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La revancha del maestro republicano que prometió el mar: triunfa en los cines tras ser vetado por la derecha

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Antoni Benaiges fue un maestro republicano de Mont-Roig del Camp (Tarragona) que antes de la Guerra Civil fue destinado a la escuela de Bañuelos de Bureba, un pequeño pueblo de Burgos perteneciente al partido judicial de Briviesca. Allí se hizo con el cariño de los niños y destacó por su enseñanza innovadora basada en la metodología de Freinet, si bien tuvo un final trágico al ser asesinado por soldados franquistas en los primeros días de la Guerra Civil.

La historia de Benaiges no pudo ser contada el pasado mes de julio en Briviesca porque el ayuntamiento de la localidad burgalesa, comandado por el PP con apoyo de Vox y Ciudadanos, censuró la obra teatral sobre su vida titulada El mar: visión de unos niños que no lo han visto nunca, de Xavier Bobés y Alberto Conejero. El alcalde esgrimió entonces argumentos presupuestarios y de seguridad para descolgar de la programación la representación de un montaje que había sido acordado por el anterior equipo consistorial socialista. 

Sin embargo, ahora Antoni Benaiges es uno de los protagonistas de la cartelera española desde el estreno este pasado viernes de El maestro que prometió el mar, relato cinematográfico centrado en el tiempo que pasó ejerciendo entre 1934 y 1936 en Bañuelos de Bureba y que se sitúa en la séptima posición de la taquilla cinematográfica con más de 20.000 espectadores en cuatro días. La cinta cuenta, por cierto, entre otras varias empresas e instituciones (no la Junta ni tampoco la Diputación, ambas del PP), con aportación económica concedida por el anterior equipo de gobierno de Briviesca, que cambió de signo político el 17 de junio, tras las últimas elecciones municipales y autonómicas de mayo.

En la localidad burgalesa tuvo hace los días, además, un preestreno especial con asistencia de familiares de los protagonistas, algunos políticos como el propio alcalde, socios de la Escuela Benaiges de Bañuelos de Bureba (que es ahora un pequeño museo dedicado a su figura), integrantes de la Asociación de Familiares de Represaliados de La Pedraja, e incluso un hermano de una de las alumnas de Benaiges. "En Briviesca tuvimos muy buena acogida con dos pases llenos la semana pasada, con un coloquio posterior. La película fue muy bien recibida por todo el mundo", apunta a infoLibre la directora de la película, Patricia Font, quien apostilla que "fue una lástima la cancelación de la obra de teatro" en julio. La historia del maestro republicano, finalmente, pudo verse donde se produjo hace casi un siglo, y donde fue en parte rodada durante el presente año.

La película está basada en el libro Desenterrando el silencio: Antoni Benaiges, el maestro que prometió el mar, de Francesc Escribano, Sergi Bernal y Francisco Ferrándiz (Editorial Blume) y ha sido adaptado a la gran pantalla por Albert Val. En su versión cinematográfica es, al mismo tiempo, la historia de Ariadna, una mujer que busca los restos de su bisabuelo desaparecido en la guerra. La película entrelaza así pasado y presente a través de dos tramas que construyen un relato sobre la memoria y la importancia de no dejar caer en el olvido nuestra historia reciente. 

La trama de Ariadna (Laia Costa) pone en valor la lucha de tantas familias que todavía buscan a sus familiares enterrados anónimamente en fosas comunes, mientras que la de Antoni Benaiges (Enric Auquer) rinde homenaje a los maestros republicanos, en un relato emotivo y plenamente vigente. "Me apetecía mucho abordar el tema de la trama del presente porque de alguna manera era la forma de convertir la historia del pasado en aún vigente. Es la forma de darle actualidad y decir 'esto que estás viendo de 1935 es una historia del pasado pero este que estás viendo podría ser tu abuelo'. Esto ayuda a tener más empatía, aparte de tener una capa más de actualidad y no quedarnos solo en una historia más de la Guerra Civil", explica.

Seguidor del pedagogo Célestin Freinet, la intención del maestro en aquel verano era llevar a sus alumnos a conocer el mar allí en su Mont Roig del Camp natal, algo que no pudo hacer realidad al ser asesinado por las milicias falangistas el 25 de julio, tan solo una semana después del golpe de 1936. Como la metodología de Freinet propone, la escuela disponía de una imprenta, gracias a la cual los alumnos pudieron dejar por escritas en cuadernos (muchos de los cuales fueron quemados por los soldaos) sus reflexiones acerca de todo tipo de asuntos, entre ellas cómo sería ese mar que nunca habían visto por vivir tierra adentro. Los niños no pudieron hacer aquel viaje de fantasía y casi noventa años después siguen sin encontrarse los restos del maestro, que se cree enterrado en una fosa común en los Montes de la Pedraja (también Burgos).

Seguía una de las líneas modernas que había en la Segunda República. Todas compartían filosofía y todas ellas fueron paradas con la Guerra Civil y el franquismo. Esto me hace preguntarme qué hubiese pasado con este país, adónde hubiéramos podido llegar

"Después de ser fusilado su historia fue silenciada. Se quemaron sus escritos y sus cuadernos, se intentó silenciar su memoria y, de hecho, no sabemos donde está enterrado. Gracias a la exhumación de la fosa de La Pedraja en 2010 empieza a revivir su historia en el pueblo de Bañuelos, donde aún le recordaban dos exalumnos, y poco a poco se van encajando las piezas gracias a los cuadernos que aún guardaba la familia de Tarragona y los que habían sido enviados por todo el mundo –siguiendo el método de intercambio con otras escuelas lejanas–, así como gracias a la misma escuela, que había estado abandonada durante mucho tiempo y hoy en día es un museo que se puede visitar", explica Font.

Y aún continúa, dibujando y reivindicando la figura del maestro: "Él seguía la línea pedagógica de Freinet, que era una de las líneas modernas que había en la Segunda República, como también había otras como Montesori, por ejemplo. Todas compartían una misma filosofía y todas ellas fueron lamentablemente paradas con el inicio de la Guerra Civil y durante años hasta que pasó todo el franquismo. Esto me hace pensar en qué hubiese pasado si no hubiese habido una Guerra Civil que detuvo todas estas líneas tan modernas de libre pensamiento, y preguntarme qué hubiese pasado con este país, adónde hubiéramos podido llegar".

En el film es igualmente muy importante la trama del tiempo presente, en la que Ariadna (Laia Costa) emprende un viaje incierto tras recibir una llamada que le indica que unos restos podrían ser de un familiar suyo. Así, se decide a viajar a Burgos en busca de la memoria de su bisabuelo, mientras su abuelo, aquejado por demencia senil, pierde progresivamente la suya. "Ese contraste no es casual, sirve para hacer esta metáfora del país que olvida y el que no", admite la cineasta, quien asegura que siempre trata de acercarse a esta temática desde el punto de vista de las personas que lo viven más que a nivel "institucional".

Para todo el proceso de documentación, producción y rodaje, el equipo de la película tuvo la "gran suerte" de poder contar con el arqueólogo forense Francisco Echeverría y sus colaboradores de la Fundación Aranzadi para asesorarles sobre cómo fue todo en la fosa de La Pedraja, ya que "fueron ellos los encargados de exhumarla, entre otras muchas". "Tanto es así que pudimos reproducirla absolutamente igual, con las mismas dimensiones, e incluso estuvieron en el rodaje asesorándonos y salen en la película haciendo la excavación ellos mismos", apostilla.

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Por otro lado, prosigue, les ayudó mucho el testimonio de Miguel Ángel Martínez Movilla, que es el responsable de que se exhumase esa fosa puesto que él buscaba a su propio abuelo y sabía que tenía que estar por esa zona: "Gracias a su perseverancia durante muchos años consiguió al final hacer esa exhumación. Hablar con él nos sirvió mucho para inspirarnos en el personaje de Ariadna, con el que queríamos retratar el proceso a nivel humano por el que pasan los que buscan. Esa incertidumbre, esa falta de apoyo psicológico. Y también nos parecía importante que Ariadna no encontrara al final a nadie, porque refleja una realidad, ya que hasta ahora se han encontrado restos de 12.000 personas, pero faltan muchísimas más, se estima que miles. Es muy difícil tener cifras exactas porque se sabe donde hay muchas fosas pero otras no, y no se tiene la certeza de cuantos cuerpos hay en cada una. Además, después de tantos años, cada vez es más difícil la identificación del ADN".

"Todo el país está lleno de fosas. Ahí están y hasta que no se haga algo para solucionarlo seguirán estando estas personas enterradas bajo tierra", remarca Font, quien se muestra especialmente orgullosa de una reacción que están teniendo muchos de los espectadores de la película: "Mucha gente se nos está acercando y nos dice que debería pasarse en las escuelas. Eso sería un gran orgullo para mí, la verdad". Un punto esperanzador que sintetiza de alguna manera el espíritu de una cinta en la que, aunque las dos historias que cuenta "son tristes y no tienen un final feliz", sí que tienen "algo de luz de fondo". "Hay mucho trabajo aún por hacer y hay que seguir", afirma.

De esta manera, tanto por su trama apegada al presente como por la que rememora la memoria del pasado, El maestro que prometió el mar sigue la tradición de películas como La lengua de las mariposas (José Luis Cuerda, 1999, adaptación de cuentos de Manuel Rivas), Pico Reja. La verdad que la tierra esconde (Remedios Malvárez y Arturo Andújar, 2021), Horacio, el último alcalde (María Rodríguez y Mariano Agudo, 2021), El viaje de Carol (2002), Así que pasen cien años (Mau Cardoso, 2017), Las bicicletas son para el verano (Jaime Chávarri, 1984, basada en la obra teatral de Fernando Fernán Gómez) o o Réquiem por un campesino español (Francesc Betriu, 1985). A tenor de las cifras de taquilla en sus primeros días en la cartelera, El maestro que prometió el mar se suma ya a esta tradición de películas españolas sobre la memoria histórica y que bien podría ser uno de los títulos revelación de lo que queda de año y de la próxima temporada de premios.

Antoni Benaiges fue un maestro republicano de Mont-Roig del Camp (Tarragona) que antes de la Guerra Civil fue destinado a la escuela de Bañuelos de Bureba, un pequeño pueblo de Burgos perteneciente al partido judicial de Briviesca. Allí se hizo con el cariño de los niños y destacó por su enseñanza innovadora basada en la metodología de Freinet, si bien tuvo un final trágico al ser asesinado por soldados franquistas en los primeros días de la Guerra Civil.

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