasarela hacia otra época". Tan cercana en el tiempo, pues hablamos de poco más de medio siglo, pero con un contexto tan alejado y diferente que se muestra también en la actitud temerosa de todos los hombres, doctores y amigos, a los que Anne pide ayuda infructuosamente.
"Había que conseguir que las emociones de esta joven pudieran entrar en la historia y pensé que la mejor forma no era mirarla, sino mirar a través de ella para preguntarse ¿yo que hubiera hecho en esta situación? ¿dónde hubiera mirado yo? Y nunca apartar la mirada, siempre tener el valor de mirar de frente", explica la cineasta francesa, quien remarca a infoLibre que esta es "una película honrada, brutal y cruda, pero no chocante". "La realidad es lo que choca", afirma.
Consciente de ese impacto que genera en el espectador y del debate que el tema es capaz de provocar, confiesa también que en un primer momento se preguntaba si serían capaces de llegar a estrenar la película. "¿Llegará a ponerse en algún cine?", llegó a plantearse ante las complicaciones de conseguir la financiación para poner el proyecto en marcha. "Al ganar el León de Oro todo cambió y los cines nos la piden. Ahora la película viaja, la acompañamos y genera debate", apunta.
Otra parada de este viaje es España, a cuyos cines llega este próximo viernes 18 de marzo con el sello de calidad del Festival de Venecia. Además, la película ha conseguido cuatro nominaciones a los Premios César franceses (mejor película, dirección, guion y actriz revelación) y ha sido nominada al BAFTA a la mejor dirección. Y es que a pesar de las dudas iniciales, o precisamente gracias a ellas, estamos, efectivamente, ante todo un acontecimiento.
Desde la atalaya de este desconcertante y desasosegante presente puede parecer una problemática de otro tiempo, pero no hace tanto que abortar dejó de ser delito: en Francia en 1975 y en España en 1985, concretamente. El derecho al aborto no es un asunto ni mucho menos resuelto desde entonces, pero tenemos la fortuna de habitar territorios donde hay una serie de garantías.