A pesar de lo mucho que se ha escrito, y se sigue escribiendo, sobre Franco, hay quien piensa que no está todo dicho.
Hace unos meses, Ximo Abadía publicó Frank. La increíble historia de una dictadura olvidada (Dib>buks), un libro destinado a los más pequeños.
"Como apenas se nos enseña esta etapa en los libros de colegio, intento aportar a un público infantil esa información que se nos niega", explica. Porque ésa es su queja: que ni a él, nacido tras la muerte del dictador, ni a quienes nacieron después se lo explicaron todo, que aún hay muchas cosas que contar.
En la elaboración del trabajo hubo "un periodo de reflexión y destilación. Hasta última hora de imprenta estuve retocando el libro. No quería que el mensaje fuera duro, tenía que ser sutil. Uso la imagen del cuadrado, como una mente cuadriculada del dictador (patria, catolicismo y familia) en contraposición a otras formas, maneras de pensar que aparecieron en la etapa de la República y que Franco se encargó de enterrar".
Aquí hay una historia, un protagonista… y un dibujo, una manera de presentarlo. "Mi idea era hacer una sátira del personaje, no era una figura ejemplar, más bien mediocre. Con Frank intento ridiculizar la figura del dictador. No tenerle respeto como algunos quieren. Lo dibujo como un niño pequeño con rabieta".
Qué lejos queda la imagen que el propio dictador quiso dar de sí mismo en Raza, la novela que publicó inicialmente bajo seudónimo (posteriormente reconoció la autoría y se inscribió en la Sociedad de autores) y en la que adorna su biografía proyectándose en su protagonista, Churruca…
(Entre paréntesis: Franco quiso verse en la gran pantalla. La fiel adaptación se estrenó en 1942, pero años más tarde, el propio Franco hizo modificaciones. La censura bien entendida empieza por uno mismo).
De su muerte...
En los albores de los 60, confundiendo quizá el deseo con la realidad, Max Aub publicó La verdadera historia de la muerte de Francisco Franco, un cuento que transcurre en el México de los trasterrados, una ucronía (como En el día de hoy, del recientemente fallecido Jesús Torbado) que es, de entre los cuentos mexicanos de Aub, "el que sigue gozando de mayor fama y difusión". Lo afirma la estudiosa Barbara Greco, y como prueba de apoyo trae "la transposición cinematográfica realizada por Arturo Ripstein en La virgen de la lujuria (2002)". También "el éxito, tanto de público como de crítica, que el cuento obtiene en México desde su publicación, [que] se repite en España solo después de la primera edición española, a cargo de Seix Barral, fechada en 1979".
Años más tarde, la muerte del dictador (hablamos ahora de la real, no la deseada) inspiró a Juan Luis Cebrián el tramo inicial de Francomoribundia.
"¡Qué duro es morir!, le dije a Pozuelo cuando me bajaban a esa especie de quirófano de campaña montado de urgencia en el cuerpo de guardia, transportándome como si fuera un herido de guerra, envuelto en una alfombra, entre frazadas y gritos, órdenes contradictorias, angustia, miedo, mientras él luchaba contra mi insistente empeño en agarrarme el bajo vientre porque yo sabía que me estaba desangrando…".
El Franco que narra se lamenta: "De ninguna manera merezco este purgatorio". Otros, claro, dirán que sí, que se hizo merecedor de un suplicio cuya dimensión real describe en El paciente del Pardo, José Luis Palma, al que Victoria Prego presenta en el prólogo como "el médico más joven de todos los que atendieron al entonces jefe del Estado". No es ficción pero se lee como tal. El autor describe los estertores del dictador "con doble dimensión y doble valor: por un lado un relato apasionante, lleno de tensión dramática, muy bien escrito, con calidad literaria; y por otro, un testimonio de altísimo valor histórico que pasará a ocupar un lugar preferente entre los documentos que contribuyen a iluminar aquel pedazo crucial de la vida de España".
... y resurrección
Publicidad aparecida en ABC de 'Y al tercer año, resucitó'.
En 1978, Fernando Vizcaíno Casas, cuya obra narrativa (escribe Julio Rodríguez-Puértolas en su Historia de la literatura fascista española) "constituye un ataque directo, por la vía humorística, contra la democracia española actual y contra los franquistas convertidos en demócratas", publicó Y al tercer año resucitó (Planeta, 1978). Cosechó un estruendoso éxito de público: 460.000 ejemplares vendidos en un año, edición por fascículos, adaptación cinematográfica… "Este país ha sido mayoritariamente franquista durante al menos veinticinco años", declaró a modo de explicación. "Mi libro, sin yo intentarlo, va a tener importancia en la historia de España, cosa que me divierte mucho". Importancia es mucho decir, pero convendremos con los amantes de los tópicos en que no dejó indiferente a nadie. Así, Carmen Polo de Franco, la mujer del sátrapa, le mandó "una carta de agradecimiento sobria y sencilla" y Cristóbal Zaragoza replicó a través de una Carta de Franco a Vizcaíno Casas (Plaza & Janés), en la que el dictador "mezcla recuerdos de su vida íntima, remordimientos, y autocrítica que casi nos hace pensar que ha cambiado de chaqueta" (del texto explicativo que circuló entonces).
Pasados los años, fue Daniel Vázquez Sallés quien dio a Franco una segunda oportunidad.
Portada de Si levantara la cabeza.
"Si levantara la cabeza [Destino, 2014] fue una novela de encargo y a pesar de las reticencias que me producen este tipo de novelas y, por supuesto, el personaje, decidí escribirla utilizando un tono esperpéntico", nos dice. Para él, la única forma de aproximarse al personaje y devolverle la vida fue mediante la ironía, "sin cariño y con una saña aparentemente tierna pero visceral. Para ello necesitaba recuperar un lenguaje franquista con cierto hedor a naftalina que si bien formaba parte de mi vida, Franco murió cuando yo tenía nueve años, lo tenía bastante olvidado. Y sólo cuando me sentía poseído por la gracia del dios franquista me ponía a escribir la novela. Es una novela escrita en horas intempestivas y con el alma poseída por la niña requeté del exorcista".
El título, idea de Emili Rosales, dio alas a los que de los libros apenas pasan de la portada. "Aún recuerdo la Feria del libro y las señoras franquistas confundiéndome con uno de su horda con la bonita frase: 'Cuanta razón tiene usted, caballero, si Franco levantara la cabeza'".
Hay que decir que, en el caso de Vázquez Sallés, lo de revisitar al dictador le viene de familia: su padre, Manuel Vázquez Montalbán, es autor de ese "monumento al antifranquismo" (Eduardo Haro Tecglen) que es Autobiografía del general Franco (Planeta).
"Es una obra mayúscula ―coincide Daniel―. Un ajuste de cuentas de mi padre con una figura que marcó toda su vida. Si todos somos del país de nuestra infancia, para mi padre Franco fue el hombre del saco. La novela que escribió Manolo fue un durísimo ejercicio de memoria, tanto, que al cabo de un año de terminarla tuvo un infarto. Como dice mi madre, lo que Franco no consiguió en vida, casi lo consigue muerto".
También nació de un encargo. "En Planeta me propusieron escribir Yo, Franco para la colección Memoria de la Historia, pero vi que no estaba cómodo y que prefería hacer la novela por libre", explicó Vázquez Montalbán a Xavier Moret, quien quiso saber si había sido fácil meterse en la piel de Franco. “Me he metido en la piel de un supuesto Franco. Es fácil para los que hemos convivido 36 años con el personaje. Lo he leído todo, y la primera aproximación ya la hice cuando publiqué con seudónimo en Ruedo Ibérico El libro pardo del general, que era algo así como El libro rojo de Mao, pero con Franco. Después lo convertí en Los demonios familiares de Franco y ahora publico esta novela. De todos modos, este libro no puede colocarse en la misma balanza con el de un historiador. Un novelista puede y debe ser más arbitrario".
"Para la familia, tanto la Sallés como la Vázquez, Franco es como un dolor del que solo ha podido distanciarse la generación de nuestros hijos ―dice Daniel―. Aunque tratamos de mantener viva la memoria, sus recuerdos, por suerte, están libres de franquismo aunque los franquistas se empeñen en hacer de su memoria un doloroso esperpento".
En el día de hoy...
Necesariamente, la actualidad se cuela en las conversaciones mantenidas con Abadía y Vázquez Sallés.
"Creo que la Transición fue importante, pero no estuvo bien hecha. Deberíamos haber cerrado heridas y empezar de nuevo", dice el primero. "No entiendo las trabas por parte de la familia del dictador y de ciertos colectivos. Esa necesidad que tienen algunos de ensalzar a una figura mediocre, a un dictador que llegó al poder gracias a Hitler y Mussolini. Un militar que dio un golpe de Estado y tiñó de negro España durante cuarenta años. Un dictador nunca será un héroe".
"Franco, como ha quedado en evidencia estos días, sigue muy presente en la sociedad española y yo formo parte de la otra España, la que sigue mirando el Valle de los Caídos con vergüenza y mucha aprensión. Ser nieto de abuelos republicanos y padres antifranquistas encarcelados por sus ideales es una losa que se lleva de por vida".
Posdata
Ver másLa nueva guerrilla cultural
José-Carlos Mainer, historiador de la literatura, sostenía que "como personaje de ficción Franco es plano, alguien lleno de complejos que trata de resolverlos mediante la autoridad y el orden: en sí mismo, en su casa y en el país". En su estudio Tramas, libros, nombres (Anagrama) se acoge a lo escrito por José Ángel Valente:
Estaba el muerto sobre sí difunto.Corrieron las estólidas cortinas de la patriasobre su incorruptible podredumbre.Señor opaco de las moscas.Su reino no era de este mundoni de otro mundo.Improvidente errory largos cementerios sin fin bajo la luna.De la muerte nos diera innúmeras versiones.Padre invertido: nos desengendraba.Viva la muerte, en círculo dijeroncon él los suyos.Viva, con él, al fin la muerte.La muerte, sus bastardos, sus banderas.
"Corona fúnebre" (Poesía dispersa e inédita en Poesía completa, Galaxia Gutemberg).
A pesar de lo mucho que se ha escrito, y se sigue escribiendo, sobre Franco, hay quien piensa que no está todo dicho.