Los griegos de nuestra época

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Hace unas semanas, Carlos García Gual recogió el premio José Luis Sampedro que le había concedido el festival Getafe Negro. "Las humanidades, en el momento actual, están muy mal tratadas en los planes de enseñanza de España, y no solo en España. La lectura está en peligro, pero especialmente está en peligro la lectura de los autores antiguos. Yo he hecho lo posible para que eso sea fácil", dijo en su discurso de agradecimiento.

De García Gual dice la Wikipedia que es escritor, filólogo, helenista, editor, mitógrafo y crítico español. Catedrático emérito de Filología Griega de la Universidad Complutense de Madrid, ocupa la silla J en la Real Academia. Sostiene que es necesario "ir a las barricadas" para defender la vigencia de las humanidades. Y no deja de repetir, lo hizo en Getafe, que es esencial que la gente tenga su criterio y conserve un margen intelectual para salirse del presente y "entender lo que es el hombre es fundamental para tener una vida que yo llamaría auténtica". Porque es su convicción que a los clásicos griegos, latinos y posteriores hay que releerlos ante todo por placer, pero también porque son el mejor antídoto contra la visión unidimensional que, según Marcuse, caracteriza y embrutece la mentalidad contemporánea.

Lo cierto es que la industria editorial española, como otras, no deja de regresar a los clásicos en colecciones como Clásicos Linceo de Cátedra o Clásicos de Grecia y Roma de Alianza Editorial… Cosa distinta es si lo hace porque lo considera su obligación o porque el esfuerzo tiene una recompensa en forma de ventas. La paradoja radica en que cuando menos conocidos, incluso cuanto más desdeñados son los clásicos (incluso por quienes tienen la responsabilidad de establecer los currículos académicos), mayor es su presencia en las ficciones que triunfan en el cine y la tele, claramente inspiradas por esos precursores.

Sí, las narraciones más modernas toman sus ideas de los clásicos, desde Matrix, que recurre al mito de la caverna que cuenta Platón en su Republica, a El señor de los anillos y las antiguas mitologías celtas y germanas. Daniel Tubau, que además de escritor y periodista es profesor de guion, creatividad y literatura, guionista y director, recuerda además que la estructura que más se emplea en el cine contemporáneo es el llamado "viaje del héroe", que George Lucas tomó prestado de los clásicos y de los libros del mitógrafo Joseph Campbell, para crear a Luke Skywalker y Star WarsStar Wars. "En realidad, el viaje heroico de Luke tiene las mismas etapas que el de Edipo o el de Teseo, el vencedor del Minotauro".

Y se parece al de Odiseo, que "es el patrón occidental para gran parte de las narraciones de aventuras. Pero es que además La Odisea ya adelanta otros géneros literarios muy posteriores, como el documental o la novelaLa Odisea", afirman Miguel Brieva, ilustrador, y Carmen Estrada, traductora. El de esos clásicos a los que ya no frecuentamos, pero que no nos sueltan de la mano, es un legado a veces semioculto, ignorado, que ha marcado nuestro imaginario y nuestros límites estéticos. "En este sentido, La Odisea es un texto fundacional, casi un canon que aún a día de hoy sirve como guía para gran parte de nuestros relatos más populares, ya sea en el terreno de la literatura como en el del audiovisual".

Nuestros contemporáneos

Si he solicitado la opinión de Tubau, Brieva y Estrada no es por capricho, es porque sus trabajos más recientes los acercan a esos clásicos de los que trata este artículo.

 

Daniel acaba de publicar Maldita Helena, siendo la Helena del título la de Troya, personaje fascinante admirado y odiado por poetas, dramaturgos, filósofos y eruditos; Miguel y Carmen son los responsables de nueva edición de La Odisea, en esta ocasión ilustrada, en lo que la editorial presenta como una suerte de diálogo entre Homero y el dibujante.

"Mi primera pasión intelectual, ya en la adolescencia, fue la mitología, cuando mi madre me compró un libro de mitología universal", dice Tubau. De los mitos pasó a la filosofía y al teatro, y desde Grecia y Roma su interés se extendió hacia China, Mesopotamia, Persia, la India y muchas otras culturas que nos han dejado un gran legado. "Pero lo cierto es que lo que siempre me interesó de manera especial fueron los mitos grecolatinos, entre ellos el de Helena de Troya y la guerra que tuvo lugar por su causa, así que ahora he intentado descubrir quién fue en realidad esta mujer extraordinaria".

La tarea de Brieva y Estrada ha sido otra: ellos han traducido y adaptado un texto canónico. "Esta edición trata de facilitar la lectura de La Odisea sin renunciar a la magnífica composición de las escenas ni a la complejidad de los personajes, que quedan reducidos a estereotipos en muchas adaptaciones", explican. Para ello, han resumido selectivamente algunos pasajes más arduos, siguiendo fielmente el texto original en la mayor parte de la obra, y han mantenido en todos los casos un lenguaje sencillo, aunque con resonancias arcaizantes. "También la estructura está algo desenredada, siguiendo aquí un orden cronológico. De ese modo, el libro se inicia con las aventuras más conocidas y entretenidas, que pueden enganchar al lector más impaciente".

Un lector que quizá también encuentre alivio en el hecho de enfrentarse a una versión ilustrada, que muchos confunden con simplificada. "Siempre plasmar en la concreción de una imagen lo etéreo y abierto a la imaginación del lector que tiene un texto puede resultarnos limitante, pues de todas las posibles encarnaciones de una idea el ilustrador sólo puede escoger una, quedando por tanto descartadas todas las demás ―afirma Brieva―. Pero una vez asumido este hecho inevitable, nuestra idea era aspirar a la mayor fidelidad posible en términos de ambientación histórica, para que el lector pudiera valerse de los dibujos para situar mejor el texto, pero nunca con la pretensión de escamotearle su propia interpretación".

También despertaba mi curiosidad, he de admitir que poco literaria, el hecho de que traductora e ilustrador sean madre e hijo. Reconocen algún tira y afloja a la hora de poner en marcha el proyecto, más que nada por sincronizar los tiempos en un trabajo de tal envergadura, pero en las cuestiones de enfoque e intención sí hubo siempre un acuerdo tácito, pues los dos comparten una misma manera de aproximarse a esta obra libro tan antigua y compleja.

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Más allá de las intenciones de cada uno, lo que interesa es entender las razones que explican la vigencia de estos textos. ¿Por qué hay que volver a los clásicos una y otra vez?

Tubau tiene una explicación que parece sencilla: los clásicos siempre tienen algo que decirnos que nos afecta de manera directa, aunque en cada momento nos hablan de manera diferente. Parece sencilla, pero no lo es. "Nietzsche decía aquello de que cada época crea a sus griegos, pero, para que eso sea posible, tiene que haber algo en ellos que sobrevive al paso del tiempo y de las épocas. Los clásicos sobreviven porque en ellos se encuentran las grandes inquietudes de los seres humanos y muchas de las mejores respuestas a esas inquietudes". Por eso mismo, anima a los jóvenes que se regocijan cuando ven desaparecer a los clásicos de sus planes de estudio a cambiar de actitud y buscarlos, acercarse a ellos. "Si nos los tienen en los planes de estudio, que lo hagan por su cuenta. Que busquen por sí mismos los inmensos placeres y enseñanzas que se encuentran entre las páginas de los libros clásicos. Se quedarán sorprendidos".

Hace unas semanas, Carlos García Gual recogió el premio José Luis Sampedro que le había concedido el festival Getafe Negro. "Las humanidades, en el momento actual, están muy mal tratadas en los planes de enseñanza de España, y no solo en España. La lectura está en peligro, pero especialmente está en peligro la lectura de los autores antiguos. Yo he hecho lo posible para que eso sea fácil", dijo en su discurso de agradecimiento.

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